La polaridad ANIMA-ANIMUS Y LA ASTROLOGIA

La polaridad anima - animus y la astrología
como puente para su integración.
Por: M. Carolina Vázquez.
Carolina Vázquez es egresada de la Fundación C.G.Jung de Psicología Ana-lítica
Buenos Aires, Mayo 1999.
(promoción 1999)

A través de la Astrología, que llegó a mi vida después de haber transita-do por experiencias psicoanalíticas y terapéuticas de distintas corrientes, se abrió ante mí la posibilidad de poder conocerme en una forma más integral, englobando datos de otra manera dispersos o confusos, que me ayudaron a cruzar un nuevo y esclarecedor puente en este largo camino de conocerme a mi misma.
Correlativamente, tomé contacto con la obra de C. G. Jung que me ayu-dó a complementar e ir más profundamente en esta búsqueda, trayendo el aporte científico y dándome explicaciones y comprensión a cosas sen-tidas, percibidas, intuidas.
No me cabe duda que, a través de ese mandala que es la carta natal, puedo tener un sólido punto de apoyo en el camino de la individuación, no sólo en lo que hace a ir cada vez más profundamente dentro mío, sino también a la comprensión de lo que me rodea, en la interacción con el otro y el entorno. Hacer una unión entre el micro y el macrocosmos.
Para ello, es de vital importancia todo lo relativo a la profundización de la polaridad Anima - Animus, que es el tema que voy a desarrollar par-tiendo de los enunciados de Jung y dando conceptos básicos de Astro-logía para fundamentar la posibilidad de tener ese punto de apoyo del que hablo precedentemente.
Y Dios dijo:
...Hagamos Al Hombre A Nuestra Imagen Conforme A Nuestra Semejanza...Génesis 1 - 26
Y Dios Crió Al Hombre A Su Imagen A Imagen De Dios Lo Crió Varón Y Hembra Lo Crió...
Génesis 1 - 27
Y Jehová Dios Hizo Caer Sueño Sobre Adám. Y Se Quedo Dormido En-tonces Tomó Una De Sus Costillas Y Cerró La Carne En Su Lugar
Y De La Costilla Que Jehová Dios Tomó Del Hombre Hizo Una Mujer Y Trájola al Hombre...
Genesis 2 - 22
DE MITOS Y LEYENDAS
Si tomamos como punto de partida los versículos citados, se ve clara-mente que es el andrógino y no el hombre o la mujer aislados, el que constituye el verdadero microcosmos. Estos versículos nos hablan de un tiempo anterior a la caída de Adam, con la que se inicia el tiempo de los seres polares (Génesis III - 7) (1) pág. 282.
Esta imagen que nos viene desde el Génesis, como nos dice E. Zolla (2) pág. 5, vaga por la tierra, los hombres sienten su presencia y ceden, de-jan de aferrarse a convicciones y papeles tan duros y estrictos. Las muje-res despiertan a espacios nuevos, definidos con claridad y frialdad, a planos coordinados con precisión, en los que comienzan a abrirse a nue-vos caminos.
Desde una perspectiva metafísica, el encuentro con el andrógino siempre ha sido inevitable. Cuando la mente se eleva sobre nombres y formas, llega a un punto en que las divisiones sexuales también se evitan.
En su trayectoria hacia la trascendencia total, los místicos atraviesan ex-periencias de amor y matrimonio divino.
El andrógino es el símbolo de la identidad suprema en la mayoría de los sistemas religiosos. Representa el nivel del ser no manifestado. La fuente de la manifestación que corresponde numéricamente al número 0, el nú-mero más enigmático y dinámico, la suma de los dos aspectos de la uni-dad: + 1 - 1 = 0. Simboliza a la androginia con el punto del comienzo de la numeración, la divisibilidad y la multiplicidad.
Si vamos al Diccionario de Símbolos (3) pág. 67, nos dice que el andró-gino es el resultado de aplicar al ser humano el simbolismo del 2, con lo que se produce una dualización integrada.
Según Mircea Eliade (Tratado de Historia de las Religiones, citado en el Diccionario), psicológicamente no se debe discutir que la idea del andró-gino representa una fórmula, por aproximación de la totalidad, de la in-tegración de los contrarios.
Es decir, traduce a términos sexuales y por lo tanto muy evidentes, la idea esencial de integración de todos los pares de opuestos en la unidad. En consecuencia es sólo una forma arcaica de biunidad divina: el pensa-miento mágico religioso, antes de expresar el concepto en términos me-tafísicos (esse non esse) o teológicos (manifestado - no manifestado), lo expresa en términos biológicos.
Dos definiciones para llegar a la unidad.
Ahora bien, desde el comienzo de los tiempos nos encontramos con divi-nidades hermafroditas relacionadas con el mito del nacimiento.
Muchos de los dioses egipcios son andróginos y los fieles pretendían ad-quirir tal condición mediante la iniciación ( 4 ) pág. 32.
La estatua de Hapi de pié o arrodillado, con la barba representativa de su aspecto masculino de inseminador, con vientre prominente y pecho nutricio, en la que la bisexualidad reforzaría la característica de eje del mundo y unificador del país del río. Su apariencia de seguridad y su ademán de andar con paso suave y alegre, revela la existencia de un po-der especial que emana del equilibrio interior de la androginia.
La imagen del Buda Sakyamuni presenta características muy similares, su expresión muestra gracia, suavidad e intensidad interior, así como segu-ridad, lo que denota la falta de miedo, que proviene de la trascendencia de las oposiciones.
En la metafísica hindú (5) pág. 5 , la polaridad del ser, representada por Siva y Sakti, se convierte en la unidad pura en un nivel superior y se fun-de en el andrógino Ardhanarisvara.
En Grecia (6) pág. 260, nos encontramos con Hermafrodito hijo de Afro-dita y Hermes. Había sido criado por las ninfas en los bosques y estaba dotado de gran belleza. Salmacis se enamoró de él, pero al declararle su amor, éste la rechazó. Entonces Salmacis le pidió a los dioses que sus cuerpos no se separaran jamás. Los dioses la escucharon y los unieron en un nuevo ser dotado de doble naturaleza.
Platón en el Banquete (7) pág. 217 al referirse a la naturaleza del hombre dice: ....en otro tiempo la naturaleza humana era diferente, había 3 clases de hombres: los dos sexos que hoy existen y un tercero, compuesto de estos dos, el cual ha desaparecido conservándose sólo el nombre, se lla-maba andrógino porqué reunía el sexo masculino y el femenino, pero ya no existe y su nombre está en descrédito...... todos los hombres tenían formas redondas.... y avanzaban con rapidez mediante movimientos cir-culares. La diferencia dentro de estas 3 especies nace de las que hay en sus principios. El sol produce el sexo masculino, la tierra el femenino y la luna el compuesto de ambos. Eran robustos y vigorosos y concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses lo cual enojó a Zeus quién para hacerlos más débiles y modestos los separó en dos.....Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra y cuando se encontraban se abrazaban y se unían, llevados por el deseo de entrar en su antigua unidad....representada aquí también por la forma esférica de los cuerpos. Es decir que toma dos símbolos de la per-fección, el círculo y el andrógino.
En el mito de Edipo nos encontramos con Tiresías (8) pág. 148, quién fue llamado por Edipo debido a sus dotes de clarividente. Tiresías, que era ciego, había pasado por la experiencia del sexo femenino, para retornar al masculino.
La tradición hermética (9) pág. 26, resumió la doctrina de la androginia en un pasaje de Asclepius: "De modo que afirmas Trimegistus que Dios tiene dos sexos?. Si y no sólo Dios, Asclepius, sino todas las cosas ani-madas e inanimadas, pues los dos sexos están repletos de poder repro-ductivo y su fuerza unificadora o unidad, que tu llamas Venus o Cupido, o las dos cosas, es algo que escapa al entendimiento, la caridad, la felici-dad, la alegría, el deseo y el amor divino son innatos en El.
Una leyenda sobre el místico alemán del siglo XIV, Meister Eckhart (10) pág. 26, cuenta que un día una chica llegó a las puertas del monasterio, asegurando que era su hija y que no tenía nombre. También afirmaba que no era doncella, ni esposa, ni viuda, tampoco era caballero o dama, ni esclava o señora. El místico quiso saber más, de modo que su "hija" le explicó que, en relación a Dios, ella era todas estas cosas y lo contrario.
En otras versiones, el hermafrodita, el ser indefinido, se llama Aelia Laelia Crispis y no es hombre, ni mujer, ni andrógino, no es niño, ni joven ni an-ciano, tampoco es casto ni impuro, lo es todo a la vez.
En 1567, Richard White de Basingstoke dio la siguiente explicación al enigma: Aelia Laelia Crispis representa el alma, que es femenina en el hombre y masculina en la mujer. Aelia es solar, Laelia es luna y Crispis es terrenal. Cuando el alma llega a conocerse a si misma, descubre su origen que se basa en la dualidad, la sabiduría divina.
De modo que, mediante una adivinanza aparentemente tonta, los metafí-sicos fueron capaces de dar forma a lo que los devotos de Ardhanarisvar Siva, el Dios Andrógino, cantaban alegremente por las calles, adorando a aquel que no es ni dios ni demonio, ni humano ni animal, no es un brah-man, ni hombre, ni mujer ni eunuco:
el ser que flota
entre todas las cosas
no es hombre
ni mujer
Los chamanes (11) pág. 13 se hacían andróginos mediante la unión espi-ritual o física, con un compañero, o bien traspasando la barrera de su propio sexo en la intensidad del placer.
En los cantos de la chamanesa mazateca María Sabina, se puede seguir paso a paso el proceso de su androginización, al producir efecto el hon-go sagrado despejando su mente. Este es el canto que entona:
Yo soy María Sabina. Es la mujer que espera el momento

