COSMOGONIA VASCA DE EUSKAL HERRIA

Lo que aquí viene es una introducción a los Dioses más famosos y comunes de Euskal Herria. Sabemos que existen otro tipo de entidades particulares relacionadas con regiones muy concretas de Euskal Herria, no obstante, hemos decidido extrapolar en esta sección aquellas divinidades más destacadas así como comunes a las distintas regiones de Euskal Herria. Aspiramos a que en nuestro foro de trabajo podamos desarrollar, entre todos y también con vuestra ayuda, artículos sobre novedades de regiones más concretas de nuestra geografía y su mitología particular.

Mari

Conocida a menudo como Amalur o Maia, era la suprema Diosa de los vascos. Madre del mundo y del resto de divinidades y espíritus de la cosmología vasca. Las funciones de la Diosa Mari, debido a sus innumerables aspectos, son demasiado difíciles de resumir o catalogar dado que poseía numerosas funciones. El nombre Mari, nombre más universal para esta Diosa y que muchas veces se traduce como “Señora”, generalmente va acompañado a menudo del nombre de la montaña o localidad en la cual se la adora. Anbotoko Damea o la Dama de Anboto, Marimunduko o Mari de Muru en Ataún, y así sucesivamente con más de una veintena de títulos. Esto se debía a que las aldeas o lugareños de distintos montes, la daban un nombre relacionado con el sitio donde presuntamente la habían visto. Todos están de acuerdo de que se trata de la misma Diosa, con títulos distintos ligados a los distintos lugares en donde se la respetaba, a lo largo de toda la geografía vasca, e incluso, podríamos rastrearla a algunas zonas de la Cantabria oriental y partes del Pirineo Catalán.

Esta Diosa, como alguna otra a lo largo de la península, no sería, en principio, una Diosa importada por algunas de las numerosas presencias de la Península, sino, hablaríamos de una Diosa relativamente nativa cuyo culto pudiera haber sido originado en Euskal Herria, aunque (según algunos historiadores) posteriormente Mari pudo ensanchar sus atributos originales al relacionarse con otras concepciones de Diosas Hembras, especialmente Diosas Célticas. Así explican algunos escritores, entre los que encontramos algún historiador, que Mari haya podido sobrevivir en el tiempo desde una época tan primitiva y señalan que la “actualización” de atributos en cada época pudo permitir a Mari escenificar un acorde perfecto a cada cambio de era, del mismo modo, así se explican las numerosísimas funciones que Mari ha llegado a coleccionar. Mari, como Diosa Suprema de origen femenino pudiera verse en distintos aspectos que llegaron a suponer la comprensión del género vasco. En primer lugar tendríamos a Amalur, Amalur que no es más que Mari, es el concepto abstracto de la naturaleza, la traducción de su nombre (Madre Tierra) ya lo indica. Amalur sería una Diosa abstracta, sin personalidad ni capacidad de interactuación ordinaria, pero a la vez sería el concepto más importante de la Diosa de los vascos. Para los vascos la superficie de la tierra sería el Axis Mundi, del que todo procede y a lo que todo regresa. Amalur daría a luz cada día al Sol y a la Luna. Cuando daba a luz al sol, la Luna regresaba a su útero, y cuando daba a luz a la Luna el sol volvería a su útero por lo que Amalur se encontraría dando a luz en todo momento en un estado de éxtasis permanente que enseñaría a los vascos primitivos que la naturaleza era la fuente de todo, en este y en el otro mundo. Dos concepciones continentales de índole similar tendríamos en la Nórdica Nerthus y en la Irlandesa Sheela, ambas Diosas procedentes de épocas arcaicas (en el caso de Nerthus, de la era de piedra) y que representaban respectivamente este aspecto de naturaleza junto al todo-éxtasis. Después tendríamos a Mari (o Maya), la misma Diosa pero en un aspecto más capacitado para interactuar incluso con seres humanos con los que bien pudiera contraer matrimonio e incluso tener hijos (como es el caso de Don Diego López de Haro, señor de Bizkaia y fundador de la Villa de Bilbao, que según la mitología tuvo a su hijo, Iñigo Guerra, nada más y nada menos que con la Diosa Mari).

Mari estaba muy lejos de ser una Diosa benévola, aunque ciertamente era celosa de sus hijos a los que cuidaba con infinito amor. Sin embargo, y sin un ápice de misericordia, Mari con sus armas (el granizo, las tempestades y el fuego), y un enfado lo suficientemente grande, podría causar centenares de muertos, destruir cosechas e incluso derribar construcciones. Algunos autores aplauden la cultura vasca diciendo que entendieron, dentro de una cosmovisión primitiva, a la naturaleza de una forma muy científica y realista, manifestando en su Diosa los atributos de Madre con capacidad de protección, belleza y manutención, pero con una ira incontrolable y terriblemente destructiva ante la cual el ser humano únicamente puede someterse.

