LA VIVENCIA DE LOS ARQUETIPOS MASCULINOS DURANTE LA ANDROPAUSIA

LA VIVENCIA DE LOS ARQUETIPOS MASCULINOS DURANTE LA ANDROPAUSIA

Cruz, Marta

Resumen.
Es indudable que el período de la andropausia es esencial en la vida del hombre; ya que se enfrenta a un sin fin de circunstancias que le pueden conllevar a presentar síntomas disfuncionales (como la depresión, pérdida de la virilidad, stress, etc.) sin embargo, por mucho tiempo la psicología se ha olvidado de su estudio y análisis.

La finalidad de este artículo es adentrarse en esta etapa de la vida desde una perspectiva junguiana.

Se concluye que el concepto de arquetipos puede ser de utilidad para la comprensión de las vivencias psicológicas que enfrenta el hombre en ese momento de su desarrollo.

Palabras Clave: Andropausia, arquetipos, Jung, hombres.

Abstract.

He is doubtless that the period of masculine menopause is essential in the life of the man; since one faces diverse circumstances that can entail to him to present/display symptoms (like the depression, stress, etc.). Nevertheless, for a long time psychology has forgotten its study and analysis.

The purpose of this I articulate is to enter itself in this stage of the life from a junguiana perspective.

One concludes that the concept of archetypes can be of utility for the understanding of the experiences that then faces the man of its development.

Key words: masculine menopause, archetypes, Jung, men.

Marco Teórico.

La menopausia masculina se inicia con cambios sutiles, que usualmente son atribuidos erróneamente a condiciones de estrés, depresión o cambios de la edad. Este proceso es largo y paulatino, y no termina abruptamente con la capacidad de engendrar vida ni mucho menos con el deseo y el ejercicio de la sexualidad.

La andropausia puede provocar numerosos cambios y síntomas. Ellos pueden presentarse no sólo como signos referidos directamente a la función sexual, como por ejemplo la dificultad para provocar y mantener la erección. También afectan al plano anímico, pudiendo provocar irritabilidad, desasosiego, disminución de autoestima, pérdida de confianza en sí mismo, pérdida de su agresividad innata para los negocios, siente temor ante situaciones que antes eran rutinarias y sus situaciones personales como las de su familia, se ven afectadas.

Algunos otros síntomas psicológicos que provoca éste fenómeno son:

-Insuficiencia de poder masculino: un término subjetivo, pero muy acorde con la experiencia de muchos hombres que sufren la condición. Estaría manifestada por signos como postura no erguida, disminución o quizá más exactamente pérdida de confianza, pose desgarbada, tono de voz vacilante, y un aire de debilidad. Otros signos podrían ser la pérdida del interés en completar proyectos, el no surgimiento de nuevas ideas, y un deseo reducido de competir con otros hombres.

-Depresión: quizás más que cualquier otro síntoma, este parece ser uno que ocurre una y otra vez. La depresión es una mala experiencia en cualquier etapa de la vida, con su tendencia y desmotivar y desenergizar a la persona que la experimenta. Pero cuando un hombre en la edad intermedia sucumbe a su negra garra, está en una situación desgraciada, porque está privado de la motivación que necesita para cambiar su situación. El peligro parece ser que esta depresión se considera como un problema emocional "convencional", una depresión reactiva, una respuesta a los eventos de la vida, cuando en realidad puede ser el resultado directo de cambios bioquímicos en el cerebro debido a la reducción de los niveles de testosterona (Carruthers, 1976).

A otro nivel de análisis en la menopausia masculina, los hombres perciben en ésta etapa que se encuentran desmasculinizados por su habilidad sexual disminuida (Lozoya, 1999).

De la misma forma en que se manifiesta una merma evidente en las aptitudes físicas de los individuos a medida que envejecen, también se produce una disminución en su rendimiento intelectual. Los cambios cognitivos se relacionan muy probablemente con la desaferentación neuronal y la pérdida de arborizaciones dendríticas. Pero también es posible que se relacionen con el menor rendimiento que se observa en las personas mayores puestas en condiciones de estrés o competición, o con la mayor susceptibilidad a la interferencia y la mayor propensión a presentar estados depresivos o cuadros de ansiedad subclínicos, factores que afectan directamente la atención, la concentración y la memoria (Ollari, 1999).