adecuado, es la mujer que explora, la mujer de la victoria,
la mujer del pensamiento , la mujer que crea, la mujer que cura, la mujer

del Sol, la mujer de la Luna, la mujer que interpreta.

El hongo sagrado me lleva al mundo donde todo se sabe.

El hongo es como el alma.

Allá donde desees ir te llevará.
Soy mujer como el gran águila
Soy mujer como la zarigüella
Soy mujer como el lobo
Soy mujer como el perro de caza
Yo os mostraré mi poder
Soy un santo
Soy mujer de espíritu puro

Yo romperé el hechizo
Hombre que se yergue en la superficie
y raíz femenina bajo el agua soy yo

El aprendíz y el colaborador sobrenatural suelen ser de sexos opuestos, el aprendiz tomará el sexo del guía. Algunas veces llega a experimentar la metamorfosis en la vida cotidiana.
Entre los dayaks de Celebes, los araucanos de Chile, los chukchees de Siberia, así como en muchas tribus norteamericanas, existía un cambio real de cada sexo.
El chamán es el ser que se encuentra en la encrucijada. Con el objetivo de absorber las distintas corrientes de energía, el/ella se sitúa en su con-fluencia. En algunas ocasiones el precio puede llegar a ser muy alto.
Los lamas llegan a identificarse con sus damas o dakinis (deidades feme-ninas) a fuerza de las alucinaciones que estas provocan en ellos.
Para la alquimia (12) pág. 35, el andrógino representa la conjunción de los opuestos un principio cósmico que, tanto en el pensamiento oriental como en el occidental se ejemplifica y simboliza de forma erótica.
Los alquimistas utilizaron los pájaros, normalmente las águilas azules para referirse a las sucesivas volatilizaciones o sublimaciones que tienen lugar durante el desarrollo de la Obra.
El águila se eleva levantando al andrógino y las águilas muertas bajo sus pies simbolizan respectivamente la volatilización de lo fijo y la fijación de lo volátil.
También está presente la lucha entre el sol y la luna, que representan lo masculino y lo femenino. El encuentro de los opuestos puede verse como un encuentro sexual.
En la alquimia al igual que en la doctrina taoísta del yin y el yang, cada principio contiene a su opuesto.
El sujeto verde (en su estado inicial) es vencido y fijado por su pareja an-titética: el guerrero solar y el lunar, ahora vestidos de una forma diferen-te. En este caso se dice que son "su hermano y su hermana" sin los cuales nunca podría germinar ni convertirse en la Piedra Filosofal.
La androginia puede ser una meta interior personal. Las partes opuestas del alma se unen como un hombre y una mujer haciendo el amor estático.
Casi siempre se ha dado por cierto que existe una dualidad sexual interior (13) pág. 15. Shakespeare en Ricardo II dice:

Relacionaré mi cerebro hombre con mi espíritu, mi espíritu
es el padre, y los dos juntos engendrarán una generación
de pensamientos también engendradores. Y estos mismos
pensamientos poblarán este pequeño mundo como la
gente, a la que tanto se parecen, pueblan el mundo exterior.

