EL JARDÍN DEL PROFETA

EL JARDÍN DEL PROFETA



Cargada está mi alma con el peso de su
propio fruto maduro;

Cargada mi alma está con su propio fruto.

¿Quién vendrá ahora a escanciar, beber y
refrescarse del calo del desierto?

Ojalá fuera yo un árbol sin flores y sin frutos,

Porque el dolor de la abundancia es más
amargo que la esterilidad,

Y la amargura del rico de quien nadie nada acepta

Es mayor que la pesadumbre del mendigo a
quien nadie nada da.

Ojalá fuera yo un pozo seco y agotado
y los hombres me llenaran de piedras;

Porque esto fuere mejor y más fácil de soportar
que ser fuente de agua viva,

A cuyo lado pasan los hombres y no quieren beber.

Ojalá fuera yo una caña pisoteada,

Porque esto fuere mejor que ser una lira de
plateadas cuerdas

En una casa cuyo dueño no tiene dedos

Y cuyos hijos son sordos.

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