LA ATLANTIDA

EL PRIMER 'ATLANTÓLOGO'

El abogado y congresista estadounidense Ignatius Donnelly (1831-1901) es el maestro al que siguen todos los 'atlantólogos'. "Es el gran héroe de lo paranormal con referencia a la Atlántida. Dice lo que luego repetirán Erich von Däniken, Charles Berlitz y otros", indica el arqueólogo David García i Rubert.

En 'Atlantida, el mundo antediluviano' (1892), sitúa en el continente perdido el origen de casi todo, empezando por el alfabeto. "La tesis de Donnelly explicaba las semejanzas entre la civilización precolombina y la egipcia, con frecuentes tergiversaciones de los hechos, hasta dejarlos irreconocibles", apunta Richard Ellis en 'En busca de la Atlántida' (1999), el mejor libro sobre el mito publicado en español.

"Los pseudoarqueólogos son muchas veces falsificadores", coincide Juan Eslava Galán, quien no se cree "casi nada" respecto a sorprendentes hallazgos submarinos. "Se ha hablado muchas veces de muros y construcciones subacuáticas que son sólo formaciones naturales con apariencia artificial".

Dos canales productores de documentales compiten ahora por sumergirse en aguas de Gibraltar en busca del continente perdido. "En ningún lado se ha encontrado ni se encontrará algo parecido a lo que dice Platón", sentencia García i Rubert. Pero sólo el nombre de la Atlántida ya vende.


Una idílica Edad de Oro, un vasto continente perdido bajo las profundidades, un grande y poderoso imperio barrido en una noche por un cataclismo... el relato sobre la grandeza y decadencia de la Atlántida del griego Platón ha fascinado a la imaginación occidental durante más de dos milenios. En sus diálogos Timeo y Critias, Platón ofrece el primer comentario escrito sobre la civilización de esa isla legendaria. Describe la Atlántida como una gran nación marítima, fabulosamente rica, situada más allá de las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar), dominando el Mediterráneo entre Egipto y Toscana.
Era un lugar rico en recursos naturales: maderas, metales y piedras preciosas abundaban tanto como árboles frutales y hortalizas. Majestuosas montañas lo protegían de los vientos del norte, y animales salvajes y domésticos, incluyendo elefantes, vagaban por praderas, arroyos y lagos. Diez reyes, todos descendientes de Poseidón, reinaban sobre las diez regiones de esa isla paradisíaca, coexistiendo en perfecta armonía.
La Atlántida, según relata Platón, le fue entregada a Poseidón, dios del mar y de las tempestades, en el reparto de la tierra. Allí el dios encontró a una mortal llamada Clito, que vivía en una colina. Se casó con ella y fortificó su morada mediante anillos concéntricos, dos de tierra y tres de agua. Sus descendientes, los atlantes, incorporaron esos anillos a la ciudad que fundaron sobre la colina de Clito.
Sobre la colina edificaron el palacio real, y en medio de éste, el templo de Poseidón. Rodeado de un muro de oro, el templo tenía una fachada de plata y estaba adornado con chapiteles de oro. En su interior se erigía una estatua del dios, también de oro, en un carro arrastrado por seis caballos alados. Junto al templo, un arroyo caliente y otro frío abastecían depósitos y baños. Sobre los dos anillos de tierra construyeron templos y jardines, terrenos para el ejercicio de hombres y caballos, y una pista de carreras. En los puertos, trirremes totalmente equipados esperaban listos para la aventura a través de los mares.
Destrucción de la isla
Pero la Atlántida, con todo su esplendor, fue destruida desde dentro por la corrupción de sus habitantes. Inocentes y nobles en un principio, los atlantes se volvieron con el tiempo agresivos y ávidos de poder y trataron de sojuzgar a los pueblos vecinos. Sucedió, sin embargo, que fueron derrotados por los atenienses, y luego su isla fue destruida por fenómenos naturales.

La isla de la Atlántida fue destruida, según la leyenda, por una gran catástrofe natural. Algunos estudiosos la identifican con la isla volcánica de Tera, en Grecia, destruida por una erupción hacia 1500 a.C. El borde circular el cráter de Tera aparece claramente en esta fotografía aérea.
Platón, que murió en 347 a.C., proclamaba que esa «historia real» le había sido relatada unos 200 años antes de su época al ateniense Solón por los sacerdotes de Sais, la capital del Bajo Egipto. Solón trasmitió oralmente la historia hasta que llegó a oídos de Platón, única fuente antigua de dicho relato. Él lo presenta como un hecho, pero en realidad la utiliza como alegoría ilustrativa de un argumento. Aristóteles, su discípulo más famoso, no la creyó. Pero desde la época de Platón, más de 2.000 libros se han publicado sobre la Atlántida, aceptando la mayoría de ellos el relato de Platón como cierto.