Es importante anotar, que este período de vida no es enteramente negativo, ya que el hombre al conocer la génesis de los cambios que se producen durante la andropausia, permite percibirlos de diferente manera cuando se presentan. Este proceso puede permitirle replantear a los hombres lo que hasta el momento era su vida sexual, llevándolos a una plenitud sexual. Se establece el ayer (la juventud) y el hoy (la senectud). El ayer en donde solo pensaban en su disfrute, en poder tener el mayor número de eyaculaciones, en donde se presentaba la ansiedad por quedarle bien a la pareja, la urgencia por eyacular y el hoy cuando el hombre se siente en el declinar biológico y sexual busca sacarle partido a otros aspectos de la sexualidad, a los que durante la juventud les restó importancia, como la ternura, la comunicación, el preocuparse ahora por el disfrute y satisfacción sexual de la pareja (Rosalez et al, 2000).

Por su parte, el psicoanalista freudiano Erik Erikson (1902-1994) (citado por Cuelli, 1981), distinguió ocho etapas dentro del ciclo de la vida y denominó "crisis normativa" a cada cambio de fase. Definió la crisis de la edad media como el momento en el que el ser humano necesita "aceptarse a sí mismo". Un proceso no desprovisto de cuestionamiento y conflicto interno, quizás por primera vez – la persona se plantea frente a viejas ilusiones, con la idea de averiguar que sucedió con lo que siempre quiso ser y hacer.

Es cuando aparecen pensamientos recurrentes de "estoy más viejo" o "la música que escucho ya nadie la conoce", mientras cada vez es más frecuente que los jóvenes los traten de "señor". Todo esto acompañado de una serie de cambios físicos y orgánicos, que van marcando la declinación inexorable del cuerpo. Pero el detonante de la crisis de la edad media no es algo que tenga que ver con el cambio de década: puede ser a los 30, a los 40, a los 50, no existen límites claros, la idea subyacente será la misma y tan normal como necesaria. El que las personas se depriman cuando abandonan una década, dice el psiquiatra Alfonso Pola, (citado por Nolen, 1984) guarda relación con las presiones sociales y culturales por mantenerse joven y saludable y no con la crisis misma.

"Una crisis normativa es el momento en el cual las circunstancias internas (biológicas y psicológicas) y externas, hacen necesaria una nueva adaptación. En la edad media, se pone a prueba la capacidad para desarrollar intimidad, para establecer relaciones duraderas y profundas. Es cuando quedan de manifiesto las diferencias y errores de cada uno", explica Pola (citado por Nolen, 1984).

¿De qué depende que esta crisis se desate antes o después? En forma genérica, se puede decir que si la persona no ha superado bien la crisis de la adolescencia, lo más probable es que el cuestionamiento surja apenas se inicien la década de los años treinta.

Sea como sea, el período de la andropausia, siempre implica un proceso doloroso pues –de una u otra forma- la persona está enfrentando un duelo: la pérdida de la juventud. Una crisis existencial genera primero ansiedad e incertidumbre. Es cuando, a menudo, surgen los estados depresivos, pues la persona no sabe cómo dar respuesta a preguntas que aún no tiene muy claras. Después se echan a andar los mecanismos de defensa y de éstos dependerá si la crisis se asume y elabora correctamente o bien, se niega (convenciéndose a sí mismos que no ocurre nada) o se quedan "fijadas" en ella, tratando de recuperar todo lo perdido.

En esta etapa juega un rol decisivo lo que sucede con los padres, pues las enfermedades se vuelven más frecuentes y, muchas veces pasan a depender económicamente de los hijos. Es ahí cuando se produce un fenómeno de identificación que tiende a agudizar el conflicto: "Esto les está pasando ahora a ellos, pero en algunos años me pasará a mí", se piensa. Todo esto deriva en una crisis, en que todo lo que parecía tan sólido, ya no lo es, incluyendo trabajo y relación de pareja.

"El enfrentarse de mala manera a estas crisis puede provocar situaciones desastrosas en la identidad de la persona, se desestabilizan matrimonios, se abandona a los hijos, se recurre a un cambio de imagen, ya sea en el corte, tinte del pelo o usando vestimenta exageradamente juvenil. Las expectativas idílicas pertenecen a los adolescentes, pero los adultos en crisis no logran comprenderlo conscientemente" (Rage, 1997).

A los 50, ya no se intenta recobrar (por lo general) la juventud de manera tan urgente, se enfrenta la vida y la muerte como algo más natural y la crisis se refiere a los logros conseguidos y a la proyección a futuro.

Sea cual fuere la naturaleza de los ajustes que se adopten a partir de la crisis de la edad media, lo cierto es que "la resolución adecuada llevará a un final de vida en que no predomina la amargura, sino la esperanza moderada relacionada con una actitud reflexiva" (Diamond, 1976).