Mari ha sido inmortalizada de distintas maneras haciéndola poseedora de innumerables atributos y representaciones con las que se ha presentado en distintos lugares de la geografía euskaldun. Uno de ellos es el de hermosa dama, a menudo con elegancias y vestidos solo asemejados al de la realeza, sin embargo en Durango (Bizkaia) perviven leyendas de una Mari de extraordinaria belleza pero, sin embargo, vestimenta de aldeana. Mari, por otro lado, utiliza los caballos habitualmente. Cuando Don Diego López de Haro fue encarcelado por los moros, Iñigo Guerra, desesperado, fue en busca de su madre, la cual estaba exiliada y enfadada porque su esposo, frente a ella, se había santiguado como los cristianos. Sin embargo ella adoraba a sus hijos a los que nada podía negarles y al ver a Iñigo buscándola y suplicándola que utilizase sus poderes para liberar a su padre de la cárcel mora de Toledo, Mari le dio un caballo que atravesaría la península en pocas horas. De ese modo Iñigo pudo rescatar a su padre en una velocidad que impidió a los captores el solo hecho de perseguirlo. Otras leyendas cuentan que Mari sobrevuela el cielo montada en un carro tirado por cuatro caballos veloces.

Mari también sobrevuela ella sola el cielo, a menudo envuelta en llamas, algunas leyendas la describen sosteniendo una escoba que incendiada causa estragos en al aldeas. También se la describe montando sobre un carnero y en Azcoitia (Gipuzkoa) vuela mientras se pone, como corona, la propia luna.

Del mismo modo aparece como una ráfaga de viento, nueva blanca (Durango, Bizkaia), o incluso aparece semejando el arco iris. Mari tiene una representación también muy llamativa en varias leyendas tanto Gipuzkoa como en Bizkaia y Nafarroa en forma de árbol. En estas leyendas se dice que los árboles cuyo tronco simulan la silueta de una mujer, son sagrados, porque se tratan de la Diosa Mari. Otra leyenda local, esta vez en Bidarray (País Vasco Francés), en la gruta Zelharburu Mari es representada por una estalagmita que se asemeja a la forma de un torso humano.

Otro de sus aspectos puede ser el de mujer anciana que vive en las cuevas y se dedica a tejer ropa para la llegada del invierno.

A esto se le suman otras leyendas menos famosas en las que Mari toma forma de animales tales como: caballos, buitre, toro, carnero, gato, etc... A pesar de las múltiples formas, todos coinciden en que se trata de una sola mujer; Mari, que gracias a poderes extraordinarios se manifiesta en una variedad de formas.

Mari vive casi siempre en lugares subterráneos y sale a la superficie gracias a cuevas y cavernas que, según la tradición, conectan el mundo subterráneo (y desconocido) con el mundo habitual de los seres humanos. Las habitaciones de Mari son lujosas y están llenas de Oro, muchas leyendas la representan con habitaciones de oro, vestidos terminados en oro, sillones de oro e incluso (en las leyendas que la inmortalizan tejiendo) con un novillo de oro y devanadera de oro con la que desmadeja el hilo.

Existen leyendas que nos cuentan como Mari, regalándole a un ser humano en su cueva, un trozo de carbón, dicho trozo se transmuta en oro cuando la persona sale al exterior. Del mismo modo Mari a veces regala oro, pero al salir la persona de la cueva se convierte en carbón. Según parece los vascos quisieron desvalorar el oro “en el otro mundo” queriendo decir que mientras a ella no le servía de nada y podía regalarlo (pues su carbón era nuestro oro), lo que a nosotros no nos servía tanto (el carbón) , para ella era como el oro (ya que se transmutaba inmediatamente en oro). Esto ha originado ciertos rituales folclóricos que aún se practican en la actualidad en distintas aldeas alejadas de la civilización con la intención de atraer la prosperidad, sin duda, vestigios de un probable rito de intercambio con la vieja Diosa.

Algunos de los lugares más famosos de residencia de Mari son las cuevas de Balzola (Dima, Bizkaia), Supelaur (Orozco, Bizkaia), Anboto (Bizkaia), Atxorrotx (Gipuzkoa), Aketegi (Cegama, Gipuzkoa), Agamunda (Ataún, Gipuzkoa), Murumendi (Beasain, Gipuzkoa), Marizulo (Amezqueta, Gipuzkoa), Obantzun (Berastegi, entre Gipuzkoa y Nafarroa), Odabe (Alasasua, Nafarroa), Akelarre (Zugarramurdi, Nafarroa), Leizia (Sara, País Vasco Francés), Zelharburu (Bidarray, País Vasco Francés), Azalegi (Alzay, País Vasco Francés), Otsibarre (Camou, País Vasco Francés).