Los escapados acantilados volcánicos fueron testigos del terrible cataclismo sufrido por Tera. Cuando la isla, también conocida como Santorini, explotó hace unos 3.500 años, estaba habitada por pueblos de la cultura minoica. ¿Podrá tratarse de los atlantes descritos por Platón?


El pueblo de la Atlántida, mostrado en una reproducción de la obra de Atalanta (1949), de sir Gerald Hargreaves, gozaba de una opulenta Edad de Oro. Platón describe unos jardines deliciosos, parques, fuentes y edificios adornados con oro y plata. Había igualmente un terreno de ejercicio para los caballos y una pista de carreras.


El filósofo griego Platón, representado aquí con su discípulo Aristóteles a su izquierda, fue el primero en describir la Atlántida. Platón afirmaba que su relato era cierto, aunque si alguien no le creía, era precisamente Aristóteles. Empero, desde los tiempos de Platón la leyenda de la Atlántida ha inspirado innumerables obras y teorías.

El misterio de la Atlántida, de su existencia real, y, en tal caso, de su posible localización, ha atraído a estudiosos y místicos durante siglos. En el XVI, John Dee, astrólogo de la reina Isabel de Inglaterra, sugirió que las Américas, recién descubiertas, eran la Atlántida. En el siglo siguiente, un sueco llamado Olof Rudbeck situó el gran continente hundido en Suecia.
En realidad, la Atlántida ha sido identificada con lugares tan distantes como Australia, Brasil, Malta, Gran Bretaña y Groenlandia.
En épocas más recientes, el vidente Edgar Cayce (1877-1945) profetizó que los templos de la Atlántida serían descubiertos cerca de Bimini, en las Bahamas, en 1968 o 1969. En 1968, un buzo oriundo de las Bahamas llamó la atención sobre algo que parecía un amplio «camino» de piedra, sumergido bajo el mar cerca de Bimini. El descubrimiento causó sensación, pero aún no ha podido determinarse si el mismo es natural o hecho por el hombre.
Muchos buscadores de la Atlántida creen plenamente en la afirmación de Platón de que la misma se halla más allá del estrecho de Gibraltar. Otros piensan que la descripción de la Atlántida encuentra un eco en la civilización que según se sabe floreció en la isla griega de Tera, hasta que ésta fue totalmente destruida por una fuerte erupción volcánica alrededor de 1500 a.C. Las vasijas y frescos extraídos de las excavaciones de Tera se asemejan en su estilo a los de la sofisticada cultura minoica de Creta, a 140 kilómetros al sur de Tera.

Ignatius Donnelly (1831-1901) publicó en 1882 un libro sobre la Atlántida que se convirtió en un clásico para aquellos que creían en su existencia. Su mapa sitúa la isla en el océano Atlántico, más allá de las columnas de Hércules, donde también la situó Platón.
La Atlántida y los minoicos
Es posible que la explosión de Tera no sólo destruyese la isla, sino que precipitase la caída de la Creta minoica, que acaeció alrededor de 1450 a.C. ¿Podría ser el relato de Platón una variación del testimonio de ese suceso?
Al igual que los atlantes, los minoicos moraban en islas con astilleros, una poderosa flota y un pr6spero comercio marítimo. Poseían hermosas viviendas y soberbios artefactos, y también como los atlantes, eran habilidosos constructores e ingenieros. Como en la Atlántida, el toro, consagrado a Poseidón, era importante en los rituales minoicos. Además, esa rica civilización también parece haber tenido un brusco final. Si la fecha indicada por Platón sobre la Atlántida, 9.000 años antes de Solón, perdiese un cero (¿error de transcripción?), se ajustaría exactamente a la época de la cultura minoica.
Aunque siguen permaneciendo dudas, una de ellas (y no la menor) es que Platón afirmara explícitamente que la Atlántida se hallaba más allá de las Columnas de Hércules. Mientras tanto, los hombres continúan buscando la utópica isla de Platón, inspirados por la dorada existencia de sus habitantes, «ya que las intenciones de sus corazones eran sinceras...»

