DESTINO Y ADIVINACION EN LA BRUJERIA VASCA

Destino y Adivinación

Noviembre 8, 2007 por Johanes de Bargota

En todos los pueblos han existido formas de interpretar el Destino, comúnmente esas formas estaban desarrolladas a lo largo de un teorema dirigido a la comunicación con los Dioses quienes reflejaban, a menudo simbólicamente, los consejos y directrices que debían seguirse para lograr una meta predeterminada, o solucionar un conflicto por el que han sido preguntados.

¿Qué sucedió en el pasado de Euskal Herria? ¿Nunca existió un método similar? Es algo que me han preguntado hace poco, y es algo de lo que llevaba queriendo escribir desde hace meses pero aún me hallaba (y me hallo) buscando información al respecto. Sin embargo creo conveniente explicar, un poco, todo lo mejor que pueda, este asunto.



El Destino según los Vascos

Aunque parezca estúpido, entendiendo la idiosincrasia de las culturas vecinas a Euskal Herria, los Vascos nunca mostraron una singular preocupación por el destino. Romanos, Griegos, Celtas, Germanos las “culturas más conocidas” de la Europa antigua, parecieron poseer a menudo una preocupación ciertamente profunda a este respecto. Los Romanos, a veces, podían sumirse en una especie de “psicosis” obsesiva con los oráculos, y recolectaron todos los sistemas de adivinación de las culturas que iban sometiendo, y no fueron pocas. Los Griegos, tal vez de forma menos exagerada, también demostraron una cierta preocupación por el Destino, el ejemplo lo tenemos en el muy famoso Oráculo de Delfos. Los antiguos Germanos, descritos por Tácito, parece que mantuvieron también una cierta preocupación por estos asuntos y por último los Celtas no se quedaron atrás y de forma muy similar a la de los Germanos, también mantuvieron posturas interesantes frente al Destino.
De los Vascos sabemos realmente poco, los Romanos los describen como salvajes, con la única diferencia de que señalan que los Vascones eran seres sumamente despreocupados con respecto al Destino, algo que no hicieron con sus “otros salvajes”, como los Celtas y los Germanos, a los que si atribuyeron una exagerada preocupación por los oráculos. Hoy en día, la sabiduría popular Vasca, nos habla de ciertos conceptos con respecto al Destino, y ciertamente se pueden intuir mucho más despreocupados que otras culturas, probablemente dando la razón a Cesar.

El Destino – Armonía y Venganza

El Vasco antiguo tenía una sabiduría indígena muy concreta con respecto al funcionamiento del Cosmos. El Vasco considera que en la naturaleza hay una armonía eterna que es auto-revolucionada para permitir su continuidad. El Vasco no consideraba, como algunos neo-paganos, esa revolución como resultado de una dualidad polar de fuerzas, el Vasco veía una Trilogía de fuerzas (aunque esto es otro asunto, más complicado si cabe).

Esta Trilogía era frecuentemente representada en los Mitos de su Madre Amari. Amari era una Diosa, pero a la vez eran 3, y a la vez 9. En algunas regiones Araba se dice que Amari tiene 9 hijas, pero es un concepto que se cree moderno (Indo-Europeo) y no original al pensamiento indígena de los Vascones. Este múltiplo de 3 era la totalidad de las Fuerzas Primordiales de la naturaleza primigenia y con ayuda de su múltiplo generaban una auto-revolución (a veces caótica) que permitía la continuidad de la armonía. La armonía, el perfecto cálculo, era lo que permitía la vida. Esto fue (y es) el Abc de la Sorginkeria más arcaica.
¿Quiénes somos entonces los seres humanos? Para los Vascones, los seres humanos suponen un concepto perjudicial para la naturaleza, esto ha sido siempre así, y no precisamente por la “revolución industrial”. El ser humano, para los Vascones, era un “invasor” de la Naturaleza que la Consumía, algo así como un Cáncer. Para los Vascones lo más importante era establecer un pacto con la Naturaleza, una especie de tratado de “no-mutua agresión” que supuso el Axis Mundi de su Paganismo. Amalur, lejos de ser una Diosa bondadosa, era una Terrible Diosa que asesinaba a familias enteras cuando se violaba este pacto. Se cabreaba, comenzaba a hacer granizar sobre una aldea, y mataba todo lo que tenía vida sin un ápice de piedad. Mientras tanto, mientras que sus inquilinos cumplieran su palabra, Amalur era hospitalaria. Según los Vascos, hubo un tiempo muy bueno en esta relación, una especie de Edad de Oro, en la que Amalur les enseñó el Euskara (un proto-euskara, en realidad).