Si el andrógino Adám es el reflejo de Dios, Dios debe ser andrógino tam-bién. (14) pág. 21. La androginia de Dios sólo aparece en la cábala. Dios como manifestación tanto en la cábala como en el Tantra es el andrógino en acto sexual, los 2 polos unidos en éxtasis absoluto.
La iglesia nunca pudo condenar la experiencia singular de aproximación espiritual que surge entre personajes místicos de sexos opuestos (15) pág. 25. Esta situación se produce a lo largo de toda la historia del cris-tianismo. San Francisco de Asis y Santa Clara, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal son los más famosos en los que la trascendencia mística se acentúa por la influencia de energías espirituales, que llevan a la formación de un deli-cado ser espiritual andrógino.
Son múltiples las alusiones al andrógino que podemos encontrar en dis-tintos tiempos y culturas y también lo son las que podemos encontrar en lo cotidiano hoy, pero esto lo desarrollaré más adelante.
(1) Mouravieff, Boris - Gnosis - Cristianismo Esotérico-Tomo 1 C.
S. Ediciones - Bs.As. 1989.
(2) Zola, Elemire - Androginia - Editorial Debate - Madrid
1994.
(3) Cirlot, Juan E. - Diccionario de Símbolos - Edit. Labor -
Barcelona 1992.
(4) Lamy, Lucie - Misterios Egipcios - Edit. Debate - Madrid
1993.
(5) Zola, Elemire - Op. Cit (2)
(6) Grimal, Pierre - Diccionario de Mitología Griega y Roma-na
Paidos - Barcelona - 1994.
(7) Platón - Diálogos - Symposio o El Banquete - Edit.
Herrero - México - 1960.
(8) Grimal, Pierre - Op. Cit (6)
(9) Zola, Elemire - Op. Cit (2)
(10) " " - " "
(11) " " - " "
(12) Klossowski de Rola,
S. - Alquimia - Edit.Debate - Madrid
1989.
(13) Zola, Elemire - Op. Cit (2)
(14) " " - " "
(15) " " - " "
SI LA DISCUSIÓN CON LA SOMBRA ES LA PRUEBA QUE CON-SAGRA OFICIAL AL APRENDIZ, LA DISCUSIÓN CON EL ANIMA ES LA PRUEBA QUE CONSAGRA MAESTRO AL OFICIAL.
C.G. JUNG
ANIMA ANIMUS
A partir de los escritos de C.G. Jung sobre ánima / ánimus po-demos tener un acercamiento más claro en relación con este aspecto de la polaridad masculino/femenina y como él mismo nos dice (1) pág. 52, quién no conozca el significado y la difu-sión universal del tema de las syzygias el tema del apareamien-to en la psicología de los primitivos, en la mitología, la ciencia comparada de las religiones y la historia de la literatura, difí-cilmente pueda situarse y tener algo que decir frente al con-cepto de ánima.
Históricamente (2) pág. 55, el ánima nos sale al encuentro ante todo en las syzygias divinas, las parejas andróginas de los dio-ses.
Estas se retrotraen, por un lado, hasta las oscuridades de la mitología primitiva y por otro, hasta las especulaciones filosó-ficas del gnosticismo y de la filosofía china, en la que el par de conceptos cosmogónicos es designado como yang (mascu-lino) y yin (femenino).
Se puede afirmar que estas syzygias son tan universales como la aparición del hombre y la mujer.
Este hecho autoriza a concluir que la imaginación está sujeta a este tema de tal modo, que en todos los lugares y en todos los tiempos, se ve llevada a volver a proyectar siempre lo mismo.
De lo inconciente (3) pág. 54, surgen efectos determinantes que, independientemente de la trasmisión, aseguran en todo individuo la similitud y aún la igualdad de la experiencia y de la creación imaginativa.
Una de las pruebas fundamentales de esto es el paralelismo que se puede calificar de universal, entre los temas mitológi-cos, a los que Jung llamó arquetipos, a causa de su naturaleza de imágenes primordiales.
Creo que es fundamental poder comprender el concepto de arquetipo que enunció Jung para que quede claro este punto.
En Freud, el inconciente no es sino el lugar de reunión de los contenidos olvidados y reprimidos, por lo tanto de naturaleza exclusivamente personal, si bien Freud ya había visto el carác-ter arcaico/mitológico de lo inconciente.
Jung nos abre a una nueva dimensión cuando nos dice (4) pág. 10/11, que sin duda, un extracto en cierta medida superficial del inconciente, es personal y que éste se apoya sobre otro más profundo que no se origina en la experiencia y la adquisi-ción personal, sino que innato y es de naturaleza universal.
Es decir que es idéntico a si mismo en todos los hombres y constituye un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre.
A los contenidos de este inconciente colectivo, los denominó arquetipos.
Esta expresión ya se encuentra en Filón de Alejandría (De Opif). Mundi),en Ireneo (Adv.Hae 2, 7,,4) en Dionisio el Aeropa-gita. San Agustín habla de ideas.
Archetypus es una paráfrasis del Eidos platónico, que indica que los contenidos colectivos son tipos arcaicos, o mejor aún, primitivos.
Levy/Bruhl usa el término representaciones colectivas para de-signar las figuras simbólicas de la cosmovisión primitiva.
Mitos, cuentos de hadas y leyendas son expresiones conocidas de estos arquetipos, que también se manifiestan en los sueños y expresiones artísticas.
El arquetipo representa un contenido inconciente que al con-cientizarse y ser percibido, cambia de acuerdo con cada con-ciencia en que surge.
Es un elemento formal (5) pág. 71, en si vacío, que no es sino una " facultas praeformandi ", una posibilidad dada a priori de la forma de representación. No se heredan las representacio-nes, sino las formas, que desde este punto de vista correspon-den exactamente a los instintos, los cuales también están de-terminados formalmente.
Así como es imposible comprobar la existencia del arquetipo en si, tampoco pueden comprobarse los instintos, en tanto es-tos no actúen en concreto.
A uno de estos arquetipos, que es de un especial significado práctico le dio el nombre de ánima, con el que designa el as-pecto femenino interno del hombre. El término alma le resulta-ba demasiado general y vago. Compendia en este concepto de ánima, un contenido extremadamente dramático del incon-ciente.
Se puede describir al contenido de este inconciente en térmi-nos racionales, científicos, pero con ello se está muy lejos de expresar un carácter viviente, por eso nos dice que prefiere, de una manera conciente y deliberada, un modo de concepción y expresión mitológico y dramatizado que, con relación al ob-jeto constituido por vivientes procesos anímicos, no sólo es más expresivo, sino también más exacto que un discurso cien-tífico abstracto.
El factor proyectante es el ánima o el inconciente representa-do por ella. Cuando aparece, lo hace personificada en sueños, visiones y fantasías, manifestando que el factor que la sub-tiende posee todas las cualidades conspicuas de una naturale-za femenina.
No es ningún descubrimiento hecho por la conciencia, sino una producción espontánea del inconciente. Tampoco es una figura substitutiva de la madre, sino que, según las apariencias, aque-llas cualidades numinosas que hacen a la imago materna tan influyente y peligrosa, surgirían del arquetipo colectivo del ánima, encarnada en cada niño varón.
El ánima es un impulso vital (7) pág. 37, tiene algo así como un saber secreto o sabiduría oculta, en notable oposición con su naturaleza élfica, irracional, si bien del primer encuentro con ella se puede inferir cualquier cosa antes que sabiduría.
Este aspecto solamente se manifiesta a quién discute con ella.
En el proceso de revisar los contenidos del inconciente en ge-neral, que no es más que el camino de la individuación, el pe-sado trabajo de enfrentamiento con el ánima deja ver que, por detrás del juego cruel con el destino humano, hay algo así co-mo una secreta intuición que parece corresponder a un cono-cimiento superior de las leyes de la vida.
Hasta lo que es al comienzo inesperado, lo caótico inquietante, oculta un sentido profundo y cuando más se conoce este sen-tido, tanto más pierde el ánima su carácter impulsivo y com-pulsivo.
Lo que tiene sentido se separa de lo sin sentido y al dejar de identificarse sentido y sin sentido, la fuerza del caos se debili-ta y el sentido queda dotado con la fuerza del sentido y el sin sentido con la fuerza del sin sentido. Surge un nuevo cosmos.
Como ejemplo de estos pasos, Jung nos cita a la Ella de Rid-der Haggard y a la reina de la Atlántida de P. Benoit.
Los arquetipos, al igual que todos los contenidos numinosos (8) pág. 47, no pueden ser integrados en forma simplemente racional, sino que requieren un método dialéctico, una verda-dera discusión.
Con esta discusión en forma de diálogo, se realiza sin saberlo, la definición alquimística de la meditación como " collo quium cunsuo angelo bono " , coloquio interno con su ángel bueno.
No es este un proceso sencillo y si muchas veces dramático. Lo expresan y lo acompañan signos anímicos que desde siem-pre han representado procesos psíquicos de trasformación en forma de temas mitológicos.
El factor proyectante, el ánima, es idéntico a la imago materna (9) pág. 26/27, a la cual por lo tanto se toma por la madre re-al.
La proyección puede deshacerse si el sujeto ve realmente que existe en su ámbito psíquico, una imago de la Madre y no sólo de ella, sino también de la Hija, la Hermana y la Amada, la Dio-sa Celeste y la ctonia Baubo, imago universalmente presente como figura sin edad y que cada madre y cada amada es la portadora y actualizadora de esa peligrosa imagen especular inherente a lo más profundo de la naturaleza del varón.
El ánima de un hombre se refleja en como se relaciona con las mujeres. Dentro de su psique, influye en sus ideas, actitudes y emociones.
El ánima es la personificación de todas las tendencias psicoló-gicas femeninas en la psique del hombre (10) pág. 180.
Entre los sanadores y profetas ( chamanes ) , entre los esqui-males y otras tribus árticas, algunos de ellos usaban ropas de mujer o llevaban pintados pechos femeninos con el fin de ma-nifestar su lado interno femenino, el que los capacitaba para ponerse en relación con la tierra de los fantasmas , lo que no-sotros llamaríamos el inconciente.
Asimismo, partiendo de la regla general que el ánima adopta la forma de la madre, si ésta tuvo una influencia negativa, se ex-presará en formas irritables, deprimidas, con incertidumbre, inseguridad y susceptibilidad, tomando la totalidad de la vida un aspecto triste y opresivo. Orfeo ( Coteau) , La Reina de la Noche ( La Flauta Mágica/Mozart ) .
También, emitiendo comentarios irritados, venenosos, destruc-tivos. El ánima es fría, desconsiderada. En Europa se expresa-ba en la creencia en las Brujas.
Si la experiencia ha sido positiva, también afecta al ánima en formas típicas. Los hombres se vuelven sentimentales, sensi-bleros o muy sensibles. El ánima se expresa con diálogos neu-róticos, seudointelectuales, que le inhiben a ponerse en con-tacto con la vida y sus decisiones reales. No puede vivirla, pierde su espontaneidad
Todos estos aspectos pueden ser proyectados, de manera que aparezcan como las cualidades de alguna mujer determinada.
Es la presencia del ánima la que hace que un hombre se ena-more de repente. Cree conocerla desde siempre.
Pero también debemos destacar los aspectos positivos del ánima, que son los que hacen que un hombre sea capaz de en-contrar la mujer adecuada.
Es la que lo ayuda a discernir hechos que están escondidos en su inconciente. Lo pone en contacto con sus valores internos, lo ayuda a escuchar la voz del Gran Hombre, haciendo el papel de guía en el mundo interior y con el Si mismo, Beatriz en el Paraíso del Dante, Isis cuando se aparece ante Apuleyo (El as-no de Oro) para iniciarlo en una forma de vida más elevada.
Jung demostró (11) pág. 186, que la psique se expresa en al-guna forma de estructura cuádruple y así también lo hace el ánima, en 4 etapas de desarrollo.
1ra. Etapa Eva Simboliza relaciones puramente instintivas y biológicas. Es indistinguible de la madre personal.
2da. Helena de Fausto Personifica un nivel romántico y estético que, no obstante, está caracterizado por elementos sexuales
3ra. Virgen Ma-ria Eleva el amor eros a alturas de devoción espiritual.
4ta. Sofía Simboliza la Sabiduría que trasciende lo más santo y puro. Funciona como guía interior llevando a la conciencia con-tenidos del inconciente.
Siempre que el ánima sea inconciente, lo que representa es proyectado. El hombre verá estos aspectos en una mujer real.
Para que el ánima sea un guía interior, el hombre debe tomar en cuenta los sentimientos, esperanzas y fantasías enviados por su ánima y cuando las pueda plasmar en alguna forma: pin-tura, escultura, música, poesía, literatura, etc. y las trabaje pa-ciente y concientemente, emergerá un material aún más pro-fundo.
Cuando una fantasía se plasmó, debe trabajarse intelectual y estéticamente y verla como un ser real
Si esto se realiza con atención durante un largo período, el proceso de individuación se va haciendo realidad.
Ahora bien, así como el ánima es el arquetipo que aparece en el varón, en la mujer existe un arquetipo equivalente, Jung lo denominó ánimus.
Si lo femenino es lo compensatorio en el varón, lo masculino lo es en la mujer, por lo tanto el inconciente de ella tiene signo masculino.
Así como el primer portador del factor proyectante (12) pág. 28/29, parece ser el hijo para la madre, así también lo parece el padre para la hija.
El término ánimus quiere decir entendimiento o espíritu y así como el ánima corresponde al eros materno, el ánimus corres-ponde al logos paterno.
Jung utiliza estas denominaciones como ayuda conceptual para describir el hecho de que la conciencia de las mujeres se ca-racteriza más por lo intuitivo del eros, que por lo diferencia-dor y cognoscitivo del logos.
En los varones está más desarrollado el logos que el eros, fun-ción relacionante.
En la mujer, al decir de Jung., por el contrario el eros constitu-ye una expresión de su verdadera naturaleza, mientras que el logos no es raro que represente un lamentable accidente, que suscita malentendidos e interpretaciones irritadas en el círculo de la familia o de los amigos, porqué no consiste en reflexio-nes, sino en opiniones, entendiendo este último término como suposiciones apriorísticas, dadas como verdades absolutas, lo cual resulta irritante.
También es cierto que los hombres pueden argumentar de mo-do muy femenino cuando están poseídos por el ánima, o sea cuando su ánimus se ha transformado en ánima.
En estos casos, en el hombre están en juego la vanidad y la sensibilidad personales, mientras que en la mujer lo que está en juego es el poder de la verdad, de la justicia. El padre des-empeña un papel importante en la argumentación femenina.
Cuando la mujer está gobernada por su ánimus, no se deja conmover por ninguna lógica. Está siempre en peligro de per-der su femineidad,
Cuando ánimus y ánima se encuentran, el ánimus desenvaina la espada de su poderío y el ánima el veneno de su seducción y engaño. Este resultado no es necesariamente negativo, pues ambos pueden llegar a amarse (un caso especial de amor a primera vista).