Desde que Platón escribió sus misteriosos diálogos llamados "Timeo" y "Critias", cuya extensión no es más que de unas 20 páginas de un libro actual, la leyenda de la Atlántida ha fascinado a muchos. El filósofo señalaba que en ese misterioso lugar moraba un pueblo extraordinariamente civilizado y rico, y que un día sobrevino en el mundo un cataclismo de tales magnitudes que en un lapso de 24 horas lo hundió en el mar, con todas sus riquezas y esplendores. Esto ocurrió, dice Platón, 9500 años antes de que él lo escribiera.
Según el investigador Otto Muck, la Atlántida era un paraíso templado-cálido, de fértiles llanuras, en cuyas cordilleras abundaban los bosques de maderas valiosas. Era una tierra rica en cobre, estaño, oro y plata. Era tanta la riqueza de aquellas tierras y tal la excelencia de su clima, que su población se multiplicó rápidamente, llegando a los 60 millones de habitantes; una cifra portentosa, más si se estima que Egipto (unos de los países más densamente poblados del mundo antiguo) no pasó jamás de los 15 millones. También parece haber sido una civilización muy avanzada para aquellos tiempos, en los que Europa recién entraba al periodo neolítico. Pero dice la tradición que los atlantes se alejaron de su dios, de sus antiguos líderes, y extraviaron el propósito de sus vidas; y que por esa causa el dios Zeus había decidido castigarlos.

¿DONDE ESTABA LA ATLANTIDA?

El sacerdote jesuita A. Kirchner, investigador de la obra de Platón, afirmó en el año 1665 que el continente perdido habría estado en el océano Atlántico, entre España y América, dato que es compartido por la mayoría de los investigadores actuales.
Cuentan las leyendas antiguas, que entre los siglos XII y I antes de Cristo, era imposible alejarse de la costa europea más allá de las Columnas de Hércules ( hoy estrecho de Gibraltar) pues se encontraban aún flotando enormes masas de lodo procedentes del cataclismo que hundió a la Atlántida. ¿Cómo sería posible esto? Una respuesta muy seria la dan los vulcanólogos, especialmente aquellos que tuvieron la opurtunidad de estudiar los efectos de grandes erupciones. Nos indican que las cenizas volcánicas son lanzadas a gran altura mezcladas con ácido carbónico, nitrógeno, agua y anhídrido sulfúrico. La lava en estado de cenizas es porosa y los ácidos y el agua extraen de ella gran cantidad de compuestos minerales hasta dejar sólo los materiales más inertes y duros; estos constituyen la piedra pómez, una piedra tan liviana que flota sobre el agua hasta que, poco a poco, se impregna y se hunde.

EL CATACLISMO

A comienzos de la decáda de los 60, un grupo de geólogos alemanes desarrolló una teoría que parece confirmar la posibilidad de que haya habido un cataclismo bien determinado, capaz de hundir un subcontinente de 200 mil kilómetros cuadrados en el fondo del mar dejando afuera sólo sus montañas más elevadas, como por ejemplo las islas Azores. Tomaron en consideración 3 factores:
Primero, el deslizamiento de las placas continentales. Según estas teorías, el continente americano se separó de Europa, Africa y la Antártida por el deslizamiento de las placas sobre las capas más profundas y viscosas del planeta. Si miramos un mapa, veremos que sus formas calzan casi como las piezas de un rompecabezas. La excepción la constituye la zona correspondiente al Caribe y España, donde queda un espacio vacío.
En segundo lugar, el hueco que se produce coincide con la extensión tradicionalmente atribuida a la Atlántida.
Tercero, han comprendido que ninguna erupción volcánica habría podido producir un efecto suficiente como para hundir una masa tan grande de tierra firme.
De acuerdo a esto desarrollan la tesis de que el cataclismo que, sí podría haber provocado tal hundimiento, sólo podría originarse en una perforación tan profunda en el suelo submarino que alcanzó las materias fundidas que hay debajo de la corteza terrestre, a las que llamamos "magma". Este cráter habría proyectado gigantescos chorros de materia incandescente haciendo que al mismo tiempo se hunda el fondo oceánico, con lo que en unas 24 horas toda la Atlántida habría podido sumergirse hasta una profundidad de 3 mil metros. La masa enorme de cenizas volcánicas, millones de metros cúbicos de lava porosa y piedra pómez, se habría precipitado pronto sobre el mar en el mismo lugar donde antes se alzaba la hermosa isla de los atlanes.
Se cumplirían así los detalles más dudosos del relato de Platón. Por supesto que hay muchos más indicios que indican que el fondo del mar inmediato a los Azores estuvo antes emergido. Por ejemplo, se han detectado allí grandes extensiones de fondo marino arenoso, y es sabido que la arena sólo se produce en las superficies por la acción del agua sobre las piedras; y todo esto sin mencionar las ruinas submarinas descubiertas en la región conocida como Triángulo de las Bermudas.