Sin embargo, el ser humano era el único capaz de desvirtuar esa armonía que la Naturaleza automáticamente producía para permitir la existencia de todo. Las formas de romper esta armonía eran variadas; la mentira era una de ellas, porque la Naturaleza solo afirmaba aquellas cosas que existían y que algo hiciese lo contrario maleaban este proceso. El asesinato indiscriminado de cualquier ser vivo era otra forma de romper la armonía, la naturaleza, para poder conservar su cálculo perfecto, gracias al cual todo existía, calculaba a la perfección todo lo que nacía o moría. Si alguien, al margen de ella, lo decidía, la Naturaleza debía comenzar a contar desde el principio y eso la enojaba muchísimo.
Los Vascos tenían una forma de pensar con respecto al Territorio muy parecida a la de los Mapuches de Chile-Argentina. Ellos consideraban que si se apartaban de su entorno inmediato, morirían o se marchitarían. Como una flor cuando la arrancas dura unos días (en el caso del Vasco, años o siglos, lógicamente) pero después comienza a marchitarse. Algunos autores han apuntado a que el conflicto militar contra los Romanos comenzó precisamente por esto. Los Romanos querían los pirineos como zona de paso al interior, los Vascones veían en eso una transgresión a su Destino y estalló un conflicto militar que tiñó los pirineos de cadáveres romanos y vascones. Los Romanos, inteligentes estrategas, se dieron cuenta de estas creencias y permitieron un pacto con los Vascones, coherente a sus reglas, que permitieran a sus legiones pasar. Roma no podía enfrentarse a Cántabros y Ástures, mientras tenía a los Vascones opuestos eternamente. Ahí comenzaron las guerras Cántabras. Los Vascones, impasibles a lo que suceda con sus vecinos, solo querían que les dejasen en paz, ellos eran sordos a lo que Roma hiciese en el resto de la Península mientras a ellos les dejasen en paz. Los Vascones se negaron a participar en las numerosas confederaciones ibéricas de sublevación al Imperio y castigó con acero a Romanos o tribus Ibéricas que, dentro de su conflicto, se metieran en su territorio. Los Romanos aprendieron a agradecer esta actitud.

Cuando se cometía una agresión contra la armonía (es decir, el Destino), los Vascones consideraban que había que compensarla con un acto relativamente opuesto a la actividad que transgredió la armonía. Era la única forma de restablecer el orden.

Algunas leyendas nos cuentan cuando un pastor necesitado le preguntó a otro ¿Cuántas ovejas te quedan? –Solo seis, no se como voy a poder alimentar a la familia- responde él, mintiendo ya que le quedaban doce. Cuando volvió al Baserri, vio que solo le quedaban seis ovejas, Amari había asesinado a las otras seis. Ciertos autores, con una actitud escrupulosamente cristiana, intentan reflejar aquí una moralidad pseudo-cristiana independientemente de que el saber popular, hasta la saciedad, ha repetido que nada tiene que ver. Afortunadamente la Etnología y la Sociología ahora castiga al exilio a estos monaguillos, ofreciendo tesis más renovadas. En el pensamiento Vasco la Naturaleza no podía permitir la Mentira, la Mito-Simbología de la leyenda en cuestión solo inmortaliza este saber popular, como los cuentos de Hadas en la Europa Continental. No es un “castigo” y una aplicación de moralidad lo que hacían los Dioses, sino una acción automática de supervivencia de la Naturaleza.

Amalur ofrecía una protección a la mujer casi obsesiva, pues ellas como “cabezas del Etxe (Casa)” eran las responsables de renovar el pacto entre la Naturaleza y la Familia. Amalur no podía permitirse el lujo del patriarcado, ni si quiera del Divino. Los Vascones adoptaron a algunos Dioses, generalmente Celtas, pero los arrodillaron ante el Templo de la Cueva. Tal es el caso de Ortzi, el Dios de los Vascos, el fecundador primordial, cuyo semen (la lluvia) derramada sobre el vientre de Amalur permite la supervivencia. Sin embargo Ortzi, aunque muy importante, estaba sometido a la voluntad de Amalur, pues ella aún controlaba la Meteorología y podía auto-fecundarse, desterrando al olvido a Ortzi. Ortzi, muy al contrario que en la gran mayoría de la Europa Continental y la totalidad de la Península, tuvo que conformarse con ser secundario en la mentalidad Vascona. Esto se reflejó en la Sociedad Vasca, siendo el Linaje de la Madre y no del Padre, el considerado como principal, también para asuntos “legales”. Esto queda plasmado en numerosos documentos que hace mención “al hijo/a de María/Pepa/Juana”, siempre una mujer. Una contrapartida a la Europa Tradicional y el típico: “Soy Pepito, hijo de Pepe” o al semita “Jesús, hijo de José”.

Mini-Mari, la adoptada de Mari

Se considera que, además de Mari (Diosa) hay una Mari que Mari (Diosa) raptó. La verdad que desconozco quien estaba tan falto de imaginación para ponerle el mismo nombre a la ahijada de la Diosa, pero ha hecho flaco favor a los estudiosos de hoy que, llega un momento, que cuando estudiamos este tema, no sabemos a cual Mari se refiere el puñetero autor.