Y para que esta crisis no se convierta en un estado de angustia permanente, que no se prolongue más allá de los seis meses a dos años que debería durar, los especialistas recomiendan primero, que se trata de una etapa necesaria por lo que no hay que desesperarse, sino tratar de reconocer las propias limitaciones y buscar las respuestas dentro de sí mismo (Ostojic, 1999).

Para algunos hombres uno de los factores desencadenantes de la crisis de la madurez puede consistir en el deseo de reconocimiento. Han tomado conciencia en forma bastante aguda de su mortalidad, no tienen muchos años por delante y, cuando se mueran ¿quién se acordará de ellos? Trascender por ello es fundamental; ya sea por pintura, poema, por un libro, algún trofeo ganado, etc. Lo primero que el hombre en crisis necesita (en realidad necesita esto durante y aún antes de su revisión médica) es alguien con quien poder hablar de sus problemas. Si existe una palabra que describa lo que el hombre en crisis necesita más, esa palabra es comunicación. La persona de quien el hombre casado más depende para la comunicación hacia quien es más probable que se vuelque cuando necesite un interlocutor comprensivo, es su esposa.

Para la mayoría de los matrimonios la comunicación parece declinar gradualmente después de los primeros años. Los esposos y las esposas aún hablan, por supuesto, pero generalmente sobre asuntos prácticos: acceder a un automóvil nuevo, salir de vacaciones, o respecto a los niños si los hay y, a medida que los niños crecen tienden a convertirse en el tema de conversación en el 90 por ciento de las veces. La comunicación en el matrimonio después de cinco años rara vez se refiere a los sentimientos personales entre ellos y de cada uno. Han aprendido a leerse la mente mutuamente, o a comportarse como si fueran a hacerlo. Los esposos pueden tomarse uno a otro por sentado. No necesitan hacer preguntas comprometidas. Ese es el modo en que la mayoría vive su vida. Y esa es una de las razones por las cuales se sufre la crisis de madurez (Rage, 1997).

Una vez casados la comunicación declina rápidamente. Después de diez años de matrimonio, los monosílabos constituyen el grueso de la mayoría de las conversaciones matrimoniales. Esto no es una verdad universal, por supuesto, pero es aplicable a una gran cantidad de matrimonios. Lo que sucede es que marido y mujer piensan que se conocen tan bien que la conversación no es necesaria. Ambos disfrutan los programas de noticias y a ambos les gustan las películas, a pesar de no ser siempre las mismas. De modo que ¿de qué van a hablar? De muchas cosas. Es muy probable que la esposa desee saber cómo andan las cosas en su mundo de los negocios: a usted probablemente le gustaría saber si la vida hogareña está comenzando a aburrirla, o si tiene problemas en su trabajo, etc. etc... Debería haber cientos de cosas interesantes para conversar entre esposos, pero después de unos cuantos años de matrimonio pierden el hábito de hablar mucho.

Cuando golpea la crisis de madurez, esta falta de comunicación con frecuencia hace que lo que podría haber sido un problema menor se convierte en un problema mayor. Podría suceder así, si el hombre, le dijera a su esposa: Hablemos un rato. "Últimamente me siento muy desdichado". Si ella responde: Bien, quizás podamos hacerlo por la noche; hoy tengo mi partido de bridge" esa habrá sido una oportunidad perdida que nunca se repita. Si en lugar de eso ella le dice: "Bien, Juan, déjame llamar para que alguien me sustituya en la partida de bridge". Y después de la llamada se sienta a su lado, quizás puedan llegar al origen del problema. Quizás él le diga que está cansado de su trabajo. Quizás ella le pregunte por qué su interés sexual esté declinado.

La mayoría de los psicoterapeutas creen, que la comunicación puede ser la llave para prevenir que las crisis de la madurez terminen en un desastre. El hombre y la mujer que se sientan juntos, al menos tres veces a la semana, durante media hora y desahogan sus almas uno al otro, evitarán muchos de los problemas que enfrentan otras parejas, particularmente en la etapa de la mediana edad. La mayoría de los matrimonios estallan por las cosas pequeñas que repetidas cientos o miles de veces, pueden conducir a cualquiera a la exasperación. Lo que es triste es que los ofensores ni siquiera se dan cuenta de que están molestando. La parte injuriada debe hablar o nada cambiará. Son estas cosas pequeñas las que van socavando de modo que se explota más vehementemente de lo que debería ser cuando surge un problema grande. Hay dos reglas muy significativas. Regla N° 1: "No transpirar por las cosas pequeñas". Regla N° 2: "Todas son cosas pequeñas".