LA MUERTE VINO DEL ESPACIO

Finalmente, este grupo de geólogos encabezado por el investigador Otto Muck, concuerda en que el único acontecimiento que podría haber provocado tales efectos estaría relacionado con el espacio exterior. Observando la zona de Carolina, en Estados Unidos, donde hay una concentración notable de cráteres ocasionados por meteoritos de masa relativamente grande, se preguntaron si tales meteoritos no habrían sido fragmentos de uno mucho más grande que habría caído sobre el océano.
Si dicho meteoro hubiera golpeado la superficie marina en el ángulo apropiado, su masa habría penetrado hasta el magma como un perdigón que atraviesa un huevo.
Queda algo por preguntarse: ¿Qué dioses quisieron castigar a esos atlantes que "se alejaban de su dios"? Platón estaba a punto de escribir la serie de conceptos con que Zeus justificaba su decisión de condenar a los atlanes, cuando la muerte le arrebató el burril y el pensamiento.
Las primeras referencias de una tierra llamada Atlántida (o Atlantis) se le atribuyen a Platón, un filósofo y profesor griego que vivió hace años. Según los comentarios de Platón, algunos de ellos incluídos en su obra "Crítias":
"Hacia el año 590 a. C. el sabio griego Solón visitó una ciudad egipcia llamada Nelth, en el Delta del Nilo. Allí preguntó a unos sacerdotes, quienes asentaban en libros sagrados los acontecimientos más destacados del mundo en aquellos tiempos, sobre hechos del pasado. Uno de ellos le narró que hacia unos 9,000 años (lunares), frente a las Columnas de Hércules, opuesto al estrecho, se alzaba una hermosa y fructífera isla en el Océano Atlántico, en cuyo centro se levantaba una montaña inaccesible. "
Los papiros descubiertos en la Tumba de Senneferi sólo vienen a ratificar lo que Platón relató en el Critias sobre la Atlántida. Se trataba de un lugar donde había abundancia de recursos naturales, diversidad de animales y cuya sociedad presentaba un avance tecnológico inmensamente superior a otras civilizaciones.

Otro aspecto interesante es la influencia de esta civilización en otras culturas. Los objetos de oricalco y referencias hallados en Grecia, Egipto y las islas Madeira demuestran la grandeza del imperio atlante. Luego, sus dioses eran simplificaciones de los que adoraban los griegos y su escritura una versión más sencilla que la tartésica, con lo cual se van comprobando algunos aspectos de su carácter de “cuna de la vida”.
c.- Oricalco:

El oricalco al que se refiere Platón no es más que una aleación de cobre, zinc y plomo, pero este metal tenía una trascendencia religiosa para los atlantes, aspecto que queda comprobado en las estatuas de dioses -bañadas en este metal- halladas en las excavaciones de Helike, así como en la fuente de este matEn algún momento de la historia atlante se produjo una gran crisis ecológica, causada por el excesivo afán de los atlantes por seguir creciendo tecnológicamente y expandir su imperio. Esto queda reflejado en los manuscritos de Senneferi y en el Critias, que aporta una visión más divina del problema.
Los atlantes habrían generado un desgaste de su sistema natural a lo largo de muchos años, lo que les llevó a un punto sin retorno, donde se vieron obligados a recurrir al oricalco para solucionar algunos de sus problemas, en las áreas de transporte y de vivienda, por ejemplo.
El evento que causó la destrucción de la isla y el fin de esta civilización no está muy claro. Hay tres hechos que pueden aportar pistas.
Primero, que hace 11 mil años el nivel del mar era mucho más bajo que en la actualidad. Segundo, los expertos hablan de que una “agitación geológica”, acompañada de un tsunami, pudo haber acabado con la isla. Tercero, el descubrimiento de restos de oricalco mezclados con oxicianuro de mercurio en concentraciones elevadas lleva a pensar que un accidente en la manipulación de estos materiales pudo haber provocado una explosión y el desprendimiento de gases venenosos que terminaran con los atlantes.
Uno de estos eventos o la suma de ellos pudieron ser las causas del fin de esta civilización y de la isla que la soportaba.
e.- Conclusión
El Proyecto Kritias desea difundir -más allá del carácter arqueológico de los hallazgos- la importancia de preservar los recursos naturales. En cierta medida, la historia de la Atlántida se asemeja a lo que está sucediendo actualmente en el mundo.
El individualismo y la pérdida de los valores humanos han llevado a las personas y empresas a olvidarse del cuidado de nuestra flora y fauna, cuya destrucción está causando fenómenos como el calentamiento global, problemas sanitarios, desabastecimiento de agua y comida en muchos lugares de nuestro planeta, entre otros.
También está el peligro en la manipulación de la energía nuclear, los desechos tóxicos y el uso de armas químicas en las guerras.
Si no cuidamos nuestro medio ambiente, podríamos sufrir consecuencias similares a las de la Atlántida: hambre, crisis energética, puesta en peligro del modelo de vida, pero esta vez a escala global.
De las investigaciones realizadas, se deduce que la Atlántida estaba situada en torno a las actuales islas Cícladas, tenía una extensión de unos 5.300 km2 y desapareció bajo las aguas hacia el año 5.500 a. C.
Todo concuerda perfectamente: La extensión del núcleo principal de la Atlántida, constituido por una isla relativamente grande, situada en el centro del mar Egeo, está plenamente justificada en función del descenso del nivel del mar ocasionado por la última glaciación y por la formación de un istmo en el estrecho de Gibraltar. Su desaparición repentina se justifica asimismo por los mecanismos de recrecido y posterior ruptura de dicho istmo, habiéndose incluso podido constatar, gracias a las pruebas del carbono 14 realizadas en los sedimentos del mar Negro, la época en la que presumiblemente se sumergió bajo las aguas.
Esta teoría supone que, al romperse el istmo de Gibraltar y estar el Mediterráneo, por debajo del nivel del océano Atlántico, las aguas de éste último irrumpieron violentamente en el Mediterráneo, provocando una elevación casi instantánea de las aguas del orden de 78 metros.
Reproducimos del libro: «Platón dice en el diálogo de Timeo que "la Atlántida se sumergió en el mar en un día y una noche horribles" y, si nos referimos a la llanura central, que es donde supuestamente estaba la capital, podemos decir que sí, que así debió ser. La llanura central, debido a estar muy poco elevada sobre el nivel del mar, de 10 a 15 metros como máximo, debió desaparecer, bajo las olas y el rápido ascenso del nivel del mar, en un tiempo no mucho mayor. Recordemos que, según los cálculos efectuados, el incremento inicial del nivel del mar se estima en 2,9 m/día que, unido al fuerte oleaje reinante, pudo hacer desaparecer dicha llanura en un máximo de dos o tres días.»