Cuenta la leyenda que había una niña llamada Mari que cometió alguna trastada en el Caserío, su madre, enfurecida la dijo –Ohh ¡Mira lo que has hecho! ¡¡Ojalá te lleve el Diablo!!- Y de pronto, la niña, desapareció para no ser vista jamás. Al parecer Mari (la Diosa) la había raptado, y entonces la dijo -¿Con que desobedeciendo a la Ama? Pues ahora te quedarás para siempre conmigo y tejerás y tejerás- El caso es que la niña, acojonada en la Cueva de la Diosa, se puso a tejer y tejió tanto la cría, que lo que tejía acabó por salirse de la Cueva, hacia el exterior.
Este es, un poco modernizado y amenizado, el mito de la “Tejedora” en Euskal Herria, una similitud a sus homólogas Parcas o Nornas. La niña, a voluntad de Mari, teje lo que la Diosa desea y esto son el destino de los hombres (y mujeres). En algunos mitos es la propia Diosa Mari quien teje y esta leyenda no existe, pero el caso, en síntesis es el mismo: Se teje lo que Mari quiere, y ese tejer es el suceder de los acontecimientos.

Oráculos Vascos

Como hemos visto, los Vascos creyeron en el Destino, sino ¿para que preocuparse por inventar Mitos que hagan referencia al Destino? Pero sin embargo tuvieron un concepto muy personal del Destino. El Destino en si, no podía ser interpretado, lo que podía ser interpretado eran las transgresiones que, el ser humano, había cometido contra la armonía de la Naturaleza, y también como saldaras en efecto “venganza”. Debo advertir aquí que se utiliza “venganza” generalmente pero no es un concepto de violencia, necesariamente, ni de “vendetta siciliana”. Es más bien una “compensación”. Cuando la armonía era alterada con un acto, se requería inmediatamente otro acto que retornara la armonía a su funcionamiento normal, de lo contrario la Naturaleza se vería obligada a emprender una auto-revolución que, la mayoría de las veces, era acompañado de todo tipo de catástrofes.

¿Cómo averiguarlo? Preguntándole a la Naturaleza.

La Naturaleza no era el verde de la tierra, las florecitas y los árboles, eso era parte de la Naturaleza. La Naturaleza lo era todo. Cualquier cosa de la Naturaleza podía convertirse en la boca de la Naturaleza, al menos a los ojos de algún “sabio”, y por tanto cualquier cosa natural podría convertirse en un método de oráculo.

Los Vascos adivinaron observando las nubes, observando el vuelo de los pájaros, las entrañas de un Carnero sacrificado en honor a Mari y…

Eusko-Delfos. Las Sibilas Vascas

Desgraciadamente no han salido tesis muy interesantes con respecto a este tema, pero si, como Joxe Miguel Barandiarán afirmó, ciertamente existió algo muy curioso en Euskal Herria, un fenómeno que duró muchísimos siglos, y que no desapareció hasta entrados el 1.500 de nuestra Era. En algunas zonas geográficas concretas (el Aralar Occidental y algunos montes de Zuberoa) existieron Cuevas en las que ciertas personas, una vez introducidas dentro, podían lanzar, a grito pelao, profecías. Nadie debería entender que eran Sorginas, pues no lo eran, de hecho no se tiene mucha idea de quienes eran (por eso insinúo que deberían existir tesis más especializadas respecto a este tema).

En Ataún (Gipuzkoa) se cuenta que un hombre, desesperado porque su esposa estaba gravemente enferma, salió de casa hasta un monte relativamente cercano. Volvió entonces con unas hierbas que terminaron por curar a su mujer. Según relató después, una Adivina introducida en una abertura natural de la montaña (¿una Cueva?) comenzó a adivinarle el pasado y el futuro, con singular precisión, y que entonces él le explicó el problema de su mujer, a lo que la mujer le respondió donde encontraría las hierbas capaces de sanarla.

Algo parecido sucedió en Zuberoa, con un Cura que paseaba por el monte. Unos chillidos le alertaron y del interior de una Cueva, una voz femenina comenzó a decirle cosas que solo él sabía. Entonces ella le dijo que ese mismo día iba a tener un accidente. El hombre, pensando que era un Demonio, salió corriendo, debido a la velocidad, se despeñó contra unas rocas rompiéndose una pierna.

El Azti – El Adivinador

Azti es el nombre con el que se conoce a un Adivino en el folclore de Euskal Herria. El Azti era un hombre, según parece con conocimientos extraordinarios, capaz de adivinar observando las nubes o el vuelo de los pájaros. Era frecuente que las personas acudieran al Etxe de un Azti para resolver todo tipo de problemas cotidianos.

Sin embargo el Azti parece ser un fenómeno tardío en Euskal Herria, según se piensa fue un fenómeno importado desde el exterior, probablemente de los Celtas.

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