¿De qué otras cosas deberían hablar? Las cosas grandes: el trabajo de él, el trabajo de ella; los hijos, las esperanzas y los miedos (Waldman et al, 2005).

Lo importante será aprender a sentarnos y escuchar, escuchar. Será sorprendente todo lo que puede descubrirse de la otra persona, que creímos conocer tan bien. Cuánto alivio podrá encontrar el hombre en crisis con respecto a su zozobra emocional simplemente con hablar –realmente hablar- con su esposa (Nolen, 1984).

Como se puede observar, este período de vida implica muchos cambios que afectan la vida psíquica y cotidiana del hombre.

Por otra parte, la teoría junguiana puede ser utilizada para vislumbrar esta etapa desde una perspectiva más macro sistémica. Son muchos los conceptos que se podrían emplear de la teoría junguiana pero, para los propósitos de este artículo sólo se emplearán el término de los arquetipos.

Los arquetipos son guías interiores que nos han acompañado desde el principio de los tiempos. Los vemos reflejados en imágenes recurrentes en el arte, la literatura, el mito y la religión y sabemos que son arquetípicos porque se los encuentra en todas partes y en todas las épocas. Existen en forma de energía, en el psiquismo inconsciente de todas las personas donde quiera que sea, existen tanto dentro como fuera del alma individual humana. Viven en nosotros, pero lo que es aún más importante, nosotros vivimos en ellos. Por ello podemos encontrarlos andando hacia adentro (hacia nuestros propios sueños, fantasías y a menudo también en nuestras acciones), o andando hacia fuera (en los mitos, las leyendas, el arte, la literatura, la religión y, como sucedía en las culturas paganas, en las constelaciones de estrellas, los pájaros y los animales de la tierra). De esta manera nos proveen imágenes del héroe interior y más allá de nuestros propios límites (Pearson, 1992).

El modo en que percibimos el mundo, está influido por el arquetipo dominante en nuestras acciones y pensamientos en un determinado momento, Cada uno preside una etapa de nuestra vida. Cada arquetipo ofrece algo que aprender con un don y un tesoro para enriquecer nuestras vidas.

Siendo que los arquetipos que nos importan en este momento son (Pearson, 1992):

"El Inocente": Es la parte de nosotros que confía en la vida, en nosotros mismos y en los demás. Es la parte que tiene fe y esperanza, aún cuando las cosas parecen imposibles. Es la parte en nosotros que sigue confiando en lo que sea que esperamos. También es la parte que nos permite confiar en los demás lo suficiente como para que podamos aprender de ellos, y en consecuencia, es esencial para adquirir las habilidades básicas para vivir y trabajar.

Sus características positivas son: La confianza y el optimismo. Ayuda a despertar al niño puro e inocente que cree como sólo un niño puede creer. Es esta capacidad para la fe lo que nos permite conservar nuestros sueños, esperanzas y visiones aunque las cosas vayan de mal en peor.

Sus características negativas son: La tendencia a la negación, simplemente no quiere ver que el progenitor, maestro o amante puede no merecer confianza. Por esta razón, el Inocente en nosotros cae repetidamente en las mismas situaciones abusivas, y se hace golpear y maltratar una y otra vez. Puede fácilmente pasar a la negación de las propias acciones, sin ver la responsabilidad que le toca por el rol que asumió en los problemas. No puede admitir que es imperfecto, sin sentirse espantosamente mal consigo mismo. El Inocente herido tiene miedo de hacer frente a sus propias limitaciones, las proyectan en los demás, culpando a otros de sus fallas.

"El Huérfano": El arquetipo del Huérfano de activa en cada uno de nosotros en todas las experiencias dolorosas en que el niño en nuestro interior se siente abandonado, traicionado, victimizado, descuidado o decepcionado. Vivimos en una sociedad en la que no se aprueba que alguien se sienta herido o vulnerable, lo que implica que la mayoría escondemos nuestro niño interno vulnerable, perdido o herido, por temor a ser juzgados por otros – quienes también están ocultando su niño dolorido. Como resultado este niño también está muy sólo. A todos nos dejan huérfanos las fallas y debilidades de nuestros padres. Y así como todos recibimos heridas, somos todos criados por padres heridos en diversos momentos de sus propias vidas. En resumen descubrimos que la vida no siempre es justa, las autoridades no siempre tienen razón y no hay absolutos infalibles. El Huérfano encarna al idealista decepcionado, al Inocente desilusionado, sabe que con frecuencia prospera la maldad.

