XLVI - SPINOSA

XLVI - SPINOSA

Baruch Spinoza - Historia de la filosofía276. Spinosa nació en Amsterdam en 1632. Su sistema consiste en afirmar una sola sustancia y la imposibilidad de que haya otra. Esta sustancia única tiene dos atributos: el pensamiento y la extensión. Todo cuanto vemos en lo exterior, todo cuanto experimentamos en lo interior, son meros fenómenos de la sustancia única. Dios es todo, y todo es Dios; o más bien: no hay más que un ser, que lo es todo. En este supuesto no hay creación: todo es uno y eterno. No hay continencia, no hay libertad: todo es necesario. Spinosa no retrocede ante esta última consecuencia: «Concíbase —dice en una de sus cartas— una piedra que se mueve, y que sabe que se mueve: al conocer los esfuerzos que hace para el movimiento creerá ser muy libre, y que si continúa en el movimiento es porque quiere. Esta es la libertad humana de que todos se jactan, y que sólo consiste en que los hombres tienen conciencia de sus inclinaciones e ignoran las causas que los determinan.»

277. ¿En qué estriba tan absurdo sistema? En una definición de la sustancia, en la cual confunde Spinosa el subsistir sin inherencia a otro, o en sí, con el existir por necesidad intrínseca: en suponer que no puede ser distinto sino lo que es diferente; en entender por infinidad absoluta un conjunto de absurdos; en tomar la palabra contener en un sentido grosero. En otra parte (Metafísica, Teodicea, cap. X) llevo explanado e impugnado el sistema de Spinosa, y así no quiero repetir lo que allí dije; baste observar que su método deslumbra por su forma matemática, y porque el autor aparenta no admitir nada que no esté rigurosamente demostrado. No negaré que Spinosa fuera un hombre de mucho talento; quien carece de él no se hace tan célebre; pero no puedo concederle esa profundidad que algunos le atribuyen. En el terreno ontológico e ideológico, que son precisamente los que él prefiere, Spinosa es sumamente débil, y al leer la serie de sus proposiciones, se sorprende uno de que haya quien tanto las pondere. En la actualidad hay un especial prurito de acreditar a Spinosa; es el santo del panteísmo, pues no ha faltado quien le diera este título sin temer la risa de los lectores; pero en la realidad es un sofista, nada más. Bayle, poco sospechoso a los incrédulos, examinando la proposición quinta, en que afirma Spinosa que no puede haber dos o más sustancias de un mismo atributo, porque de la identidad de atributos resulta la identidad de sustancias, dice: «Este es el Aquiles de Spinosa, y el fundamento de todo el edificio, lo que, sin embargo, no es más que un muy ridículo sofisma, por el que no se dejarían seducir los principiantes de lógica. En los rudimentos de la filosofía ya se enseña lo que significan el género, las especies y el individuo.» (Diccionario histórico y crítico.)

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