COMO LA LLAMA UNIDA A LA BRASA

Como la llama unida a la brasa

Autor: Josep Vila
Fecha publicación: 26.05.2008

El desarrollo, la transformación y el crecimiento son una constante que acompaña la presencia del hombre en el mundo. Este hecho es independiente del tiempo histórico, así que podríamos decir que lo trae el hombre al tiempo.
Cuando hoy respiramos el olor del tubo de escape de cualquier coche, más allá de la evidente arenga ecologista de:”no a la contaminación”,se puede oler también un:”soy yo”.

Una señal de identidad, un hilo del que tirar en la construcción de nuestra identidad y que pasa por “lo que hemos hecho”, la huella que dejamos.
Es imposible pasar por la vida sin dejar huella, bién lo saben los investigadores policiales y los forenses de la genética; pero parece que ésa no vale, que no es del todo suficiente.

El hombre necesita verse para poder mirarse y no hay escaparate mejor que la tranformación de la naturaleza para decirnos:”Esto somos. Ahora podemos mirarnos”.
Vernos en el sentido de encontrar una referencia y dado que la interlocución con lo que no se ve se presenta en forma de ausencia, pareciera que lo que el hombre hace,fuera la base mas fiable para encontrar las coordenadas de su existencia. Pensar que la conciencia es la reguladora del proceso es tanto como sospecharle al ser humano dones que no ejerce.

En el servicio militar,antiguamente, al soldado de reemplazo el valor se le suponía. Tantas cosas se le suponen al ser humano, tanta exigencia con el pobre cerebro!.Cabría sospechar, que el origen motor ,del desarrollo, se da en lo desconocido. Parece más honesto hablar de lo desconocido que de lo inconsciente, pues el término inconsciente, se nos ha hecho tan familiar que ya casi no sabemos que designa.
Freud, Jung sobretodo, le dan consistencia a la palabra inconsciente a caballo entre el sXIX y el XX.
La idea de lo inconsciente es antigua. En la biblia, José ya le interpreta sueños al faraón.
En la antigua Grecia, Heráclito nos muestra su idea de la psique, incluso del Hades, como lo que no se ve pero que es sujeto y finis de la propia vida. Los estados alterados de conciencia y el chamanismo, son prácticas antiguas que aparecen ya en el hombre primitivo.
Los románticos hipnotizadores y magnetizadores del s.XVII y XVIII,etc...