Sus características positivas son: El don de interdependencia, la empatía y el realismo. Ya no confiamos en figuras exteriores de autoridad, sino que aprendemos a ayudarnos unos a otros, y a nosotros mismos y a hacernos cargo de nuestras vidas con responsabilidad. Es ayudarnos a reconocer nuestras heridas y a abrirnos lo suficiente para compartir nuestros temores, nuestra vulnerabilidad y nuestras heridas.

Sus características negativas son: El cinismo, ruindad, masoquismo o sadismo; usar el rol de víctima para manipular el entorno. Identificarse con el victimario y prefiere abusar de sí o de otros en lugar de identificarse con el sufrimiento del Huérfano interno.

"El Guerrero": En nuestro interior nos llama a tener valor, fuerza e integridad; la capacidad de tener metas y persistir en ellas y la habilidad para luchar cuando haga falta, en defensa propia o de los demás. Demanda un alto nivel de compromiso de nuestra integridad. El núcleo de El Guerrero es la afirmación de nuestro poder en el mundo, el establecimiento de nuestro lugar en el mundo y la transformación de nuestro mundo en un lugar mejor.

Sus características positivas son: el coraje, la disciplina y las capacidades entrenadas. Está muy identificado con la masculinidad. Afirma que el mal, la injusticia y la deshonestidad existen. Hace frente a los problemas propios y ajenos.

Sus características negativas son: El uso del poder para obtener ganancia personal sin consideración por la moral, la ética o el bien común. Se activa en nuestra vida cada vez que sentimos la tentación de ignorar nuestros principios para competir mejor, ganar, u obtener lo que deseamos. Percibe que virtualmente todo lo que sucede es un desprecio, una amenaza o un desafío al que hacer frente.

"El Bienhechor": Es el arquetipo que comienza haciéndose completamente responsable de la situación de aprendizaje o curación. El Bienhechor representa la nutrición, el cuidado de sí mismo y de los otros. Es el símbolo del dar y recibir, del amor, de la nobleza. Espejea la imagen de una mamá amamantando a su bebé. Es la generosidad como la tierra misma.

Sus características positivas son: Organización y establecer límites razonables de conducta donde puede crecer la vida individual o colectiva. Nos da energía para nutrir a las personas y crear situaciones en las que puedan crecer y desarrollarse. Fomenta las relaciones nutrientes.

Sus características negativas son: encontramos una "madre" sofocadora, victimizada y culposa. No discriminar y cuidar a otros como nos gustaría que nos cuiden a nosotros, implica enmascarar la propia orfandad. No reconocer ni respetar los límites y las prioridades personales. Hacer por otros lo que ellos deberían hacer por sí mismos. Abrir cuentas: incitar a los hijos a realizar nuestros propios sueños incumplidos o someterlos a mandatos familiares y sociales. No dejar crecer, para que siempre nos necesiten y no nos abandonen jamás.

"El Buscador": Su deseo principal es la libertad de encontrarse a sí mismo a través de la exploración del mundo. Su meta es experimentar una vida mejor, más auténtica y satisfactoria. Tiene un compromiso para ser honesto con él mismo y a no sacrificar su alma o subordinarla a otros. Este arquetipo es bueno para ayudar a las personas a sentirse libres o pioneros.

Sus características positivas son: impulso a asumir riesgos calculados, a disfrutar el proceso y a no perder la motivación intrínseca. Nos reta permanentemente a salir de nuestra zona de comodidad, a no dejarnos atrapar por la rutina de lo cotidiano, a descubrir horizontes nuevos de manera permanente.

Sus características negativas son: Se manifiesta como una necesidad obsesiva de ser independiente que nos mantiene aislados y solos. Si la urgencia es negada de plano, se expresará a través de síntomas mentales y corporales. Nos puede conducir a la soberbia.

"El Destructor": Es esa fuerza interna que nos ayuda a deshacernos de lo que ya no es verdadero y válido. Nos proporciona la firmeza y el coraje para destruir y abandonar lo que obstaculiza nuestro desarrollo. Nos ayuda a aprender el difícil arte del desapego generando espacio para lo nuevo y a superar los temores.

Sus características positivas son: nos ayuda a reconocer la necesidad de cambio o a renunciar a algo sin negar el dolor o la pena involucrados. Nos ayuda a aprender a nuestra muerte en cada decisión importante que tomamos, a tomar menos decisiones frívolas, a despojar la experiencia de todo lo superfluo hasta que se revela lo esencial. Nos da la energía para ser revolucionarios y canalizar esa energía para subvertir, destruir o cambiar sistemas represivos o dañinos.