La familia de Mari, por otro lado es cualquier cosa que esté viva teniendo en cuenta que en una cosmogonía animista como la vasca primitiva, todo está vivo en cierta forma. Sin embargo mitológicamente aparecen su marido y sus dos hijos. Su marido, Maju, podría ser una versión masculina de la propia Diosa Mari aunque en otros lugares se le llama Sugaar (Culebro o Serpiente Macho) y se dice que reptándo por el subsuelo se encuentra con Mari todos los viernes en lo que parece ser una unión sexual que por defecto causa temporales y tempestades. Es por esto que históricamente el Akelarre tenía, entre sus días preferidos, el Viernes. Además están sus dos hijos; Mikelats y Atarrabi. Según nos cuenta Barandiarán estos representarían el bien y el mal, no obstante no podemos olvidar la influencia católica tan poderosa de Barandiarán. Otros autores más contemporáneos y con cierto pragmatismo menos católico y si puramente mitológico, nos ofrece una perspectiva de estos dos hijos mucho más interesante. Atarrabi que para Barandiarán representaría “el bien”, para muchos estudiosos contemporáneos representa “el cristianismo”, o mejor aún, los Cristianos, mientras que Mikelats serían los hijos paganos de Mari. Esto, según estos autores a menudo historiadores reconocidos en la materia, vendría a suponer una concepción más o menos tardía, posiblemente naciente en la época en la que existió una población vasca repartida entre paganos y cristianos, inmediatamente antes de la aparición de la Inquisición del siglo XV en la geografía vasca. Es obvio que el cristianismo no pudo eliminar el culto a la Diosa Mari en Euskal Herria, pues para los vascos, era inconcebible una madre que no fuese ella, no hubo otro remedio que asimilarla y eso explica claramente las connotaciones de Mari en numerosas romerías y tradiciones que la Iglesia organiza en el país vasco en honor a la Virgen. Algunos de estos autores indican que es debido a esto la popularidad del nombre “Mari” y señalan que en la antigüedad bien pudo existir la Diosa, en su aspecto originalmente pagano, bajo el nombre de Maya o Amalur, siendo Mari algo posterior originado del seno de la división católico-pagana en el pueblo vasco. Respecto a la palabra Mari y su aparición en el paganismo tardío, suponemos, que existirá siempre esta división de opinión, por ello es mejor resaltar que la misma Diosa puede ser conocida bajo los nombres populares de Mari o Maya, incluso Amalur.



(Una de las residencias de Mari en Urkiola, Bizkaia)


Sugaar

Cuenta la Leyenda, allá por el 1450, que una hija del rey de Escocia llegó a Mundaka (Bizkaia) a establecer su pueblo, para ello la muchacha se trajo consigo a numerosos sirvientes. Una noche, mientras ella dormia soñó que el diablo en forma de serpiente yacía con ella en la cama, para después descubrir que estaba en cinta. Esta serpiente era el Culebro de Bizkaia o Sugaar. Así cuenta la historia que algunos señores de Bizkaia fueran descendientes de Sugaar.



Cuentan de Sugaar, al igual que de Mari, que también acostumbra a sobrevolar el cielo envuelto en fuego, pero él lo hace para anunciar tormentas. Generalmente vive en recintos subterráneos inalcanzables y sale a la superficie por algunas aberturas naturales que conectan el mundo subterráneo con el exterior, tales ejemplos son la sima de Agamunda o Zugaarzulo, ambas en Ataún (Gipuzkoa). Sugaar castiga la falta de obediencia a los padres, teniéndo en cuenta que el respeto por los mayores, era (y es) algo muy cuidadosamente atendido. De él se dice que acude los viernes a donde Mari y otras veces también acude a peinarla. Lope García de Salazar lo describe como “el diablo de Bizkaia” en su obra “Crónica de siete casas de Vizkaya y Castilla”. La serpiente Sugaar fue observada en la cosmogonía brujeril del pueblo vasco y el Akelarre se reunía los Viernes precisamente por la unión entre Sugaar y Mari. Se le describe como una serpiente descomunalmente grande, de increíbles proporciones que puede causar pavor con solo verlo. Además de todo esto se le atribuye una fugaz velocidad para atravesar tanto el cielo como el interior cavernoso de la tierra. En el valle de Arratia (Bizkaia) existen unas pocas leyendas que afirman que a veces Sugaar se ha mostrado en forma humana, incluso para interactuar con lugareños, a menudo con fatídicos resultados pues Sugaar no era una divinidad vasca a la que le gustasen ser muy misericordiosa:

Cierto día que los hermanos andaban agrupando el ganado, parte del cual se había colado en la cueva de Baltzola, encontraron en ella una gran culebra. El menor de los hermanos comenzó a tirarle piedras y de una pedrada le cortó la cola. El otro hermano, en cambio, le reprendió para que desistiese de su actitud, alegando que también las serpientes eran criaturas de Dios. En esto un terrible estruendo sonó en el interior de la caverna, cosa que puso en fuga a los dos muchachos.

Pasó el tiempo y el mayor de los hermanos fue llamado a ser soldado. Estando de servicio por Nochebuena, añorando su casa y a los suyos, se le presentó un feo individuo, que le preguntó si deseaba ir a Baltzola. A ello respondió el soldado afirmativamente. Mediando para ello la condición de que llevase dos cosas a su casa, que le daría en la cueva, ambos se encontraron en un instante en la mencionada caverna vizcaína. Le dió entonces el desconocido al muchacho un terrón de oro para él, y un cinturón de seda para su hermano. Pasados tres días tendría que regresar a la cueva, para encontrarse nuevamente con aquel tipo.

La sorpresa de su familia al verlo entrar por la puerta fue indecible, pero aún fue mayor cuando el soldado relató con todo detalle cuanto le había sucedido. Entonces el hermano menor, rechazando el cinturón, mandó al recién llegado que lo ciñese al nogal que había delante de la vivienda. Nada más hacerlo el árbol prendió como la pólvora, volatilizándose y dejando un profundo hoyo en el suelo.