El ánimus también tiene su aspecto positivo, expresa el espíri-tu y representaciones filosóficas y religiosas.
Es un psicopompo, un intermediario entre la conciencia y el in-consciente y una personificación de ésta último.
En el proceso de integración, así como el ánima se convierte en un eros de la conciencia, el ánimus se convierte en su res-pectivo logos, dándole a la conciencia femenina reflexión y conocimiento.
La relación ánima/ánimus ya sea positiva o negativa es siempre emocional y por lo tanto colectiva, lo que baja el nivel de la relación y la aproxima a una base general instintiva, que ya no tiene nada de individual. Por eso, no es raro que la relación se establezca por encima de sus portadores humanos, quienes no se dan cuenta como ha ocurrido.
La técnica para llegar a vivir en armonía con el ánimus (13) pág. 25, es en principio, la misma que en el caso del ánima, só-lo que aquí la mujer debe aprender a criticar y a reservarse sus opiniones, no para reprimirlas sino que, al investigar sus orígenes para penetrar más profundamente en el cimiento donde entonces descubrirá la imágenes primordiales, tal como lo hace el hombre con el ánima.
El ánimus (14) pág. 188, que muestra aspectos buenos y ma-los, como le ocurre al ánima en el hombre, no aparece con fre-cuencia en forma de fantasía o modalidad erótica, es más apta para tomar la forma de convicción sagrada oculta.
Cuando tal convicción es predicada con voz fuerte, insistente, impuesta a otros por medio de escenas de fuerte emotividad, se reconoce fácilmente la masculinidad subyacente en una mu-jer, aunque ésta sea exteriormente muy femenina.
El padre (15) pág. 189 ,dota al ánimus de su hija con el matíz especial de convicciones indiscutibles, irrecusablemente ver-daderas, convicciones que jamás incluyen la realidad personal de la propia mujer tal como es realmente y es la causa que al-gunas veces el ánimus como el ánima, sea un demonio de la muerte.
Psicológicamente representa una forma particular de ánimus que aleja a las mujeres de las relaciones humanas y en especial de los contactos con hombres auténticos.
En mitos y cuentos de hadas, aparece también como el ladrón y el asesino ( Barba Azul ) .
A veces una extraña pasividad y paralización de todo senti-miento (16) pág. 190, o una profunda inseguridad que puede conducir casi a una sensación de nulidad, pueden ser el resul-tado de la opinión de un ánimus inconsciente, que desde las profundidades del ser le murmura: no tienes esperanza, de na-da sirve lo que hagas, la vida jamás cambiará para mejorar. Se está poseída por la figura del inconsciente.
El ánimus también tiene cualidades positivas y valiosas, puede construir un puente hacia el Si mismo mediante su actividad creadora.
En los sueños, el ánimus aparece con frecuencia como un gru-po de hombres. De esta forma el inconciente simboliza el hecho de que el ánimus representa una colectividad mas que un elemento personal.
En cuentos de hadas y mitos (17) pág. 192, se habla de un príncipe convertido por hechicería en un monstruo o animal salvaje que es redimido por el amor de una doncella, un proce-so que simboliza la forma en que el ánimus se hace conciente
En la vida cotidiana, la atención conciente que una mujer tiene que conceder al problema de su ánimus requiere mucho tiempo y acarrea infinidad de sufrimiento, pero si ella se da cuenta de quién y que es su ánimus y que hace con ella y si se enfrenta con esas realidades en vez de dejarse poseer, su ánimus puede convertirse en un compañero interior inapreciable que la dota con las cualidades masculinas de iniciativa, arrojo, objetividad y sabiduría.
Al igual que el ánima, el ánimus se desarrolla en 4 etapas, aquí en la concepción de M. L. von Franz.
1ra.etapa El hombre del poder físico Un campeón atlético, un deportista
2da. " El hombre de la acción El ejecutivo, el hombre fuerte con iniciativa y capacidad.
3ra. " El hombre de la palabra Profesor, sacerdote, maestro gurú.
4ta " El hombre del significado En este nivel el ánimus se convierte en el mediador de la experiencia religiosa por la cual la vida adquiere un nuevo significado, da a la mujer firmeza espiritual, un invisible apoyo interior que la compensa de su blan-dura exterior.
En su forma mas desarrollada, el ánimus conecta la mente de la mujer con la evolución espiritual de su tiempo y puede hacerla más receptiva que un hombre a las nuevas ideas crea-doras. Esto naturalmente presupone que su ánimus deje de re-presentar opiniones que están por encima del criticismo. Tiene que encontrar el atrevimiento y la amplitud mental interior pa-ra dudar de la santidad de sus convicciones. Sólo entonces se-rá capaz de aceptar las sugerencias inconcientes, en especial cuando contradicen las opiniones de su ánimus y así llegarán hasta ella las manifestaciones de su mismo y podrá entender concientemente su significado.
En los sueños de un hombre el ánima aparece como la figura de una mujer o una duplicación o triplicación.
En los de las mujeres aparecen varios varones.
En las figuras de ánima y el ánimus se expresa la autonomía del inconciente colectivo (18) pág. 33/5, ya que ellos personi-fican los contenidos de éste, que cuando retirados de la pro-yección, pueden ser integrados a la conciencia. En la medida que esto sucede, dichas figuras representan funciones que ciertos contenidos del inconciente colectivo trasmiten al plano conciente.
Si bien los contenidos del ánimus y el ánima pueden ser inte-grados a la conciencia, esas figuras mismas no pueden serlo, ya que se trata de arquetipos, o sea de piedras fundamentales de la totalidad psíquica que trascienden los limites de la con-ciencia y por lo tanto nunca puede ser objeto de conciencia inmediata.
Los efectos del ánimus y el ánima pueden hacerse concientes, pero ellos mismos representan factores trascendentes a la conciencia, sustraídos tanto a la intuición como a la voluntad. Por lo tanto permanecen autónomos, aún a pesar de la inte-gración de sus contenidos, de modo que nunca debe perdérse-los de vista.
Una de las tareas más importantes de la higiene psíquica es prestar cierta atención constante a los síntomas reveladores de contenidos y procesos inconscientes, porqué la conciencia corre un riesgo continuo de hacerse unilateral, seguir carriles ya transitados y empantanarse en callejones sin salida. La fun-ción complementaria o compensadora del inconciente vela pa-ra evitar estos peligros.
Pero esta compensación sólo actúa con éxito cuando la vida es bastante simple para seguir la vía del instinto.
Cuando el hombre es más civilizado, es decir más conciente y complicado, menos puede seguir este camino, razón por la cual debe prestarle al inconciente una atención deliberada para que la compensación funcione.
Ambos arquetipos tienen un carácter de fatalidad que even-tualmente asume una dimensión trágica. Son auténticamente el padre y la madre de todas las tramas calamitosas del destino, constituyen una pareja divina, uno de cuyos miembros, por su naturaleza de logos esta caracterizado por el pneuma y el nous, como algo del multifacético Hermes y el otro, en virtud de su naturaleza de eros, lleva los rasgos de Afrodita, Helena , Selene, Persefona y Hécate.
Son poderes inconscientes, verdaderas divinidades como las concebía la antigüedad. Así designados, quedan devueltos, en la escala de valores psicológicos, a esa posición central que siempre ocupan, reconozca o no la conciencia tal valor, pues este poder crece proporcionalmente al grado que permanece inconciente.
Mientras que la integración de la sombra, o sea la comprensión conciente del inconciente personal, sólo puede hacerse por medio de una relación de enfrentamiento con el otro y repre-senta la primera etapa del proceso analítico sin la cual resulta imposible el conocimiento del ánima-ánimus, a lo que solamen-te se puede acceder por medio de la relación con el sexo opuesto, pues sólo entonces operan sus proyecciones.
Con la realización de estos arquetipos surge en el varón una triada, de cuyos miembros uno es trascendente, a saber: el su-jeto masculino, el opuesto femenino y el ánima trascendente. En la mujer de modo análogo, con las correspondencias inver-tidas.
El cuarto elemento que falta agregar a la triada para comple-tar la totalidad es, en el varón el arquetipo del Viejo Sabio y en la mujer el de la Madre ctónia.
Estas cuatro figuras forman una estructura cuaternaria, mitad dimanente y mitad trascendente, o sea el arquetipo denomina-do por Jung, Cuaternario Matrimonial.
Este constituye un esquema del Si mismo.
El Si mismo es una imagen divina. El espíritu cristiano primitivo lo sabía, sino Clemente de Alejandría nunca hubiera podido decir: quien se conoce a si mismo conoce a Dios.
1) Jung, C.G. - Arquetipos e Inconciente Colectivo
Edic.Paidos / Barc. 1984.
2) " - Op. Cit. 1)
3) " - " "
4) " - " "
5) " - " "
6) " - Aion / Edit. Paidos / Bs.As. 1986
7) " - Op. Cit. 6
8) " - " "
9) " - " "
10) " - El Hombre y Sus Símbolos. El Proce-so de Individuación. M.L.von Franz/ L. de Caralt Editotor / Bar. 1981.
11) " - Op.cit. 10)
12) " - Op.Cit. (6)
13) Sharp, D. - Lexicón Jungiano / Edit. Cuatro Vien-tos
S. de Chile 1994.
14 Jung, C.G. - Op. Cit. 10)
15) " - " "
16) " - " "
17) " - Op. Cit 10)
18) Jung, C.G. - Op.cit. 6
Jung después de Jung
Después de transitar la obra de Jung se nos hace mucho más claro el concepto de polaridad y unidad que nos viene desde el Génesis y que se va haciendo cada vez más accesible a la conciencia de la humanidad, que está dando muestras de su necesidad de irse conociendo cada vez más profundamente para poder encontrar nuevas vías de comprensión y ex-presión.
Es notorio que los tradicionales papeles de hembra y varón están cam-biando y siendo revisados y aquí, como dice Witmant en el Retorno de la Diosa, la mitología viene a ayudarnos (1) pág. 11/3.
Sabemos que la conciencia viene evolucionando a través de 3 fases: má-gica, mitológica y mental y si bien nuestro condicionamiento racional nos hace creer que superamos los dos primeros, estos están bajo la superfi-cie y tendremos que integrarlos e ir evolucionando.
Las referencias a diosas y dioses quizá resulten arcaicas o paganas para la mentalidad madura. Son, sin embargo ideales arquetípicos poderosos.
Aunque estas representaciones no sean objetos literales, son reales y po-tentes. Surgen como configuraciones energéticas de niveles muy profun-dos de nuestro interior y pueden proporcionar reacciones estimulantes que no son posibles por medio del mero pensamiento abstracto.
Masculinidad y feminidad son fuerzas arquetípicas, constituyen formas distintas de relacionarse con la vida, con el mundo y con el sexo opuesto.
Durante mucho tiempo no hemos sabido advertir ni valorar el hecho evi-dente de que cada sexo lleva dentro de sí las cualidades de su opuesto. Jung fue el primero que señaló en occidente esta unidad polar, es decir que la masculinidad contiene rasgos recesivos femeninos, psicológica y biológicamente al igual que la feminidad contiene rasgos masculinos. (2) pág. 160.
Witmant propone ir todavía más adelante y reconsiderar las ideas jun-guianas tradicionales de anima y animus, tomando como base los datos acumulados desde esa primera formulación, que hacen que no se justifi-que la hipótesis de que el ánima encarne exclusivamente el inconciente no personal de los hombres y el ánimus el de las mujeres.
No podemos seguir sosteniendo el dogma de que la conciencia es mas-culina tanto en los hombres como en las mujeres y que el inconciente es femenino en ambos.
Sólo durante el patriarcado moldearon la conciencia los valores, las pau-tas de percepción, sentimiento y conducta masculinos. Lo hicieron por-qué se les otorgaba valor supremo y porqué se rechazaban las pautas femeninas. En consecuencia, se reprimían y reducían a determinantes in-concientes y por lo tanto, la masculinidad representaba la conciencia.
En nuestra época, estamos presenciando un resurgir de las cualidades femeninas, el renacer de la Diosa , yin y ánima en el sistema de valores colectivo.
La represión de la feminidad afecta la relación de la humanidad con el cosmos no menos que la relación entre hombres y mujeres individuales entre sí.
Las imágenes determinantes de la conciencia (psicopómpicas) aparecen con la misma frecuencia en sueños y fantasías en formas femeninas y en masculinas, e incluso más en las primeras.
C. Pearson, en su viaje interno del héroe nos dice de como el hombre (3) pág. 182, luego de integrar el ánima, debe dar una vuelta en círculo e integrar el ánimus, su más profundo sentido de masculinidad. En el esta-do andrógino resultante, no obstante masculino, ya no es equivalente a macho.
Se puede ser masculino y honrar a las mujeres, abandonando la superio-ridad para abrazar la realidad de la comunidad humana. Los hombres que han hecho esto, descubrieron que no es mal negocio.
Del mismo modo, algunas mujeres dejan de lado o reprimen su foco cen-tral en los cuidados y el afecto, al servicio de la adquisición de cualida-des de independencia y autodeterminación. Más tarde, cuando ya han tomado posesión de su poder y su autonomía, puede que sientan que les falta algo y permitan una vez más, la manifestación de cualidades aso-ciadas a lo femenino, con las que realmente se sientan bien.
Inevitablemente, al llegar a esta etapa, lo femenino llega a adquirir un significado mucho más potente e interesante que la feminidad conven-cional.
Cada sexo empieza a definir su rol sexual por oposición al otro, repri-miendo las cualidades asociadas con el sexo opuesto.
Al dedicarse a desarrollar estas cualidades descartadas y al integrarlas en el ánima y el ánimus respectivamente hay una vuelta de tuerca tempo-raria, en la que el viejo rol sexual se rechaza para favorecer el crecimien-to de lo nuevo.
Por fin, a medida que el individuo se torna más andrógino y al tener am-bos polos para ser, lo masculino y lo femenino quedan redefinidos.
Así, cuando los héroes reprimen cada vez menos cualidades, se vuelven cada vez más equilibrados, tienen más claridad y son en consecuencia más capaces de transformar sus mundos.
Y en este proceso del camino del héroe, así como Witmont habla del re-nacer de la Diosa, Pearson dice que, a menudo, la diosa preside el proce-so de transición del guerrero a mago y la consecuente integración del amor y el cuidado "femenino" con el coraje y la disciplina "masculina" y destaca que, aunque históricamente los hombres han preferido dedicarse a guerrear y las mujeres a amar, el mago es un andrógino que ha integra-do a ambos.
1) Witmont, E. - El Retorno de la Diosa . Edit. Argos Vergara
Barcelona. 1984.
2) " - Op. Cit. (1)
3) Pearson, C. - El Héroe Interior . Edit. Mirach. Madrid. 1995.



