LIOS MISTERIOS DE LA MUJER-ESTHER HARDING (EXTRACTO )

Extracto desde el cap. I de Misterios de la Mujer, de Esther Harding (Ed Obelisco, 1995)

(...) es esencial que estudiemos el inconsciente para reconstruir nuestras actitudes de acuerdo con las fuerzas arrinconadas que todavía se manifiestan. El principal de estos valores olvidados es el factor subjetivo, que es eliminado en la tentativa de diferenciar el objeto como algo por sí mismo.

El descuido del aspecto interior o subjetivo de la vida ha conducido, en particular a las mujeres, a una cierta falsificación de sus valores vitales. Por ejemplo, según el criterio convencional del pasado, la mujer tenía que desempeñar un papel principal, el de esposa y madre. Tenía éxito si se casaba bien; si su matrimonio fallaba, con toda seguridad se le consideraba una fracasada. Incluso el éxito o la derrota de toda su vida podía ser medido según el criterio general del mundo, por esta norma externa, únicamente objetiva. E, incluso, estando casada, el éxito o fracaso de su matrimonio también era juzgado por normas puramente externas. Si aparecía cualquier dificultad en las relaciones con su marido, su tendencia era y a menudo aún lo es, buscar un remedio exterior. Es frecuente, por ejemplo, oir que una mujer ha intentado arreglar una desavenencia emotiva con su marido haciendo un viaje o redecorando su casa. El lado subjetivo del problema es, en tales casos, desestimado y sólo se permite su desahogo en caprichos, malos humores o alteraciones neuróticas.

En los hogares donde se ignoran las reglas normales internas y la parte subjetiva de la vida, estas manifestaciones neuróticas no se tienen en cuenta seriamente. En su mayoría se consideran como el resultado de temperamentos meramente emotivos, nerviosos o débiles. En tiempos más recientes, la mujer con problemas de este tipo, quizás un niño desplazado, aprendería algo de psicología moderna y educación infantil e intentaría aplicar lo que ha aprendido, objetivamente, para conseguir mediante una técnica exterior lo que se realizaría naturalmente si ella supiese cómo aplicar sus propios sentimientos y reacciones femeninas ante la situación. Pero mientras su propia vida interior sea desatendida, este efecto natural de su ser es anulado y no le queda otro recurso que una técnica mecánica que, en el mejor de los casos, no es sino un pobre sustituto de la vida real.

Hoy en día el éxito o el fracaso de la vida de la mujer ya no se juzga por el único criterio de su matrimonio. Su adaptación a la vida puede realizarse ahora por varios caminos, cada uno de los cuales ofrece alguna oportunidad para resolver problemas de trabajo, relaciones sociales y sus necesidades emotivas. Sin embargo, si para ganar disciplina y desarrollo en todas las facetas de su personalidad busca un ajuste en la vida que no sea parcial sino con tantas facetas como tiene la naturaleza, entonces su tarea resulta más compleja. Porque mientras sus movimientos, que requieren un campo de actividades en el mundo objetivo exterior, son aceptados por ella y los demás como legítimos, otros anhelos, que también tienen su origen en lo más profundo de su ser y que buscan una realización espiritual y subjetiva, son generalmente incomprendidos. La manifestación de estas necesidades es frecuentemente considerada como simples caprichos, antojos, emotividad, superstición, etc.

Sin embargo, en muchos casos, estos problemas subjetivos se han vuelto tan apremiantes, que el factor psicológico que los viejos científicos eliminaban es ahora observado y analizado con afán. De nuevo una vez más la piedra que los constructores rechazaban se convierte en la piedra angular. Porque cada ser humano no sólo tiene impulsos e instintos que necesitan vivir una vida colectiva en un grupo social para su satisfacción, sino también otros instintos e impulsos que le incitan a encontrarse a sí mismo como individuo único. Todos tenemos una naturaleza que busca amor y relaciones y también es innata en cada individuo la necesidad de luchar por la verdad impersonal. Estas tendencias opuestas son la expresión de la dualidad de la naturaleza humana al mismo tiempo que es objetiva y subjetiva. Esta oposición se encuentra en todos los seres humanos llevándolos inevitablemente al conflicto. Este es tanto más grave en el mundo Occidental de hoy en cuanto se refiere más duramente a las mujeres, porque la civilización Occidental pone especial énfasis en los valores exteriores, los cuales encajan mejor con la naturaleza del hombre que con la de la mujer. El espíritu femenino es más subjetivo, está más relacionado con los sentimientos y amistades que con las leyes y principios del mundo exterior. Y esta es la causa de que lo interior y lo exterior sea más devastador para la mujer.

Hay otra razón por la que este problema es especialmente urgente para las mujeres de hoy. Se refiere al reciente desarrollo de la parte masculina de la mujer que ha sido tan relevante en estos últimos años. Este desarrollo masculino está definitivamente relacionado con su vida en el mundo de los negocios; en la mayoría de los casos incluso se considera un pre-requisito para ganarse la vida, practicar una profesión o llevar un comercio. El cambio de carácter que acompaña esta evolución no se detiene en la parte profesional de la vida de una mujer sino que afecta a toda su personalidad y ha causado profundos cambios en sus relaciones consigo misma y con los demás.