No obstante; es curiosa la relación histórica que hay entre la aparición del término inconsciente (con todo el peso de la palabra) y las revoluciones industriales, que primero con el carbón y después con el petróleo, abanderaron el desarrollo de la economía mundial.
El carbón es el sostén de la industria del XIX .El carbón,lo negro. Negritud que curiosamente encierra en su interior lo cristalino y puro; el diamante.
De las minas de carbón se extraen también los diamantes como para dar cumplimiento al logos de la alquimia que no disociaba el plomo del oro, justamente para que se pudiera dar la gran obra:”Solve et coagula”.
No son dos cosas distintas sino imágenes diferentes que encierran el mismo logos, como si del platillo de la justicia se tratase. Mejor aún, como si de la manzana y su corazón se tratase. Uno contiene a la otra.
El petróleo toma el relevo del carbón siendo la gran idea del sXX. Otra vez lo negro, lo profundo, lo escondido, lo que permite la transformación y que traerá a la superficie un ámbito de realización nuevo.
Todos los materiales que forman parte de nuestro día a día: plásticos, ruedas, gasolinas, productos sintéticos,etc...provienen del petróleo y sus derivados. Nuestras casas están llenas de él. En la extracción del petróleo, no solamente se extrae petróleo; sino que en su elaboración se presentan otros materiales que a menudo generan excedentes.
Algo parecido ocurre con los contenidos que emanan de lo inconsciente. Nunca vienen solos.
Hécate en la antigua Grecia era la gran diosa de los residuos, de lo sobrante, de lo que no valía.
No abundaremos en ejemplos comparativos donde se podría asociar la venida del concepto de lo inconsciente con la venida de los materiales ocultos en la tierra , que están siendo el motor energético del planeta.
Señalarlo era el único interés, pero acercarse a lo inconsciente supone penetrar en lo profundo ,en lo negro.
¿Y no invade también ese concepto nuestros hogares y nuestras vidas? La pregunta invita a reflexionar sobre cómo el ser humano ha necesitado vivir a través de la idea de lo inconsciente.
Si la forma de presencia de lo inconsciente es la ausencia , cabría pensar que la ausencia del hombre sobre la tierra llama o convoca o necesita la “salvación” por medio de lo inconsciente.
Cogidos de la mano, el hombre y su historia pasean alrededor de los tiempos. A cada tiempo su verdad; su verdad para su tiempo. A cada hombre su humanidad y a cada humanidad su hombre.
El hombre vuelto de espaldas al alma , no encuentra su mundo. Entonces la humanidad no tiene a su ser humano y su lugar lo ocupa la máquina.
No literalmente; hay muchas formas de ser maquinal ,sin ser máquina,como cosa en sí.
Hay una manera de ser máquina siendo hombre: La literalización de la imagen del “Puer” en la fantasía del crecimiento y el desarrollo, y el falso “Senex” defendiéndose de un caos hacia una vida de orden que no le sirve al “Puer”,etc.. Aparece en sí, la máquina, la tecnología,que acaba creando al hombre, ya no para el mundo, sino para la máquina. Vivir-se desde la máquina.
Sin que esto, en el caso de que sea así, sea ni mejor ni peor que otra cosa. No importan las valoraciones morales sino el contenido de la imagen en sí.
Dios, dice el monoteismo, se manifiesta.
La creación, es la voluntad del creador de manifestarse.
Su idea hecha cuerpo.Nada mas sabemos de su potencial, tan solo que se limita en la creación para la creación.
Eso mismo que le da forma, que permite su manifestación en la naturaleza, es lo mismo que lo oculta.
Empíricamente no está, no se ve. Está ausente o ese es su modo de presencia. Podríamos decir que el hombre crea su propia naturaleza, donde a la vez queda escondido en la tecnología, en la máquina.
Eso muestra al hombre moderno , al hombre hacedor.
Eterniza el componente sanguíneo, donde dicen los antiguos, se da la semejanza. La sangre convoca al Adán (Dam=sangre, Demut=semejanza), que recibe las imágenes y es imaginado como (ma=que) en relación con Elohim(mi=quien.).
Esta relación es análoga a la que el Yo mantiene con el alma. Quien reside en el Que?.
Idea, logos versus imagen.Contenido y Continente.

Al Yo parece importarle poco pasar por infinitas tribulaciones siempre que pueda seguir siendo él mismo.
Esa es su propia finalidad, seguir siendo el mismo, aunque no sea su finalidad en sí.
Pasar por la experiencia de la vida siempre que sea Yo quien la esté viviendo. No importa el dolor, exiliado de los contenidos del alma (nombramos la palabra dolor por referencia básica ),sino que ese dolor eterniza al Yo, que puede así seguir reconociéndose.
Como la llama pegada a la brasa, dos mundos paralelos convocados en la misma cosa. El fuego en la piedra de los antiguos alquimistas. El nihilismo que tanto bien le ha hecho al alma.
El Yo huye hacia lo que podríamos llamar, los problemas. hacia el futuro donde cree que se resolverán finalmente. Problemas y añoranzas que vive persiguiendo el mito de la felicidad, de la tranquilidad final.
Tener la mirada puesta en los problemas no nos acerca a la solución de los mismos. Mas bien cabría pensar que no tienen esa supuesta solución yoica.
Al Yo no le interesa frecuentemente la comprensión, la muerte a las ideas contenidas en esos problemas, tan solo eternizarse como el único que cree que tiene vida gracias a ellos. Fabrica y crea los lugares, donde se atrapa, escondiéndose de la muerte. Y de esta manera, con suerte, le permite al alma Ser-ente. Como la llama pegada a la brasa. Lo sutil en lo pesado. Dos mundos paralelos que coinciden en el tiempo.
La distancia que los separa consiste en un cambio en la mirada; viendo por vez primera lo que antes no se veía porque no se enfocaba el conjunto.
El Yo es fundamentalmente un punto de vista, que no se somete a voluntad. De igual manera aparecen paisajes transformados por el hombre, por ese punto de vista yoico ,que genera problemas.
Añoramos tiempos en los que la naturaleza no era así y que nosotros no vivimos. Son comunes a nosotros .Su recuerdo es un ejercicio de contracción, de repliegue; al modo del recién nacido en el útero matérno.
Miramos hacia atrás como huida, como un modo de alejarnos del lugar desde el que el mundo nos llama.
La apelación al recuerdo olvida desde donde recordamos, olvidando que lo que se recuerda se hace presente con otra forma, con otra lógica.
Ya no está mas allí donde se busca, recordando. Allí solo queda el cuerpo cadavérico desvestido del verbo que se ha hecho carne en otro cuerpo.
Atrapado entre un recuerdo que olvida y un presente transformador que desorienta, el presente se manifiesta desde la mas insospechada inconsciencia.
Lo inconsciente es siempre lo otro que emerge al campo de la consciencia, no siendo ya lo que era . Al traerlo a la consciencia ya es otra cosa. Ya no será nunca lo que era. Solo queda el vestido, la piel, su naturaleza transformada.