ASTROLOGÍA = UN PUENTE ENTRE ANIMA Y ANIMUS
En el camino de la individuación que nos propone Jung y dentro de él, el encuentro con el ánima y el ánimus, la astrología puede ser un sólido apoyo, un puente entre el macro y el microcosmos.
Su lenguaje simbólico adquiere mayor claridad y profundidad con los conceptos acuñados por Jung y nos da, a través de la interpretación de la carta natal, una poderosa ayuda para ir reconociendo y si es posible armonizando nuestra psique
El mundo astrológico de las ideas se puede interpretar como un conjunto de símbolos significativamente ordenados, que descansan necesariamen-te sobre un fundamento arquetípico.
Los signos del zodíaco, los planetas, las casas, pueden descubrirse en la psique de todos, son arquetipos que han asumido formas definidas, re-presentantes de los procesos y del material psíquico que el hombre ha aprendido a enfrentar a lo largo de los siglos.
Utilizando los cielos como analogía, ha construido un lenguaje simbólico y encontró diseños con los que encarnar las entidades arquetípicas ex-traídas de su propia profundidad.
La tradición de siglos de sabiduría secreta se genera en ese milagro de símbolo que la Tabla Esmeralda cristalizó en la frase: Como arriba, así es abajo. C.G. Jung apuntó en la misma dirección en sus trabajos, pero co-mo hombre de ciencia aunó la observación empírica con la visión intuiti-va, respaldando su visión con hechos verificables.
El reconocimiento de las áreas conflictivas, la integración de los aspectos inconciente de la psique nos dan la posibilidad de vivir una vida más sa-ludable y armónica. Poder entender porqué, cuando y como uno entra en la vida de otro y viceversa, cono reconocernos y ser nosotros mismos y no proyecciones no reconocidas.
La carta natal es un modelo expresado en términos simbólicos, de las di-versas pautas de energía o componentes psíquicos que constituyen al individuo, contiene como un microcosmos, los potenciales existentes en el individuo y los periodos de la vida en que estos potenciales tienen ma-yor posibilidad de actualizarse.
Sabemos que el yo, en cuanto centro del campo de la conciencia es un centro regulador puesto al servicio de la función de iluminar aquellos ámbitos del inconciente, tanto personal como colectivo que se esfuerzan por alcanzar la luz y sabemos también que el yo es el reflejo de ese cen-tro que Jung denominó el Si mismo.
A medida que evoluciona, es probable que un individuo excluya de su campo de percepción conciente aquellos aspectos de su naturaleza que en realidad le pertenecen, pero que por una razón u otra son incompati-bles con sus valores o con los valores de su familia o de su sociedad.
Para quién busque la autorrealización y quiera llevar una vida con senti-do, que satisfaga asimismo aquel propósito más vasto para el cual hemos nacido, es sumamente importante sacar a la luz esos aspectos de su propia naturaleza, en vez de condenarlos a la perpetua oscuridad del inconciente.
La carta natal es una semilla o un proyecto de todo lo que, en modo po-tencial, pertenece a la personalidad de un hombre si alcanzara a florecer plenamente y fuera totalmente conciente. Es un mapa de ruta, porqué el objeto con que se lo estudia no es superar las influencias de los planetas, sino más bien dejar que en la propia vida haya margen para expresar to-das aquellas cualidades e impulsos que se hallan simbolizados en la carta. Sólo entonces el individuo puede aproximarse al plan original para la evo-lución de su vida, pues en última instancia debemos admitir una evolución intencional e inteligente por el Si mismo.
Cabe recordar que la astrología fue un arte sagrado mediante el cual se tenía acceso a una percepción intuitiva del funcionamiento de las energí-as subyacentes en la vida y como bien decía Jung., es un perfecto ejem-plo de sincronicidad.
La carta natal no es más que un mapa preciso de los cielos, tal como aparecen desde el lugar, la fecha y la hora exacta del nacimiento del indi-viduo.
Es un mandala y como lo ha demostrado Jung, los mandalas son la ex-presión simbólica de la integridad potencial de la vida y de la psique del hombre.
Son al mismo tiempo símbolos del Si mismo y símbolos de Dios, dos en-tidades que, en lo que respecta a la percepción humana, son lo mismo.
Para poder acercarnos a la comprensión de una carta, debemos enfocar fundamentalmente 4 puntos:
* Los planetas – nos muestran que sucede
* Los signos _ nos muestran como sucede
* Las casas _ nos muestran donde sucede
* Los aspectos
Me voy a referir escuetamente a los 3 primeros puntos como posibilidad de aproximación y herramienta para poder tener una mejor comprensión de todo aquello que tenga que ver con los aspectos duales, es decir donde hay conflicto.
Los aspectos críticos, en todos los ciclos planetarios e interplanetarios representan momentos de nuestras vidas en los que debemos estar des-piertos, concientizar alguna actitud o situación que tienda a limitar nues-tro crecimiento. Las crisis son necesarias para nuestra evolución.
En la medida que podemos ir trabajando con estas parejas de opuestos y en el caso de ánima/ánimus al que me voy a referir más específicamente, se produce una interacción entre los aspectos concientes e inconscientes de nuestra psique, lo que nos va llevando a una mayor integración de nuestro ser.