La Atlántida se formó como consecuencia de la existencia de un istmo en el estrecho de Gibraltar, que perduró hasta casi el término de la última glaciación, propiciando la existencia de un gran desnivel entre el mar Mediterráneo (estabilizado) y el océano Atlántico (a nivel variable), que perduró hasta la rotura del mencionado istmo, ocasionado casi con toda seguridad por un tsunami, asociado a un maremoto, semejante al que tuvo lugar en 1755 frente a las costas del cabo de San Vicente.

El istmo de Gibraltar se rompió hacia el año 5500 a. C., desapareció la Atlántida y el nivel del mar mediterráneo subió de repente unos 78 m, hasta igualarse con el del océano Atlántico.

La Atlántida no desapareció por completo, el mar continuó subiendo durante los siguientes 1.500 años, hasta alcanzar un equilibrio semejante al actual. El nivel del mar subió durante ese periodo unos 17 m.

En lo que quedó de la Atlántida (las actuales islas Cícladas), los que se salvaron guardaron en su memoria las imágenes del desastre y lo trasmitieron oralmente a sus descendientes.

La Hélade (primitivos Griegos: jonios, eolios y dorios), comenzaron a asentarse en Grecia hacia el año 2.000 a. C. Los jonios se establecieron, entre otros lugares, en las islas Cícladas, donde tomaron contacto con los descendientes de los habitantes de la Atlántida y conocieron a través de ellos la leyenda. Proclo (filósofo griego del siglo V) refiriéndose a un manuscrito (desgraciadamente perdido) del historiador y geógrafo Marcelo, asegura que en dicho manuscrito se decía que “las tradiciones sobre la Atlántida fueron recogidas por viajeros en una remota isla". Es muy posible que dicha remota isla, desde el punto de vista egipcio, sea una de las Cícladas.

Mercenarios jonios, procedentes de las islas Cícladas, se establecieron en el delta del Nilo y concretamente en Sais que entonces era capital de Egipto, durante el reinado del faraón Psamético I (Siglo VII a. C.), siendo ellos, casi con toda seguridad, los que transmitieron la leyenda a la clase sacerdotal egipcia, que la plasmó en los papiros e inscripciones a los que hace referencia Platón.

Platón viajó a Egipto y allí tuvo conocimiento de la leyenda, la cual utilizó más tarde para hacer una crítica a la política de su tiempo en los diálogos de Critias y de Timeo, ya que los atenienses estaban repitiendo los mismos errores cometidos por los persas hacía tiempo.

En dichos diálogos, si cambiamos la palabra “atlantes” por la de “persas”, se observa el gran parecido con el relato de la guerra contra los persas, que había tenido lugar en la generación anterior a Platón y que aún estaba muy fresca en la memoria colectiva de los griegos.