Sus características negativas son: Nos puede convertir en criminales o llevarnos a cualquier acto auto destructivo. Nos podemos dañar o traicionarnos a nosotros mismos o a los demás. Nos puede conducir a negar la responsabilidad por el daño que hemos hecho.

"El Amante": Su deseo principal es la intimidad y experimentar placer sensual. Su meta gira alrededor de las relaciones con la gente, el trabajo, las experiencias. Este arquetipo es propio para ayudar a la gente a encontrar el amor y la amistad, y sobre todo a exaltar el sentimiento de pertenencia.

Sus características positivas son: nos pone en contacto con la posibilidad de la entrega enamorada. Entrega enamorada a "una misión" (por ejemplo Teresa de Calcuta), la entrega enamorada a una pareja o la entrega enamorada a la vida. Nos da poder interno.

Sus características negativas son: enfermedad, violencia, celos, "la lujuria insaciable", la cosificación del self y en ultima instancia una pérdida de fuerza vital, de energía, la opresión de la mujer.

"El Creador": Es el alquimista interno que transforma nuestra debilidades y problemas en aprendizaje y nueva vida. Convierte los círculos viciosos en círculos virtuosos y nos ayuda a usar el trabajo interior para cambiar afuera y tener un impacto, haciéndonos conscientes de la responsabilidad y el poder personal para generar realidades.

Sus características positivas son: conectar a las personas con la verdadera fuente de poder personal: la autoconciencia. Permite, además, internar los aspectos reprimidos o negados de la personalidad y transformarlos en energía útil. Afirma nuestro poder personal para afectar la realidad a partir de la intuición y la autoconciencia. Es el que nos permite pensar lo impensado; soñar y vislumbrar la manera de hacer realidad nuestros sueños; es la parte sensible, imaginativa, transformadora que diferencia al ser humano de otras especies y nos permite generar innovación y desarrollo.

Sus características negativas son: Olvidarnos de las necesidades del cuerpo, falta de autenticidad, creación abortada, fracaso de la imaginación.

"El Gobernante": es aquel arquetipo interno que nos permite seleccionar, eliminar, y decidir las mejores opciones, puesto que hemos pasado ya por un proceso previo de conocimiento, exploración y experimentación. Es el líder que somos, quien sabe trabajar con una capacidad integradora, y una capacidad de síntesis. Podemos haber despertado arquetipos que muevan a la revaloración en el terreno de las ideas, pero si no tenemos un gobernante despierto, nuestras ideas se quedarán en las márgenes de las buenas intenciones. El Gobernante nos ayuda a pasar a la acción con menos temores porque sabe evaluar cuáles son los momentos significativos para la acción.

Sus características positivas son: La creación del orden e integridad psicológica. Proporciona sensación de paz, unidad y armonía.

Sus características negativas son: Puede imponer orden reprimiendo algunas partes de nuestra personalidad, creando una brecha entre las partes aceptadas y las exiliadas del psiquismo.

"El Mago": es el arquetipo que nos llama a ser los dueños de nuestros propios procesos de transformación. Tiene el don de poder nombrar, una capacidad fundamental del mago que nos lleva a reconocer lo significativo de nuestros procesos creativos. El Mago es aquel arquetipo que sabe respetar sus búsquedas creativas tanto como las de los demás. Un mago es un maestro que puede hacer "arriesgadas mezclas", mixturas alquímicas, a partir de la experiencia, a partir del conocimiento previo.

Sus características positivas son: Integra a la sombra y la transforma en energía útil. Ayuda a poner en marcha el proceso de creación o transformación de nuestra vida en algo consciente. Nos conecta con el poder de lo divino para salvar, redimir o perdonar.

Sus características negativas son: llevarnos a que la sombra nos inunde, dominando las bajas emociones y pensamientos.

"El Sabio": Su deseo principal es descubrir la verdad. Su meta es usar su inteligencia y análisis para entender el mundo. Nos ayuda a trascender el yo pequeño y conectarnos a las verdades cósmicas.

Sus características positivas son: Nos ayuda a observar los eventos cotidianos de nuestras vidas (sentimientos e ideas) y dejarlos correr sin aferrarse a ellos.

Sus características negativas son: Ver la vida como un agua que se agita constantemente y por lo tanto no reconocer los patrones patológicos de nuestro comportamiento.

"El Bufón": Es un arquetipo que nos conecta con una de las capacidades fundamentales que aportan frescura y renovación a los procesos creativos, como lo es la capacidad lúdica, el juego que a un niño o niña en constante acción transformadora. Un Bufón es un sabio que sabe reírse de sí mismo para extraer la verdadera sabiduría de toda lección.