PLANETAS
Son símbolos de los poderes del inconciente. Simbolizan expe-riencias o energías arquetípicas. Anima y ánimus son arqueti-pos, dioses y podemos utilizar la carta natal para ver como se expresan individualmente estas energías.
Como todos los arquetipos, las deidades son bipolares por na-turaleza, representando ambas energías, la positiva y la nega-tiva. Raramente se observan actuando por separado.
SOL - LUNA
El Sol, asociado con Apolo, Osiris, Helios y con el signo de Leo, es el de-seo del individuo por llegar a ser el mismo.
Simbólicamente está representado por un círculo con un punto en su centro, es decir la integridad de la divinidad y de la eterna unidad de la vida. No tiene comienzo ni fin.
El Sol es un símbolo del yo en el sentido en que Jung emplea el término. Es el vehículo para que la totalidad de la psique, el Si mismo, pueda ma-nifestarse.
En realidad, el Si mismo, simbolizado por la rueda zodiacal no aparece en la carta. Esta no es más que la ruta que toma el yo, la búsqueda particu-lar de ese Héroe individual, que busca siempre primero a su otra mitad para poder así estar entero y luego su linaje y su finalidad.
Está considerado un planeta masculino, es un principio activo. Es más fácilmente accesible a los hombres que a las mujeres porqué representa un impulso que los hombres tienen mayor facilidad para hacer conciente. El principio de la autorealización por obra de la irradiación hacia el punto de la luz del yo, es una prerrogativa más característica de la conciencia masculina, por lo que en la carta de una mujer sugiere con frecuencia lo que ella busca recibir para complementarse.
Idealmente, es necesario que cada individuo exprese tanto las polarida-des masculinas de su carta como las femeninas como parte del creci-miento de su conciencia.
La Luna, asociada con Isis, Selene, Artemisa, Diana, Hécate ( simboliza su parte oscura) y con el signo de Cáncer, simboliza por contraste la ten-dencia hacia el inconciente, el pasado, el fluir del sentimiento. Es la nece-sidad de hundirse en la expresión del vivir, sin tener que evaluar ni enten-der la experiencia.
Mientras el Sol va en búsqueda de la diferenciación, la Luna pugna por la relación y la fusión de identidades.
La Luna da forma al impulso creativo del Sol.
Sol y Luna configuran una duplicidad de masculino y femenino que sim-boliza la polaridad del macho y de la hembra dentro de cada individuo y la tensión necesaria implícita en ello sin la cual no podría haber concien-cia ni vida.
Son también todos los demás pares de opuestos: padre - madre, claro - oscuro, activo - pasivo, etc
En términos generales podemos decir que en la carta de un hombre el Sol es un símbolo de la conciencia y la Luna del inconciente y en la mujer, la Luna simboliza la conciencia y el Sol el inconciente. Son las dos mita-des de la misma unidad.
La integración armoniosa de estos 2 símbolos es lo que los alquimistas describían en su coniuntio o matrimonio sagrado.