Mientras la parte masculina de la naturaleza femenina estaba sin desarrollar e inconsciente, como ocurría en el pasado, dormía irreconocida o funcionaba de un modo puramente instintivo. El reciente despertar de la mujer de su apatía ha sacado a relucir los poderes latentes que, naturalmente, ella está dispuesta a desarrollar en la vida de grupo. Este paso hacia adelante en el desarrollo consciente no se hace sin dificultades e inconvenientes. La mujer se ha apartado del antiguo camino, bien establecido, de la conducta femenina y su adaptación psicológica. Hoy en día se encuentra acosada por problemas que ni ella ni las mujeres pioneras que iniciaron el movimiento para la emancipación de la mujer, preveían. Estos cambios han producido en la mujer un conflicto interior ineludible entre la urgencia de expresarse en el trabajo, como un hombre, y la necesidad interior de vivir de acuerdo con su propia naturaleza femenina antigua. Este conflicto parece condicionar toda la experiencia de la vida para aquellas mujeres modernas que son capaces de verse a sí mismas como individuos conscientes. Una vida parcial no es suficiente para ellas, el conflicto en su interior entre entre las tendencias opuestas de masculino y femenino tiene que ser afrontado. No pueden recuperar los valores femeninos por el viejo camino instintivo e inconsciente. Adquiriendo un nuevo grado de consciencia han cortado con el fácil camino de la naturaleza. Si deben tomar contacto con su parte femenina perdida, ha de ser a través del duro camino de la adaptación consciente.

(...) me centraré en aquellos casos en que se ha construido una vida personal adecuada, y aún penetra en sus sueños material colectivo, mientras que al mismo tiempo hay una gran insatisfacción con la vida que han conseguido. En estos casos el problema individual no puede comprenderse si sólo se contempla desde un ángulo personal. Porque no hay vida humana que sea únicamente personal. Porque ganarse la vida, casarse, tener niños y tomar parte de un grupo social no es suficiente. Más allá de esto, cada hombre y mujer debe adquirir una mayor comprensión de la vida si no quiere verse sofocado en un infantilismo. Como seres civilizados es necesario, como Jung observa, encontrar para nosotros un Weltanschauung o mundo exterior, lo cual implica una mayor adaptación al mundo, en ambos aspectos exterior e interior, que la necesaria para guiarse en una vida simple o provinciana, donde basta un funcionamiento casi inconsciente e instintivo. Es verdad que mucha gente vive y muere así, apenas más conocedores de los movimientos del espíritu que los animales o campesinos. Pero aquellos individuos cuyos sueños existe una preponderancia de imágenes colectivas, se enfrentan con la necesidad de construirse un mejor Weltanschauung e interesarse por estos problemas generales, tanto si aparecen como problemas exteriores, relaciones sociales, económicas o internacionales, o como la necesidad de una filosofía y religión interiores. Si el material del sueño se reduce por el análisis de nuevo a la vida personal y si se interpreta relacionándolo sólo con la satisfacción de la parte personal del instinto, el individuo sufrirá una seria mutilación de su psique.

Por otra parte, si se reconoce que cuando los factores personales dejan de ocupar un lugar predominante el problema se presenta como un ejemplo de un problema humano universal, el individuo puede ser descargado de la esclavitud personal para encontrar una solución en líneas más amplias. (...) Porque a menos que un individuo juegue adecuadamente su papel en el escenario de este mundo, sólo alcanzará la mitad de su desarrollo. Esta última tarea significa que debe encontrar su propia relación con aquellas fuerzas impersonales que determinan los movimientos raciales o nacionales, ambos en el campo de los logros externos y el mundo interior donde los principios e ideas filosóficas y religiosas son el objetivo a alcanzar.

Quizás la más importante de estas leyes interiores que necesita hoy una nueva exploración, son los principios masculino y femenino. Estos términos no llevan fácilmente al lector corriente hacia la idea definitiva. Por "principio" quiero decir ley interior o esencial, no como las leyes impuestas por una autoridad legal, sino más bien como el término usado en la ciencia cuando hablamos de ley de la gravedad, las leyes matemáticas o la ley de la evolución. Estas leyes o principios son inherentes a la naturaleza de las cosas y funcionan infalible e inevitablemente.

Incluso en el hombre que se ha rebelado contra los dioses, desafiando las leyes naturales, suceden estas cosas. Pero por su cualidad cuasi divina de transformar la naturaleza ha perdido en parte de vista estas leyes o principios. Sabe que en el campo físico sólo puede vencer a la naturaleza obedeciendo a sus leyes, pero en su propia persona, en muchos casos, está tan extasiado ante su poder para enfrentarse a la naturaleza que olvida sus leyes. En el mundo Occidental esto sucede con respecto a la esencia o principio de lo masculino y lo femenino.

Esther Harding, Los Misterios de la Mujer, Ed. Obelisco, 1995.

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