Sus características positivas son: Nos enseña que siempre estamos expresando nuestros diversos SÍ Mismos en el mundo. Contribuye a educarnos, transformarnos e integrar el Ello con otros aspectos de la consciencia.

Sus características negativas son: Evitar expresar todas las formas que asumimos en el mundo y por lo tanto no llegar a sentirnos muy bien.

Es importante anotar, que desde un punto de vista teórico, los arquetipos del Inocente, el Huérfano, el Guerrero y el Bienhechor nos ayudan a aprender a responsabilizarnos de nuestra vida ya que nos dan la confianza necesaria para aprender las habilidades básicas para la vida, el sentido de interdependencia de la vida humana y la capacidad para hacer nuestra parte, el coraje para pelear por nosotros mismos y por los demás. Mientras que los siguientes arquetipos nombrados, ayudan al desarrollo del self ya que nos ayudan a experimentar el sentido y la autenticidad de nuestras vidas. Finalmente, los últimos cuatro arquetipos nos ayudan a ser responsables y estar integrados, saludables y relacionados. Honestos y sabios, multifacéticos y alegres (Pearson, 1992).

Ahora bien, descubrir la influencia de los arquetipos no es tarea difícil. Es tal la fuerza y tan grande el número de arquetipos que sólo falta detenerse a observar la conducta humana y cuando veamos un tipo de pulsión que no puede explicarse plenamente de una forma racional, analicémosla detenidamente porque es probable que obedezca a la llamada irracional de los arquetipos. Por lo que, en las conclusiones de este artículo se intenta visualizar las experiencias del hombre andropaúsico desde estos conceptos junguianos.

Conclusiones.

Es intuitivamente obvio que un cambio de una fase de la vida a otra debe estar acompañada de ajustes psicológicos y un replanteamiento de la propia identidad.

La crisis de la edad intermedia, en el caso del género masculino, es esencialmente emocional en origen, pero si es lo bastante severa o prolongada puede tener consecuencias físicas, especialmente si se usan el alcohol o las drogas para mitigar el dolor de la crisis.

Es frecuente que muchas crisis de la mediana edad de los hombres pasen inadvertidas y terminan como los efectos de un cambio de trabajo, un cambio de casa, o un cambio de esposa, como si algo externo fuera la causa de tal "crisis".

Pero lo anterior no quiere decir, que verdaderamente no exista una crisis interna, simplemente se señala el hecho de que el hombre, por factores culturales y de educación, en muchas ocasiones no toma consciencia plena de esa crisis. Tiende a negar, o reprimir o intelectualizar lo que le ocurre en este período de vida.

Sin embargo, la vida le enseñara, de "un modo u otro" que en esta etapa todo gira alrededor de la insatisfacción con uno mismo, y de lo que uno ha obtenido, o, para ponerlo de otra manera, el sentido de que la vida no ha dado bien las cartas y de alguna manera la mano ganadora nos ha eludido, durante todo el juego. Para hacer esto peor, las cosas que lo mantenían en carrera a uno - trabajo, amigos, familia, estructura social, ímpetu para las metas, actividades deportivas, logros mayores o menores, sexo, el sentido de ser masculino, el sentido de ser importante, el mundo que uno ha creado - puede ser expuesto de repente o gradualmente como insustancial, insignificante, y de poca importancia a la faz de las cuestiones de la vida y de la muerte.

Hay soluciones. Algunos hombres no experimentan mucho la crisis, sólo continúan viviendo la primera etapa de su vida y luego pasan a la segunda. Otros pasan un período de gran turbulencia, entonces son redimidos y encuentran un nuevo curso y acercamiento al segundo pasaje de sus vidas. Esta manera implica un nuevo juego de desafíos, una nueva dirección, o entenderse con los que ya se han obtenido. A menudo los nuevos senderos son más espirituales y menos impetuosos que los de su juventud.

Es indudable que estos segundos tendrán la posibilidad de una vida más plena, de reencontrarse con aquellas partes de su personalidad que no han sido reconocidas como propias, y con ello, tener la posibilidad de integrarlas y encontrar un desarrollo más maduro.

Este viaje no es cosa fácil, implica compromiso, esfuerzo, dedicación y contacto con uno mismo, pero el descubrimiento y el entendimiento de los dioses internos (arquetipos) nos pueden ayudar en este camino.


En ese sentido, se puede afirmar que muchos hombres pasan su período andropaúsico viviendo el lado oscuro del arquetipo del Inocente por lo que fácilmente tienden a negar sus acciones, no reconociendo las limitaciones que se presentan con la edad.