Al día siguiente se presentaron ambos hermanos en la cueva. Salió a recibirles un mal encarado individuo, al que le faltaba un brazo. Sin mediar saludo, preguntó al menor de los hermanos: "¿Porqué me has dejado manco?" A lo que el muchacho respondió que él, ni había dejado manco a nadie, ni conocía a aquel tipo de denada. Pero el manco insistió, haciéndole recordar que tiempo atrás había apedreado allí mismo a una serpiente. Aquel reptil era él y la cola que le arrancó equivalía al brazo que ahora le faltaba. Mas como observó contrariado que el joven llevaba una medalla con una efigie cristiana en medio de su pecho, añadió: "Da gracias a esa imagen que te cuelga del cuello, pues sin ella hoy no hubieras salido vivo de aquí. Pero te lanzo esta maldición: no faltará jamás manco, cojo, sordo o ciego en Iturriondobetia"

AR (de Sugaar) es el principio masculino animal en el idioma del Euskera, mientras Sugar se traduce como "Lengua de Fuego". El análisis del nombre Sugaar nos desvela la llama de un fuego (¿sacro?) que actua como potenciador de un principio indudablemente masculino de corte salvaje y primitivo, un poder que en cierto modo es de carácter sexual y fecundador. Esto es bastante llamativo teniéndo en cuenta que en las leyendas, como ya hemos visto, Sugaar tiene una unión de indudable tinte sexual con Mari los viernes provocando una tempestad y furiosa lluvia, mientras que a su vez, el fenómeno de la propia lluvia es mitológicamente representado como el semen del Cielo (Ortzi) fecundado el vientre de Amalur. Por razones más que obvias, la supervivencia pagana reflejada en la Sorginkeria (Brujería Vasca) observó aténtamente estos días y los subrayó con singular importancia.

Barandiarán, en su libro “Mitología Vasca” nos relata otra leyenda:

En la sierra de Aralar es muy conocida una en la que un pastor cría una serpiente, logrando domesticarla y que acudiera a su encuentro cuando la llamase con un silbido, como si de un perro se tratase. Claro, que el pastor se equivocaba, pues lo que impulsaba al reptil a realizar tal comportamiento, era la leche que el hombre le traía. Por eso, cuando mucho tiempo después, aquel pastor pasó por esa zona, quiso demostrar a sus compañeros su habilidad y llamó a la serpiente con el silbido característico, el animal, viendo que no le traía leche, se lanzó al cuello del hombre y lo mató.

Etxejaun

Más que una Divinidad este ser es un arquetipo de los antepasados. Entendamos que el templo de los vascos, además de ciertas zonas naturales, era la propia casa tradicional; El Caserío. El Caserío era el lugar de templo y lugar ancestral donde buena parte de sus antepasados habían residido en vida e incluso en el propio Caserío eran enterrados tras su muerte. Etxejaun es una representación de los Antepasados de la Familia, por ello a menudo se les llama Etxejaunak (Señores de la Casa), son los protectores de la casa, además de fuente de prosperidad para la misma en el caso de que sean correctamente atendidos (el culto a los antepasados fue algo extremadamente extendido en Euskal Herria durante el periodo pagano y lo sigue siendo ahora). Sin embargo, los antepasados podían mostrar su disgusto si se encontraban la casa desordenada, no eran bien atendidos o el fuego estaba apagado. Esto era reflejado en ciertas manifestaciones sobrenaturales que a menudo iban acompañadas de todo tipo de desgracias.



Gaueko

“Eguna, egunezkoarentzat; gaua, gauezkoarentzat”

(El día para el de día; la noche para el de noche)

El día era la fase de la jornada en la que habitaban los vivos o del día, sin embargo la noche (comprendida entre la media noche y el canto del gallo) era para los muertos. Del mismo modo el Sol era lo que alumbraba a los vivos y la Luna lo que alumbraba a los muertos. Gaueko era el encargado de ocuparse de que esta regla se mantuviera intacta. La noche le pertenece a Gaueko (en castellano “El de la Noche”) que viene a ser el señor de la oscuridad en su sentido misterioso y desconocido, y no, en el sentido diabólico que el Cristianismo inflingió en Gaueko. Gaueko es una antigua divinidad pagana que en la noche se ocupa de castiga ferozmente a las personas que se adentran a la penumbra para hacerse los valientes. Sin embargo hay una leyenda muy curiosa y reveladora respecto a este asunto y es que un día una joven llamada Kattalin se puso a hilar a la luz de la luna y fue secuestrada por los paganos que se marcharon con ella gritando “La noche para Gaueko y el día para el de día. Kattalin para nosotros.” Así Gaueko, por medio de estos paganos fieles a él, castigó a la mujer que desobedeció y provocó así la ira de Gaueko. Otra leyenda habla de un hombre que se adentró en el bosque, cumpliendo una apuesta con los amigos en la que se le desafiaba a adentrarse al bosque de noche, igualmente los gentiles lo raptaron de forma similar.

Si bien observamos estas dos leyendas, observamos que según parece los paganos que estaban en buenos términos con Gaueko (como las Sorgin) si podían desafiar esta ley que según parece en las leyendas, solo era aplicada con dureza contra los cristianos. Algunos registros de Brujería académicos nos indican incluso que las Brujas eran protegidas en la penumbras por “demonios nocturnos” cuyas descripciones parecen indicar la presencia de Gaueko. De Lancre hablaba de los vascos que “no hablaban de otra cosa que del Sabbat, hasta la llegada del próximo Sabbat” y que “Habitualmente, en las aldeas durante el día los brujos comentaban anécdotas del Sabbat entre susurros”. A esto señala que un Brujo podía ser protegido camino al Sabbat para que ojos indiscretos le vieran caminar, siendo solo visto por otros Brujos. La procedencia de esta “extraña magia” para Lancre era indudablemente diabólica, pero Gaueko en si, era también un demonio.