MERCURIO
En la mitología Mercurio es una figura andrógina, está relacio-nado con Hermes, Thot, Loki y con el signo de Géminis. Es el símbolo de la necesidad de entender, de integrar la motivación conciente con la inconciente.
Para la alquimia medieval se relaciona con la figura del dios del mismo nombre, es el gran transformador.
Como mensajero, Mercurio es símbolo del puente entre el yo y el Si mismo. También entre el yo y el medio. Es el gran unifica-dor como el gran destructor.

VENUS - MARTE
Para la mitología griega y romana eran amantes.
Losa antiguos glifos astrológicos que representaban a estos planetas son usados hoy como símbolos biológicos de macho y hembra.
Otra manera del expresar el Sol y la Luna, el yin y el yang, el macho y la hembra, pero en este caso
Venus, asociada con Afrodita y los signos de Tauro y Libra, simboliza la necesidad de compartir con el otro. La necesidad de ser deseada. Perso-nifica el amor condicional.
Marte, asociado con Ares y el signo de Aries, simboliza la necesidad de consumirse en el otro y alcanzar un fin objetivo. Marte desea.
Si la Luna es la madre
Venus es la amante
son los dos rostros de la mujer.
Si el Sol es el padre
Marte es el conquistador
son los dos rostros del hombre
De la unión de ambos nace Harmonía, de ahí la importancia que tienen en las relaciones interpersonales.
Aplicamos la misma regla que para el Sol y la Luna: para los hombres Marte es una energía más accesible, para las mujeres lo es Venus. En las relaciones interpersonales, el planeta cuya energía es antitética con el sexo del individuo será habitualmente proyectada sobre un objeto ade-cuado y el individuo tratará de vivir su aspecto transexual delegándolo en su pareja.
JUPITER - SATURNO
Dejamos atrás la esfera de los planetas personales que están orientados hacia el yo y son accesibles a la conciencia con re-lativa facilidad dentro del proceso de integración de los opuestos.
Esta pareja, ambos reyes de los dioses en la mitología, co-mienza por establecer contacto con lo que es traspersonal.
Júpiter asociado con Zeus y el signo de Sagitario es una ener-gía masculina. Dios de los cielos y de las tormentas, se rela-ciona con las regiones superiores de la mente intuitiva, con lo que podríamos llamar la aspiración religiosa, que según Jung es un impulso interior del ser humano, tan básico como cual-quiera de los impulsos biológicos.
Es la necesidad de experimentar lo numinoso, lo divino proyec-tándose fuera de nosotros mismos en formas simbólicas que después adoramos llamándolas deidades.
Saturno, asociado con Cronos, un Titán, un dios de la tierra y con el signo de Capricornio. Reinaba sobre el universo y no quería que nadie le arrebatara su hegemonía. Por eso se devo-raba a sus hijos en cuanto n acían. Cuando su esposa Rea Ci-beles dio a luz a Zeus, engañó a Cronos presentándole una piedra envuelta que él se comió pensando que era su hijo.
Zeus vivió, creció y enfrentó a su padre para sustituirlo. Desde entonces fue Rey del universo y el padre de los dioses y hom-bres
Se relaciona con las regiones inferiores del inconciente perso-nal, el lado oscuro de la naturaleza humana.
Es una energía femenina o andrógina.
Es el Señor del Umbral, el que desempeña el papel de Lucifer. Es el gran maestro del dolor y la limitación.
Es la fase que los alquimistas llamaban nigredo o caput mor-tuum. La primera parte del trabajo para poder tomar concien-cia del otro que hay dentro de nosotros, el verdadero poder creador del Si mismo.
Es el inconciente personal de Jung. Se manifiesta en sueños y proyecciones con su propio sexo.
En el desarrollo de la psique, las fases que incluyen hasta la formación del yo conciente son de carácter puramente perso-nal. Los factores simbolizados por el Sol, la Luna y los plane-tas hasta Saturno están de acuerdo con esas fases.
Pasado el límite de Saturno, nos encontramos con el campo del inconciente colectivo., el depósito de las imágenes arque-típicas.
Las necesidades de los tres planetas exterior conocidos - Ura-no, Neptuno y Plutón - son raramente accesibles a la concien-cia, ya que todos ellos marcan la transición de una fase de conciencia a otra y la conciencia no es capaz de aprehender esas transiciones. Es común que sus energías sean proyectadas y vivenciadas como un acontecimiento que el individuo ha atraído inconcientemente a su vida y que asume bajo la apa-riencia de destino. Pero se debe reconocer que la propia psi-que es su destino si se quiere entender el significado de lo que le ha sucedido y utilizar la experiencia como un despertador hacia una conciencia más amplia.

URANO - NEPTUNO
Es otra duplicidad masculino-femenina. Ambos son dioses mitológicos.
Urano es el antiguo Dios de los Cielos, unido con su madre Gea, la tierra y nieto de Caos la noche primordial de la cual ha emergido la realidad manifiesta ( o la conciencia). Está asociado con el signo de Acuario.
Es el polo masculino de esta polaridad y es un símbolo de las ideas ar-quetípicas, de las pautas subyacentes de lo que en el pensamiento teoló-gico se denomina la Mente de Dios y lo que en la doctrina platónica es el armazón de Ideas divinas que sostiene el tejido del universo.
Personifica la necesidad inherente a la psique de liberarse de la identifi-cación con la realidad material y de vivenciar el mundo de la mente ar-quetípica.
Mitológicamente es el padre de Saturno (Cronos) que acuciado por su madre Gea, la tierra castró a su padre y se apoderó de su trono. Urano estaba horrorizado de su progenie, él era un dios de las regiones superio-res y se estremecía ante las criaturas oscuras y terrenales que engendra-ba.
El acto de violencia de Saturno puso fin al imperio del cielo y dio co-mienzo al imperio de los titanes terrestres.
De las gotas de sangre de Urano que cayeron a la tierra nacieron la Eri-nias, diosas de la justicia y la retribución (karma) y de los genitales ampu-tados y arrojados al mar, surgió Venus Afrodita, diosa del amor y de la belleza y símbolo de la necesidad de relacionarse. Parecería que median-te las relaciones pudiéramos encontrar un camino para hacer conciente el mundo de los cielos.
Si en la carta natal consideramos la trinidad Urano, Saturno, Venus, a la luz del mito, veremos su correlación con un ciclo dentro de la psique de cada individuo.
Neptuno, asociado con el signo de Piscis, es en la mitología una figura masculina, pero la energía que personifica es femenina. Es el señor del mar y de las profundidades y como Poseidón Hippios, señor de los te-rremotos y de las corrientes de aguas subterráneas.
Es un símbolo del mar de sentimientos colectivos que desde las profun-didades nos mueve a sumergirnos en la masa, en una ofrenda de nuestra individualidad, tan difícilmente alcanzada, que nos da la posibilidad de purificarnos en la disolución.
Representa al inconciente colectivo y su capacidad de crear símbolos, compasión, valores cósmicos y amor incondicional.
Se relaciona con Dionisos, el dios del éxtasis y este éxtasis sagrado de la inmersión en las profundidades fue en su momento parte de la mayoría de los antiguos rituales de misterio.
Aunque uno de sus aspectos puede ser destructivo, el otro es profunda-mente necesario para la psique, ya que la experiencia de limpiarse ritual-mente mediante la inmersión en el mar del inconciente es una verdadera experiencia religiosa, es re-ligarse, volverse a conectar.
En la carta natal simboliza el impulso al sacrificio del yo personal y al sa-crificio del sentimiento personal en aras de la vida sentimental colectiva.
Neptuno es la personificación de los sentimientos arquetípicos.
Y vamos ahora, al más exterior de los planetas que conocemos en nues-tro sistema solar:
PLUTON
Asociado con el signo de Escorpio, el Señor de los Infiernos, Hades. Mitológicamente reside debajo de la tierra, reina sobre los muertos y sobre las riquezas y jamás se aventura sobre la superficie a no ser que lleve puesto el casco mágico que lo hace invisible a los ojos de los hombres.
Su energía se considera femenina.
Es el arquetipo del ciclo muerte-renacimiento, del que surge siempre una nueva forma, mayor que la anterior, aunque los individuos sientan que han perdido algo o alguien con lo cual mantienen un intenso vínculo emocional y por cuyo intermedio, sin ser concientes, están viviendo una parte de su vida que de-berían recuperar para vivirla personalmente. El vínculo se pierde, la relación cambia.
Es por esto que tiene una significación especial en el área de las relaciones, así como también con la sexualidad, ya que el acto sexual simboliza la muerte del sentimiento de separación individual en la vivencia del otro y de la nueva fuerza vital creativa que fluye entre ambos.
Plutón es la necesidad de transformación del Si mismo.
La alquimia describe en un bellísimo mitologema, el proceso que la astrología llama Plutón. Hay un rey viejo y estéril, inca-paz de gobernar con eficacia su reino porqué ha perdido el poder de crear nuevas vidas. Sus tierras son áridas y su pueblo se muere de hambre y de sed. Debe celebrar un matrimonio sagrado, con su madre, con su hermana o su hija. El tema su-giere que se trata de dos energías que surgen de la misma fuente. Para consumar la unión debe descender a las profundi-dades del mar o hundirse bajo la tierra. En el momento del éx-tasis de la consumación, el rey se muere y la oscura mujer con la que se ha unido, la reina, da a luz una nueva vida, una vida que es el rey renacido, restablecido en su juventud y su virili-dad, inundado por una vida nueva que fluye a través de él y de todo lo que él gobierna.
Plutón, al ser el más exterior de los planetas, es también el que nos puede llevar a la mayor expansión de conciencia:
Desde lo mas profundo a lo más elevado
Como es adentro es afuera
Como es arriba es abajo
El camino desde el yo al Si mismo