A partir de aquí, casi todo lo que se dice o se escribe son puras elucubraciones, la mayor parte de ellas sin ningún tipo de fundamento, aunque algunas sobradas de ingenio e imaginación, las cuales no resisten el más mínimo análisis crítico. Tan sólo algunas hipótesis apuntan con cierta lógica a Santorín o Creta, pero no aciertan a dar en el clavo ni en cuanto a las causas, ni a la ubicación exacta de la Atlántida, ni a la fecha en la que se sumergió bajo las aguas. Faltaban algunas claves fundamentales para poder hacerlo, las cuales se han descubierto hace muy pocos años:

Una clave fundamental es el cambio de salinidad del mar Negro (descubierta en 1.998, mediante las pruebas del carbono 14 realizadas en los sedimentos de dicho mar), gracias a la cual se ha podido determinar la fecha aproximada en la que desapareció la Atlántida. Otra clave, no menos importante, es el descubrimiento de grandes deltas sumergidos en el Mediterráneo, gracias a cuya información se ha podido determinar con un grado de aproximación importante, tanto la línea costera de la isla principal, de las islas cercanas y la del continente, como su extensión y los motivos (totalmente naturales) por los que se sumergió bajo las aguas.
Localización de la Atlántida. Resumen de claves.
CLAVES COMENTARIOS CONCLUSIONES
• Similitudes entre las lenguas ibéricas, el vasco, el etrusco y el bereber Recientemente se ha podido comprobar que todas ellas están emparentadas y tienen un origen común Dicho origen solo es explicable de haber existido un nexo de unión entre Europa y África que facilitara las migraciones
• Nivel del Mediterráneo durante la última glaciación
• Nivel del océano Atlántico durante la última glaciación

Los deltas sumergidos de dicho mar, determinan un nivel estable a una profundidad de unos 95 m.
Su nivel fue variable según las épocas, con una profundidad máxima de 130 m
Ambas afirmaciones son claramente incompatibles, a no ser que se admita la existencia de una separación física entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo
• Sedimentos, aporte de los materiales necesarios para consolidar el istmo. Colmatación histórica del lago Ligur, formación de los litorales onubense y de Doñana, unión a tierra firme de las islas de Cádiz y de San Fernando, etc. Los sedimentos proceden de la erosión costera y de los ríos Guadiana, Guadalquivir, etc. y son de tal magnitud que indudablemente consolidaron el istmo.
• Estabilización del mar Mediterráneo Al tratarse de un mar totalmente cerrado, su nivel sólo depende del equilibrio entre el agua evaporada y los aportes de ríos y lluvias. Al hacer un balance hídrico de entradas y salidas, se comprueba que el nivel de estabilización está entre 90 y 100 m por debajo del actual.
• Corrientes marinas y vientos dominantes Las corrientes marinas arrastran los sedimentos hacia el estrecho. Los vientos dominantes soplan insistentemente unas veces de levante y otras de poniente Ambos factores, unidos al oleaje y a las mareas, contribuyen decididamente tanto a la consolidación del istmo, como a su recrecimiento
• Aparición de la Atlántida Con el nivel del mar Mediterráneo a 95 m de profundidad, aparece en el mar Egeo una gran isla de unos 5.300 km2 de extensión Dicha isla, estaba constituida por dos grandes llanuras, sumergidas en la actualidad y por diversas áreas montañosas, cuyas cimas más altas son las actuales islas Cícladas
• Máxima extensión del istmo El istmo iba aumentando su anchura, al ritmo que bajaba el nivel del océano Atlántico La máxima anchura del istmo, formado en la parte más occidental del estrecho, debió ser de 30 km
• Ruptura del istmo Como consecuencia del retroceso de la glaciación, aumentó el nivel del océano Atlántico y disminuyó la anchura del istmo, aunque no obstante siguió ganando en altura Finalmente, dada su creciente precariedad y tal vez la intervención de un maremoto, el istmo se rompió e irrumpieron violentamente las aguas del océano Atlántico en el mar Mediterráneo
• Consecuencias de la ruptura del istmo
Se inundó el mar Mediterráneo y posteriormente el mar Negro que, a partir de ese momento, dejó de ser un lago de agua dulce para convertirse en un mar de agua salada Desapareció la Atlántida, de la que solo quedaron como testigos las cimas más altas de las montañas y se inundaron amplias áreas costeras del Mediterráneo y del mar Negro
• Duración del proceso Para estimar su duración, se han realizado cálculos hidráulicos, en función de las velocidades del flujo circulante y de los perfiles mínimos de los estrechos de Gibraltar y del Bósforo De dichos cálculos se deduce que, para llenar el Mediterráneo se necesitaron 39 días y para llenar el mar Negro unos 10 meses, si bien las zonas llanas de la Atlántida debieron tardar en desaparecer bajo las aguas tan sólo 2 ó 3 días
• Cuándo ocurrió Se han realizado estudios oceanográficos y pruebas del carbono 14 en los sedimentos del mar Negro, gracias a los cuales se puede determinar cuándo cambió este mar de salinidad De acuerdo con dichas pruebas, estos hechos debieron ocurrir hace aproximadamente 7500 AÑOS