Otras leyendas nos dejan más asombrados por su carácter sobrenatural, pues se cuenta que otra muchacha se adentró, según parece también debido a otra apuesta, en una cueva pasada la madrugada. Sus amigas preocupadas la llamaron por su nombre y de pronto las azotó un golpe de viento helado que trajo una cavernosa voz, la de Gaueko según parece: Gaue Gauekontzat eta eune euneskontzat (La noche para Gaueko y el día para el de día). Así mismo otra leyenda nos habla de una joven que no escuchando los consejos de su padre se adentró en la penumbra para tomar agua del pozo, tras varias horas no aparecía, y los padres comenzaron a preocuparse. De pronto de la chimenea calló el cazo del pozo vacío, manchado con unas gotas de sangre, nunca más nadie vio a la chica, ni viva ni muerta.

Gaueko a veces tomaba formas animales, se le describe con forma de vaca o de león. Hay otros genios nocturnos que dependiendo la localidad son tomados como Gaueko o como genios independientes a él, pero igualmente nocturnos. Tales ejemplos son por ejemplo Gaurci que en algunos lugares se le representa como una luz en mitad de la oscuridad colocada encima de árboles o grandes rocas. También está Irelu que aparece en forma de animal, de mujer o niño y vive en lo más profundo de las cavernas. Primo a este pudiera ser Ieltxu (en Gernika, Bizkaia) cuya forma más destacada es la de un pájaro que vomita fuego, en mitad de la noche, causando pavor a todo el que lo ve. Ieltxu no es maléfico pero Barandiarán cuenta de él que al que, movido por la curiosidad, decide seguirle, tiende a conducirle a precipicios y otros parajes peligrosos.



Inguma

Es muy a menudo denominado como un genio peligroso e incluso maléfico, pero este espíritu es más bien travieso, aunque las consecuencias de sus travesuras pueden ser fatales. Este espíritu se cuela por las casas mientras sus moradores duermen tranquilamente y les aprietan las gargantas dificultándoles la respiración, incluso puede llegar a matarles. Hay ciertas oraciones católicas tradicionales para evitar la intromisión de este espíritu y el folclore intoxica con ellas, sin embargo hay un dato muy curioso que no siempre se toma en cuenta. En algunos lugares, como en Ithossotz y otras localidades pequeñas y apartadas de la civilización, a quien se invoca para evitar las travesuras de Inguma es precisamente a Gaueko, el Dios Pagano. Está Aideko, que es o bien un espíritu similar a Inguma, sino el propio Inguma, y se le atribuyen las enfermedades de causa desconocida.



Galtxagorri


Son duendecillos muy pequeños (del tamaño de un insecto) con una figura humana bastante normal, sino por el tamaño. Generalmente estos duendecillos ayudan a ciertas personas con las labores cotidianas. Estos duendecillos son habituales en granjas, caseríos y molinos ayudando a los dueños con innumerables quehaceres de la dura vida rural. Los Galtxagorris son los seres predilectos de las Brujas, Magos, Adivinos y Curanderos de toda la Geografía Vasca y gustan llevar a varios con ellos para hacer sus obras portentosas como hechizos, adivinaciones o curaciones difíciles de conseguir por medios ordinarios, puesto que a pesar del tamaño minúsculo de estos seres, se les atribuye una capacidad de organización e inteligencia casi sobrenaturales, además de divertidos y curiosos poderes mágicos. Las Brujas los meten en alfileteros que después portan consigo. Se dice que son cuatro Galtxagorris los que caben en una Alfiletero. En algunas regiones vascas, según Barandiarán, son llamados “Mamarro”.



Maide

Es un espíritu que entra en casa por las noches para recoger las ofrendas que los moradores hayan podido dejar antes de irse a dormir. Maide está relacionado con Mari de forma indudable en el folclore y si bien no es un hijo, como parece no serlo, pudiera ser un sirviente como lo son las Lamias. Maide podría cumplir la función de ser el mensajero de Mari y quien la llevaría las ofrendas caseras (a Mari, y a veces, a los propios antepasados) ya que se desconocen, en el folclore, motivos o situaciones en los que Maide pudiera ser ofrendado por algún motivo en particular. A esta evidencia se le suma que una de las casas de Maide es el “Maire-Etxe” en Mendibe (Araba). El Mari-Etxe es un precioso dolmen, muy similar a los dólmenes celtas (sino un dólmen celta) donde Maide reside a veces. El parecido entre “Mari” y “Maire” que parece quedar al medio camino lingüístico entre Maide y Mari ha hecho pensar a muchos que Maide se trata de un mensajero de Mari, mientras la comparación a las Lamias (tradicionales sirvientas de Mari) queda en que a Maide se le atribuye una construcción, en Soule, mientras que a las Lamias se las atribuyen varias a lo largo de la geografía vasca, y también a los Mairi a quienes se les atribuye una fuerza descomunal para transportar enormes piedras que servirán para que las Lamias construyan puentes. Los Mairi son de orígen masculino y algunas veces, para descansar del trabajo, se reunen con las Lamias para divertirse.



Las Lamias

Las Lamias son espíritus casi siempre femeninos, son vistas como mujeres de extraordinaria belleza que aparecen en lugares remotos y salvajes de Euskal Herria, aunque también pueden frecuentar pueblos y aldeas, especialmente cuando desean intervenir en la vida de un ser humano o interactuar directamente con ellos. Las Lamias son reconocidas por un detalle muy curioso y es que aparecen con pies de oca (a veces, pocas, de cabra) y es este rasgo las que las delatan frente a los ojos humanos.