Lo cual esta muy relacionado con las características negativas del Gobernante, pues en tales situaciones se mantienen reprimidas muchos aspectos de la personalidad de esos hombres.

A la vez, también tienen activado algunos aspectos negativos del arquetipo del Huérfano, por lo que viven esta etapa haciéndose las víctimas y buscando en el otro (frecuentemente una mujer más joven) la solución de su situación de vida. Lo que se conjuga, fácilmente, con los aspectos oscuros del Amante, por lo que no es raro que se manifieste una "lujuria insaciable", cambiando frecuentemente de compañera sexual, sin una discriminación y sin un verdadero compromiso.

En este momento, pueden ser frecuentes las infidelidades y relaciones matrimoniales, que aparte de reafirmar la virilidad son una manifestación de que la conducta se haya inundada por la Sombra, aspecto negativo del arquetipo del Mago.

El hombre es incapaz de reconocer lo patológico de estas conductas, ya que esta activado el polo oscuro del arquetipo del Sabio, y se deja guiar por los sentimientos y pensamientos sin una adecuada reflexión. Por lo que tampoco resultan raras las conductas infantiles o regresivas, en un intento de rescatar lo no vivido (características oscuras del Bufón).

Algunos otros hombres, se aferran a las características negativas del Guerrero, siguen en pos del poder personal, en un intento sobre compensatorio de los conflictos de este momento del desarrollo, luchan y se apegan más a los bienes materiales, lo que les evita tener una consciencia de sí mismos. Se suma a ello los aspectos negativos del Creador y entonces se da una creación con falta de autenticidad, sin imaginación, simplemente es un hacer pero sin goce ni satisfacción.

También es frecuente que se activen las características negativas del Bienhechor, con lo cual se explica que este tipo de hombres busquen que otros realicen sus sueños incumplidos, en lugar de buscar la trascendencia interna lo intentan de forma externa y entonces se vuelven soberbios tratando que otros los admiren.

Solamente a través de la activación de las partes positivas del Buscador, será como se pueda iniciar el rompimiento de estas ataduras y encontrar un significado profundo y real a esta etapa de la vida.

Es esencial anotar que este rompimiento de las "cadenas del pasado", no es sin una planeación, es decir, deben estar dirigidas por el arquetipo del Gobernante, que nos permite seleccionar las mejores opciones.

Se deben asumir riesgos para encontrarse consigo mismo, pues el crecimiento implica sufrimiento y dolor, recurriendo a la fuerza interna que proporciona el Destructor, pero siendo la manera en que el Creador positivo, también se pueda manifestar y trasforme, de forma alquímica, nuestras debilidades y problemas en aprendizaje y nueva vida.

De esa forma, se puede descubrir que ya lo importante no es el fulgor sexual, sino es más relevante la intimidad y el placer sensual, las cuales son las características positivas del Amante. Lo cual conllevará a una percepción diferente del mundo. A maravillarnos de cada cosa de este mundo, como lo hace un niño y de esta forma, el arquetipo del Inocente, nos dará fe y esperanza para lo que resta de vida.

Lo anterior, conduce a la interdependencia (arquetipo del Huérfano) es decir a aprender a ayudar al otro y a uno mismo, aumentando el sentimiento de pertenencia y de comunidad y haciéndonos responsables de nuestra vida. Sabiendo hacer frente a los problemas propios y ajenos (arquetipo del Guerrero).

Con ello, el hombre estará en el camino de descubrir la verdad, el por qué y el para qué de su existencia, lo cual conllevará a entender de distinta forma el mundo y la vida misma.

Hay que especificar que ese crecimiento del sentimiento de comunidad no significa responsabilizar al otro de nuestro crecimiento, ya que es esencial que el hombre, en esta etapa de su vida, se haga responsable de su propio proceso de transformación (arquetipo del Mago).

También el hombre, en este período debe establecer límites razonables de su conducta, saber diferenciar lo que se puede y no se puede hacer, utilizar a su Bienhechor de manera positiva.

Ello, no implica perder la espontaneidad y la frescura, al contrario, hay que desarrollar nuestra capacidad lúdica (arquetipo del Bufón) para gozar cada momento de nuestra existencia y el propio proceso de transformación.

Finalmente es importante aclarar que no se trata de eliminar las características negativas de estos arquetipos sino se trata de lograr un entendimiento y una vivencia dialéctica de estas polaridades que lleven a un mayor desarrollo del hombre, pues recuérdese que una función importante del gobernante es la capacidad integradora.

Bibliografía.

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