Tras una minuciosa investigación, un español consigue determinar tanto la extensión y situación exactas de la Atlántida, como las causas que la hicieron desaparecer bajo las aguas hace aproximadamente 7.500 años.

Se trata de una teoría totalmente novedosa, que aporta un punto de vista diferente, basado en hechos y razonamientos perfectamente contrastados, los cuales son tan coherentes que, una vez conocidos, resulta extraño que nadie antes se hubiera dado cuenta de las relaciones existentes entre ellos. El descubrimiento y confirmación de la existencia de la Atlántida está basado en una serie de hechos que, aunque en principio pudieran parecer inconexos, van encajando perfectamente, desembocando finalmente en el descubrimiento de una gran isla que bien pudiera ser la Atlántida de Platón.

Platón en sus diálogos de Critias y de Timeo nos habla de la Atlántida, siendo su mérito fundamental el hecho de haber contribuido decididamente a la pervivencia del mito y que su memoria no se perdiera para siempre, pero lió tanto la madeja que nos hizo dudar de su existencia.

A partir de entonces y durante más de 2.300 años, se ha fantaseado incesantemente sobre el tema sin llegar a ninguna conclusión válida, no aguantando la mayor parte de lo que se ha escrito el más mínimo análisis crítico.

Sólo ahora y a través de esta teoría, se ha podido explicar como y cuándo pudieron ocurrir los hechos, siendo en cualquier caso tan verosímiles los argumentos presentados que, de no haber ocurrido así, difícilmente podría encontrarse una explicación mejor desde el punto de vista científico.

Como muchos grandes descubrimientos, éste también surgió por casualidad, ya que en principio se trataba únicamente de justificar las similitudes existentes entre las distintas lenguas que se hablaban antiguamente a ambos lados del estrecho de Gibraltar (algunas de ellas aún se hablan), encontrándonos finalmente con la Atlántida como resultado de la confrontación y ajuste de una serie de datos procedentes de disciplinas tan diversas como pueden ser la lingüística, la etnografía, la pre y protohistoria, la geomorfología, la hidráulica, la arqueología, etc.

La teoría se basa fundamentalmente en los siguientes hechos:
• Las similitudes existentes entre las lenguas ibéricas, el vasco, el etrusco y el bereber, hacen suponer que todas ellas están emparentadas y tienen un origen común, sólo explicable suponiendo que durante mucho tiempo hubiera podido existir un nexo de unión entre ambas orillas del estrecho, que hubiera posibilitado las migraciones continuas y masivas que parecían haber tenido lugar en tiempos prehistóricos.
• Al hilo de esta idea y estudiando la estratigrafía de los grandes deltas del Mediterráneo (Ebro, Ródano, Nilo, etc.), donde existen grandes deltas sumergidos a una profundidad de unos 90 - 100 metros, salta a la vista que dicho mar debió estar estabilizado durante milenios a esa profundidad.
• Por otra parte, como consecuencia del descenso de las temperaturas que tuvo lugar durante la última glaciación, mientras que el nivel del mar Mediterráneo permaneció estabilizado, el del océano Atlántico osciló según las épocas entre los 17 y 130 metros de profundidad, lo cual sólo es posible si ambas orillas del estrecho hubieran estado unidas.
Con el fin de corroborar esta tesis, se estudió la geomorfología del estrecho de Gibraltar, los posibles aportes de sedimentos, las corrientes marinas, los vientos dominantes, etc., llegando finalmente a las siguientes conclusiones:
• El cambio de salinidad del mar Negro, sólo es explicable con un istmo en el estrecho de Gibraltar que perdurara hasta casi el término de la última glaciación, aunque aquí se choque con la hasta ahora generalizada opinión de los geólogos, que dicen que dicho estrecho se rompió en el Plioceno, sin darse cuenta de que, si bien la tectónica de placas tendía a separar las masas continentales, dicha fractura se estaba sellando al mismo tiempo con el aporte de sedimentos.
• Los sedimentos procedieron de la erosión costera y de los aportes de los ríos Guadiana, Guadalquivir, etc., que proporcionaron cantidades ingentes de sedimentos, como lo prueba el hecho del cierre y posterior colmatación en tiempos históricos del lago Ligur, propiciando que dichos sedimentos se depositaran en el estrecho las corrientes marinas que, suponiendo fueran semejantes a las actuales, giran en la orilla atlántica según el sentido de las agujas del reloj y en la orilla mediterránea en sentido contrario.
• Una vez admitida la existencia del istmo, las mareas, el oleaje y los vientos dominantes propiciaron tanto la consolidación y aumento de su anchura, como su posterior elevación.
• Dicha elevación, constatada actualmente en el litoral de Doñana, en las islas barrera de Norteamérica, etc., es fundamental para comprender como, cuando la intensidad de la glaciación comienza a disminuir y consecuentemente a subir el nivel del mar, la extensión del istmo, cuya anchura máxima se estima que pudo alcanzar 30 km, va decreciendo paulatinamente al mismo tiempo que se va elevando su altura, hasta que finalmente, se rompe provocando la elevación repentina del nivel del mar Mediterráneo y acto seguido el del mar Negro.
Se considera que en el momento de la ruptura del istmo, el nivel estimado del océano Atlántico estaba a 17 metros de profundidad, el del mar Mediterráneo rondaba los 95 metros y el del mar Negro (de acuerdo con la carta marina de los Dardanelos) era de 60 metros. A partir de estos datos y teniendo en cuenta las secciones mínimas de los estrechos de Gibraltar y del Bósforo, se realizaron unos sencillos cálculos hidráulicos, los cuales arrojan como resultado que el mar Mediterráneo debió tardar en llenarse unos 39 días y el mar Negro, debido a la estrechez del Bósforo, aproximadamente 10 meses, si bien las llanuras central y del sur de la isla Atlántida, debido a estar muy poco elevadas sobre el nivel del mar, desaparecieron bajo las aguas en tan sólo dos o tres días.