El carácter de estos espíritus depende mucho de cómo son tratadas por el ser humano. Los labradores suelen ponerlas ofrendas de alimentos que ellas consumen de noche, en gratitud, acaban el trabajo del labrador en cuestión en una sola noche recompensando así la ofrenda. Sin embargo, las Lamias pueden causar terribles castigos en formas de maldiciones cuando son ofendidas o traicionadas. Muchas leyendas nos cuentan de seres humanos que han pretendido a alguna Lamia hasta llegar a conseguir su amor, sin embargo y durante su relación, tal vez el humano la ofenda de algún modo consiguiendo no únicamente que la Lamia se marche, si no, que deje tras de si una larga cadena de calamidades provocadas por una maldición. Otras leyendas nos cuentan de luchas entre humanos y lamias, en cierto momento, un hombre consiguió abatir a una Lamia. Sin embargo, sus compañeras la lloraban en el tejado del caserío no dejando dormir al asesino hasta que este volviéndose loco, se quitó la vida.

Otras leyendas, nos cuentan que las Lamias ofendidas con sus esposos pudieran tener hijos fruto de su relación con el ser humano, sin embargo e independientemente la voluntad del padre, ellas se llevarían a sus hijos, con el resto de las Lamias, tras las más remotas montañas y vivirían en inexplorables cavernas. A veces estos hombres (a menudo Baserritarras) para impedir el rapto, acudían al párroco que rociaba al niño con agua bendita, ya que las Lamias detestaban todo lo relacionado con la Iglesia y Kixmi (Cristo), y bastaba la presencia de una Ermita para que ellas decidieran no acercarse. Sin embargo, alguna Lamia, generalmente una joven y aventurera, podía acercarse debido a su juventud y rebeldía y gastar crueles bromas al párroco al que incluso podía hacerle perder la cabeza.

Ellas son hijas de Mari y a menudo la interactuación entre ellas y las Sorgin se hace patente, a menudo por lo conocedora que son las Lamias de los misterios del otro mundo. Ellas viven a menudo en lagos, ríos o manantiales poco frecuentados por el ser humano, debido a esto generalmente cuando alguien las ha visto, han sido montañeros que acostumbran a, de vez en cuando, merodear por estos lugares inhóspitos de la Euskal Herria rural. Las gusta mucho peinar sus, a menudo, muy grandes cabelleras con peines de oro puro. Algunas leyendas nos cuentan de jóvenes que en un afán de osadía robaban estos peines consiguiendo así que las Lamias le persiguieran velozmente, e incluso según algunas leyendas, que lo castigaran con dureza. No todas las Lamias son así, algunas parecen sirenas y eso ha hecho pensar a algunos escritores que el paganismo vasco observó la existencia de sirenas, sin embargo los lugareños dicen que no, que solo son Lamias solo que no existe un prototipo universal de Lamias. Hay algunas, muy pocas, que de cintura para abajo tienen una enorme cola de pez y que son idénticas a las sirenas, solo que son Lamias de otra especie distinta a la habitual. Estas Lamias, muy frecuentes en algunos islotes de Bizkaia, región especialmente famosa por la pesca, atraen a los marineros haciéndoles encallar.

Las Lamias por regla general tienen un carácter bastante noble, a pesar de la facilidad con la que se enfadan, pues según parece la hipocresía del ser humano le es tan extraña como grosera y suele ser motivo de ofensa para ellas. Si ellas reciben buen trato el ser humano puede beneficiarse de la sabiduría de estas extrañas mujeres e incluso de su poder pues poseen un talento para la magia que no tiene igual. Tanto en su poder, que a veces es difícil distinguir la obra de una Lamia que el de la propia Diosa Mari.

El carácter del ser humano, muy a menudo maleado, provoca la ira de las Lamias lo que las hace parecer seres extraños tan benévolas a veces como malévolas. Sin embargo esto parte de una incomprensión respecto a los gustos y disgustos de estos seres cuya nobleza de carácter está ya casi olvidada por el ser humano. Es por ello, que muy a menudo, en las aldeas, los preferidos de las Lamias son los bebés, con los que juegan y protegen de cualquier peligro.

(Un ejemplo de sitio donde siempre se ha creído tomaron las Lamias como residencia)