No es mi intención profundizar aquí en el estudio de la naturaleza de lo inconsciente. El acuerdo en lo que la palabra manifiesta y como ese concepto se entiende e interpreta, sería un arduo trabajo de investigación que me alejaría del propósito de este escrito, sobrepasando mis posibilidades y sobretodo mis intereses.
Lo que me interesa es cómo configura, desde su aparición, la explicación concreta de los fenómenos psicológicos, mas que investigar intrinsecamente lo que es en sí; que en ningún caso puede ser un simple Qué.
Se ha asociado, frecuentemente, la imagen de lo inconsciente con el mar. Si existe un lugar, en el que las palabras sean fundamentalmente letras, éste es el alfabeto hebreo.
El corazón en la letra, el verbo hecho carne. En hebreo mar se escribe (yam). Dos letras: yod,mem. Las mismas letras que conforman la palabra Quién (mi).
El mar es un Quién, que se revela en cada ola.
La ola y el mar, la llama y la brasa, el hombre y el cuerpo, el hijo del hombre y el ángel.
Si relacionamos el inconsciente con el mar y éste con las aguas, encontraremos una semejanza entre el inconsciente y las aguas.
En el libro del Génesis(1:2)puede leerse: “Y el espíritu de Dios revoloteaba sobre la superficie de las aguas”.
Como un soplo de aire lleno de aliento vital , de vapor de vida que deja grabado su rostro en la superficie de las aguas. Las aguas recogen, dan consistencia y reproducen el Nombre del Espíritu.
Eso fecundó las aguas. Eso informó (le dió forma por dentro) a las aguas. La máxima receptividad. La fecundación que precede a la maternidad. La maternidad que precede al matrimonio.
Lo que sabemos del espíritu, lo sabemos por como dejó su huella en las aguas. Es desde las aguas desde el lugar en que miramos (y somos vistos por la misma mirada).
Nada mas sabemos del espíritu. Su logos parece estar en el fondo de las aguas donde su mirada penetra y asciende hacia la propia imagen de la superficie. Las aguas versus el inconsciente, ¿representarían también la necesidad del Logos de reflejarse?. Lo que contiene la idea primordial hacia la que se encamina la vida puede ser lo mismo que la penetró. Aquello que en su estado de virgen anhela la maternidad, para ser reconocida por el esposo. La necesidad de transformación (paso de virgen a madre) requiere del cuerpo de resurrección.
Requiere una nueva matriz que pueda sostener la Obra.
La transformación de la naturaleza a manos del hombre, inevitable e inefable...traerá la destrucción del mundo tal y como el logos destruye, transformando desde dentro su propia imagen.

La imagen es necesaria en tanto la idea que la contiene no penetra el mundo; pero cuando el mundo es penetrado por la idea, ésta, como un viento, posee todos los rincones donde antes había alma.
El alma dió paso al contenido que ella misma es, pero que como contenido, no puede aparecer sino en su propia muerte. Como el misterio del día tercero de la creación, cuando las aguas “se reúnen en un lugar uno y aparece lo seco”. Lo seco es también agua, pero tuvo que morir el agua en lo seco. Esa multiplicidad en la unidad y a la vez a esa unidad que contiene lo múltiple como la única forma de poder ser Uno. Es la visión de la unidad en la multiplicidad.
No puede ser lo uno sin lo otro, porque en ese uno-ambos, se da la cosa Una. Como la llama pegada a la brasa. Como la conciencia pegada a lo inconsciente. Como la naturaleza que nace con su destrucción.
La destrucción no viene de ningún agente externo, la propia naturaleza en su acto de ser es también destrucción; como algo que esencialmente la nombra y por tanto no puede no ser eso.
También es en la destrucción, su unidad. Y como naturaleza destructora encuentra el mundo inherente a ella, el mundo que lo posibilita; aquello múltiple que la unifica desde la diversidad.
Y en el anhelo de conocer, su Principio, el pensamiento que la fundamenta, solo puede saber de éste; la manera en que éste se hizo naturaleza.

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