Aparte de estas consideraciones, existen evidencias suficientemente fuertes, basadas en las pruebas del carbono radioactivo 14 realizadas en los sedimentos del mar Negro, de que esto debió ocurrir hace aproximadamente 7.500 años, pasando dicho mar en ese momento de ser un lago de agua dulce a un mar de agua salada, existiendo también restos de playas a 60 m de profundidad, lo cual prueba que en dicha época una gran avalancha de agua elevó el nivel del mar Negro y cambió su salinidad, corroborando al mismo tiempo la verosimilitud de la teoría que se está exponiendo.

Si consideramos que esto fue así y todas las pruebas confluyen en ello, a una profundidad de unos 95 m, según las cartas marinas del mar Egeo, aparece en torno a las islas Cícladas una gran isla de unos 5.300 km2, que concuerda bastante bien con la Atlántida de Platón.

Teniendo en cuenta todo esto y, después de un análisis de la información disponible sobre la Atlántida, de la pre y protohistoria del área geográfica afectada, así como de todas aquellas informaciones colaterales que de alguna forma aportan cierta luz sobre el tema, se llega finalmente a la conclusión de que si bien en el relato de Platón (diálogos de Critias y de Timeo) existen muchas exageraciones y una indudable adaptación de la historia a sus propios intereses (que no son otros que hacer una crítica a la política de su tiempo), la Atlántida efectivamente existió, coincidiendo su ubicación más probable, por no decir la única posible, con la gran isla central que surge de las aguas al descender el nivel del mar 95 metros.

En cuanto a las posibles relaciones con las culturas que le sucedieron, lo más probable es que la cultura de los atlantes no desapareciera por completo. Desapareció el núcleo central de la Atlántida, pero quedaron emergidas las cumbres de las montañas (las actuales islas Cícladas), donde se desarrolló la cultura cicládica o geométrica y la isla de Creta, que también pertenecería al ámbito cultural de la Atlántida, donde se desarrolló la cultura minoica.

Según esta teoría, ambas culturas están en el mismo plano y tienen el mismo origen, diferenciándose únicamente en el grado de desarrollo alcanzado, que fue mucho mayor en la isla de Creta que aunque agreste y montañosa tiene una extensión superior a 8.000 km2, puesto que la cultura cicládica, al asentarse sobre un territorio insular muy fragmentado, Naxos que es la mayor de sus islas apenas rebasa los 400 km2, tuvo menores posibilidades de desarrollo.

Comentarios

Paulino Zamarro ha dicho que…
Gracias por haber incluido un resumen de mi libro, a partir del párrafo en el que se dice: De las investigaciones realizadas se deduce que la Atlántida estaba situada en torno a las islas Cícladas... pero se os ha olvidado poner:
Título del libro: De Gibraltar a la Atlántida
Autor: Paulino Zamarro
web:www.atlantidaegeo.com
Un saludo