Basajauna

Es el señor de los Bosques (Basajaun significa “Señor del Bosque”) en los que habita casi siempre. Es de figura humana solo que posee una altura y corpulencia que revela su carácter sobrenatural, Basajaun tiene mucho vello en el cuerpo además de una barba y una larga cabellera presentando un aspecto salvaje y primitivo. Sin embargo este Dios es un noble amigo del ser humano al que enseñó el secreto de trabajar con la madera, secreto que Basajaun lo aprendió de los árboles en su estancia selvática, aislado de cualquier contacto con el exterior. Además de esto a Basajaun se le considera el primer agricultor de quien los vascos aprendieron el cultivo, también se le considera el primer herrero del que los vascos aprendieron la forja y el soldar del metal, asemejando al Basajaun con el Dios Herrero de distintas mitologías europeas. Algunas leyendas en muchos lugares de Gipuzkoa y alguno de Bizkaia le nombra también como el Dios de la poesía. Todos sus secretos Basajaun los compartió con los seres humanos denotando un Basajaun de aspecto extravagante pero con una personalidad tierna y bondadosa. A menudo, cuando él ve que los pastores pierden algún animal de su rebaño, Basajaun lo adopta y lo alimenta hasta que cuando ve que el pastor se aproxima lo deja libre en un lugar donde el pastor pueda verlo y recuperarlo. También Basajaun, si es propiciado y por ende permanece contento con una familia, puede ahuyentar al lobo en invierno para que no cause estragos en los ganados. Para ello Basajaun se pone frente al lobo con sus 3 metros de altura, su aspecto grotesco y comienza a entonar salvajes gritos, ante eso, hasta el lobo más fiero y hambriento, huye despavorido no volviendo al lugar en lo que resta de temporada. También Basajaun puede gritar espontáneamente desde los bosques para anunciar a los pastores la llegada de una tormenta pues Basajaun tiene varios miles de años viviendo entre animales y con la naturaleza y presiente los cambios climáticos. Basajaun es quien enseña a los hombres la forma en la que Amalur se comunica con sus hijos, de ese modo los pastores, con el paso de los siglos, han aprendido a subsistir en armonía con los cambios de estaciones. A veces las ovejas presienten la llegada de Basajaun y se agitan moviendo, todas, sus cencerros a la vez. En muchos pueblos, cuando esto sucede, los pastores lo interpretan como que pueden descansar tranquilos porque Basajaun viene y él vigilará el rebaño frente a los peligros (lobos, generalmente). Eso les da un respiro a los pastores y a menudo, a Basajaun, le dejan en los bosques ofrendas en forma de alimentos como pago por las ayudas. Basajaun agradece estos gestos enseñando los secretos de Amalur que él tan bien conoce.

Ahora bien, Basajaun tiene su parte oscura cuando se ofende y es casi tan poco recomendable, como recomendable es su ayuda. Él, ofendido, puede asesinar a los rebaños o incluso asesinar a pastores que, habiéndole ofendido, se adentren en los bosques. También ofendido puede causar tempestades con su mal humor y conducir al lobo a las granjas y molinos para saquear el trabajo de semanas. Eso le ha dado una fama terrorífica en algunas aldeas en las que ha causado verdaderos estragos.

Basajaun tiene una mujer; Basandere (Señora del Bosque). Las funciones son prácticamente las mismas, solo que Basandere a pesar de tener el mismo aspecto que su esposo, es de un carácter más coqueto.



Beigorri & Zezengorri

Estos espíritus toman casi siempre figuras animales entre las cuales el toro o el caballo (en el caso de Zezengorri) y una vaca roja (en el caso de Beigorri) son las más frecuentes. Generalmente su función es cuidar ciertos recintos naturales en los que también habitan, ellos impiden que las personas lleguen a buen destino si ellas se dirigen con la intención de penetrar los recintos que guardan.



Akerbeltza

Numerosas creencias han congregado a los vasos con esta divinidad, su culto ha sobrevivido hasta no hace demasiado, siendo una de las divinidades principales del Akelarre. Este es el Akerbeltza (Cabrón Negro) y en las declaraciones de las procesadas por Brujería el Aker es mencionado varias veces como “nuestro Dios”, que automáticamente viene siendo, por los inquisidores, traducido como el Diablo. Aker es un Dios cuyo torso y cabeza es humana y es coronado por dos enormes astas de venado. Mientras tanto, de cintura para abajo, sus patas son de cabra negra y terminadas en relucientes pezuñas. Él, como Mari, parece ser también una divinidad muy notoria puesto que muchos espíritus le obedecen, suele vivir en lugares subterráneos también como en Cavernas y Cuevas. Es un dios vinculado especialmente con los animales salvajes pero también con la fecundidad, sea animal o humana, y además se le atribuyen fantásticos poderes curativos. En los montes, prados y selvas su influencia la ejerce en gran medida por medio de sus animales sagrados: el macho cabrío.

Siempre ha sido costumbre y en decenas de Caseríos lo sigue siendo, criar un macho cabrío negro al que le dan buenos alimentos y confortable estancia durante toda su vida. Con eso, lo que se pretende (al menos en origen, pues en muchos lugares esto ha pasado a ser una superstición) es homenajear al Aker y con ello evitar la enfermedad del ganado, así como potenciar el poder de fecundidad logrando así la sana reproducción del ganado.

La figura de Aker se popularizaría allá por el siglo XVII debido a los numerosos procesos de Brujería con la que la Inquisición azotó la geografía vasca peninsular y continental. En los documentos recogidos por los tribunales se haría numerosas menciones al Aker fruto de declaraciones e investigaciones del inquisidor francés Pierre de Lancre, además sobresaldría la figura del Aker como entidad que presidía el Akelarre siendo ofrendado a menudo con panes y huevos, así como con monedas, una costumbre que se extendió por el conjunto del paganismo vasco, pues también era habitual arrojar monedas a las Cuevas sagradas a Mari. La arqueología nos desvelaría siglos después que ya en la época romana esta costumbre era practicada tras el hallazgo de numerosas monedas romanas. Aker por tanto sería una divinidad que en origen sería el padre de los animales, señor del ganado y propiciador de la fecundidad, siglos después se le añadiría el atributo de rey de los brujos y presidente de sus ceremonias.

El numen de AKERBELTZ, que se manifiesta principalmente como protector del ganado y jefe de brujos, tenga quizá un antecedente en un numen pirenaico precristiano AHERBELSTE. Sacaze, en su obra Inscriptions Antiques des Pyrénées (Tolouse, 1892), pag 432, dice de este último: D'après un linguiste, Aherbelste signifierait bouc dans son radical, et noir dans sa terminaison.



Enkhi e Ilazki

El Sol y la Luna (Enkhi e Ilazki, respectivamente) representarían no únicamente dos divinidades, si no las protagonistas de la dualidad con la que los vascos vieron el mundo ordinario y el otro mundo. Sin embargo, en esta misma sección, en el apartado El Día y la Noche dedicamos un análisis un poco más profundo respecto a este concepto y, por supuesto, sus protagonistas.



Urtzi u Ortzi

Urtzi (también llamado Ortzi) es la divinidad celeste de los vascos. Es el concepto divinizado del firmamento, su espacio e incluso las propias estrellas. Esta Divinidad de origen presuntamente masculino es una atribución que se absorbió en el pueblo vasco de forma posterior probablemente de las tribus indoeuropeas en cuyas culturas está tan destacados los Dioses Celestes. Urtzi entonces supondría la personificación del Dios Celeste, parecido a otros Dioses Indoeuropeos como el Escandinavo Thor. Urtzi, al igual que Thor, sería un Dios que a menudo provocaría tempestades y el rayo y posterior trueno sería una de sus más famosas formas de manifestarse, además sería un Dios al cual los vascos acudirían para propiciarle con la intención de mediar para su colaboración meteorológica y por defecto el beneficio de los cultivos, del mismo modo, que sucedía con Thor en los países nórdicos y por lo que fue nombrado como patrón del trabajador (en el campo), además de ofrecerle el puesto de defensor, puesto que no parece ostentar Urtzi. A Ortzi (Urtzi) se le atribuiría el día Jueves que en Euskera es Osteguna, Ost-eguna, teniendo en cuenta que en Euskara “eguna” significa “día” descendería de Ortzeguna, o “Día de Ortzi”. Con ello tenemos otro parecido con los Dioses Indoeuropeos, pues el Jueves también fue consagrado como día santo al Dios Thor, así como al Dios Júpiter, al igual que su gemelo y homólogo griego (Zeus) eran otros Dioses patriarcales típicos en las culturas Indoeuropeas. En Euskal Herria la presencia pagana de Urtzi no simbolizó la infravaloración de Amalur, si no que según parece, existió una simbiosis perfecta, conservando Amalur su posición de fuente, origen y destino de todo, mientras Mari como la reina de todos los demás espíritus. En el pueblo vasco, en principio, no existió ningún tipo de resistencia al ingreso de Urtzi y fue acogido, dentro de la muy conocida tradición dinámica vasca, al Dios Celeste emparentándolo de inmediato con el resto de Dioses y genios. En el siglo XII, se mencionaría a Ortzi como “El Dios de los Vascos” pese al carácter matrifocal de la sociedad vasca. Sin embargo autores contemporáneos de la época tendían a Universalizar cualquier explicación dentro de su propia forma de referirse al mundo, a menudo una forma muy unipolar. No existen leyendas registradas de esta personificación, al contrario de lo que sucede con la inmensa mayoría de Dioses Vascos, lo que refuerza la teoría de que Urtzi se trata de un Dios importado. La única creencia que parece haberse forjado alrededor de Urtzi, es la que explica el fenómeno de la lluvia como el “semen de Urtzi derramándose sobre Amalur”, no obstante esta es más bien una leyenda vinculada a Mari ya que la leyenda en si trata de dar explicación a la forma en la que Mari da origen a todo en su calidad de TODO-CREADORA. Por ello se cree esta leyenda, debido a su carácter no-primitivo (comparada con otras muchas leyendas), que se trata, como Urtzi, de una leyenda adaptada posteriormente.

En algunas regiones observamos a esta misma divinidad, sin embargo más que un Dios como personificación del Cielo cuya arma es el rayo, en estas regiones este Dios es únicamente el rayo y tiene como nombre Odei. Odei es el Dios de la Tormenta o la voluntad manifiesta del cielo. Algunos estudiosos (lingüística) dicen (y Barandiarán secunda) que Odei sería una ramificación posterior a Ortzi, siendo la misma divinidad pero reconvertida una vez esta ya entra en el tablón de la popularidad vasca. Estos lingüistas analizan que en algunos lugares Odei es llamado Ortzia, un claro parecido con Ortzi o Urtzi.

En algunos pueblos de Urtzi se pensó que poseía la habilidad de curar cierto tipo de enfermedades, además para protegerse de la tormenta es costumbre quemar ramas de laurel que le son ofrendadas en el hogar. El laurel también fue usado por los magos vascos (no confundir con brujas) precisamente para controlar o incluso provocar y dirigir las tormentas lo que nos arroja a otra hipótesis interesantes, pues según parece, este concepto de magos bien pudo proceder también de los Indoerupeos junto a Ortzi. El concepto de “mago persa” que también estuvo presente en los Vitkar y los Druidas tuvo cierta presencia en Euskal Herria, concretamente en las zonas de Nafarroa, Gipuzkoa y Bizkaia. Su control sobre la meteorología, las hierbas que utilizaban (que a la vez eran las mismas ofrendadas a Ortzi) y el parecido Indoeuropeo indica a pensar que estos magos, o su concepto, pudieron llegar casi junto con Ortzi del extranjero, estableciéndose en el complicado complejo pagano del País Vasco.

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