SIGNOS
El signo donde está ubicado un planeta nos indica el modo, la forma en que este se expresa. Como sucede.
El zodíaco, dividido en 12 signos simboliza la totalidad del espectro po-tencial de la experiencia humana.
Estos 12 signos se dividen en dos grupos de acuerdo con su polaridad masculina o femenina, los que a su vez, se subdividen en dos grupos de signo masculino y femenino de acuerdo con los 4 elementos: fuego, aire, tierra y agua.
Esta estructura básica de 4 constituye la piedra fundamental de la astro-logía, es arquetípica e inherente a todos los seres humanos. La podemos correlacionar con las 4 funciones de la conciencia a los que Jung llamó sentimiento, pensamiento, sensación e intuición.
El cuadro siguiente resume lo expuesto precedentemente.
Masculino
Femenino
Fuego
Aire
Tierra
Agua
Aries
Libra
Capricornio
Cáncer
Cardinal
Leo
Acuario
Tauro
Escorpio
Fijo
Sagitario
Géminis
Virgo
Piscis
Mutable
Intuición
Pensamiento
Sensación
Sentimientos

CASAS
Al igual que los signos, existen 12 casas y representan las 12 áreas de la vida en la que se expresa la energía de los plane-tas.
Podemos agruparlas de acuerdo con el elemento de los signos asociados con cada uno de ellos:
Masculinas Femeninas
I II
III IV
V VI
VII VIII
IX X
XI XII
También, para profundizar aun más esta búsqueda de equilibrio entre ambos extremos, podemos agruparlas por polaridad :
Eje I - VII : el ser personal frente al ser de los otros.
II - VIII : el conciente personal frente al in-conciente personal.
III - IX : tomar conciencia del otro frente a tomar conciencia de uno mismo.
IV - X : el inconciente frente al conciente ( la persona, como nos proyectamos en el mundo exterior).
V - XI : la autoexpresión personal frente a la autoexpresión de los demás.
VI - XII : el conciente colectivo frente al in-conciente colectivo.

La imagen arquetípica del Anima como tal, se encuentra en la casa XII, su aspecto colectivo pertenece al inconciente colec-tivo y la imagen arquetípica con su contenido personal está en la casa VIII.El aspecto personal esta en el inconciente personal.
La búsqueda de la pareja interior es la responsable de que nos arrojemos en brazos de la vida.
Anima-ánimus son guías en el sentido más profundo, ya que conectan a los individuos con la vasta herencia de imágenes y experiencias colectivas que se yerguen por detrás de su vida personal y son por cierto, los instrumentos del destino que nos empujan hacia situaciones que de otra forma evitaríamos y con ello evitaríamos la lucha y la toma de conciencia.
Por más que busquemos en el exterior, estas parejas viven en nuestro interior y nos impulsan a tener aquellas experiencias que se oponen a nuestros deseos concientes.
El ánima seduce al hombre, arrastrándolo al mundo oscuro del sentimiento y de lo emocional, lo que para su psicología natu-ral es sumamente incómodo, en tanto la mujer se ve continua-mente atraída por el ánimus al aislamiento, la independencia y la realización de si misma, que son la antítesis de su naturaleza instintiva a vivir la vida por medio de relaciones personales y de la identificación inconciente con otras personas.
En las figuras del ánima y el ánimus se esconde el más profun-do de los misterios y sólo por medio de ellas uno puede ver como las relaciones son un camino de desarrollo interior y una forma de viaje hacia el centro más profundo de nuestro ser.
Sean hombres o mujeres, los individuos que están ciegos para el opuesto sexual que llevan adentro, jamás se dan cuenta que la pareja que eligen es elegida porqué tiene algún parecido con el ánima o el ánimus. La cólera y el dolor que se siente al descubrir que las fallas del compañero/a son en realidad el do-lor y la cólera dirigidos contra uno mismo, se verían mucho mejor si uno se aviniera a reconocer la oscuridad que guarda-mos en el propio inconciente, que nos lleva a establecer una determinada relación.
Lo semejante atrae a lo semejante y nos está mostrando que el ánima o el ánimus está operando en el inconciente empujando al yo a meterse en relaciones incomprensibles y dolorosas.
Y es aquí donde la astrología nos puede acompañar para po-der ir reconociéndonos, buscar dentro de nosotros mismos el origen de nuestras acciones, reconocer nuestra propia pareja interior como primer paso para una mejor interpelación con el otro.
Arroyo, S. - Astrología, Karma y Transformación. Kier - Bs.As., 1986.
Greene, L. - Guía Astrológica para vivir con los de-más Emecé Edit. - Bs.As., 1989.
Hamaker-Zondag, K. Astro-Psicología - Edit. EDAF . Madrid 1987.
Martín, H. - Los Planetas en el Universo Astrológi-co. Edit. Indigo - Barcelona 1990.
Pascual, E. - Jung para la vida cotidiana - Edit. Obelisco Barcelona 1998.

Y AL FIN DEL MILENIO
Las notas y fotografías precedentes nos muestran que, a unos pocos pa-sos del fin del milenio, es más que manifiesto que los aspectos reprimi-dos del ánima y el ánimus están presionando fuertemente desde el incon-ciente colectivo.
En lo cotidiano es notorio desde distintos aspectos; si tomamos en cuen-ta del cambio operado en el cuerpo físico, tanto del hombre como la mu-jer, notamos que tienden a no ser tan diferenciados, el imperio de la mo-da unisex, los cambios de roles, tanto del hombre como de la mujer, que salieron a ocupar distintos campos, la gran proporción de divorcios, el nuevo esquema de parejas, en fin los signos externos son múltiples y también lo son los cambios internos y los continuos replanteos en este enfrentamiento que, en un principio puede parecer un caos, pero creo es un sutil camino que conduce a un nuevo cosmos, una nueva etapa de co-nocimiento e integración que surge de las experiencias vitales a las que, como decía más arriba, nos van llevando los arquetipos de esta polari-dad.
No hay duda de la necesidad de discutir, para utilizar el término que em-pleó Jung, con nuestra ánima o ánimus y porqué no, ir aún más profun-damente, ya que una vez transitada y concientizada la polaridad opuesta, volver a dar un nuevo giro al ánimus en el caso del hombre o al ánima en el de la mujer.
La vida como polaridad y los seres humanos continuamente entre opues-tos en busca de un equilibrio siempre frágil.
La búsqueda dolorosa, esforzada y esperanzada del alma en pos de la unidad.
El regreso a casa.
El alfa en busca del omega
La integración en la Luz
Y como era en un principio,
y dijo Dios Sea la Luz y Es la Luz
y nosotros, la nueva humanidad Somos la Luz en un nuevo ciclo
y como era en un principio
Si retomamos el inicio de este trabajo con las citas del Génesis y vamos ahora al Nuevo Testamento, 1 Corintios XI-11, el Apóstol Pablo nos dice:
Ni el varón sin la mujer, ni la mujer sin el varón en el Señor
Tomados por separado, el hombre y la mujer, seres incompletos después de la caída, no pueden reflejar la imagen de Dios en su plenitud , para que
Dios sea todas las cosas en todos (1 Corintios XV-28)
ya que
Ahora vemos por espejo, en oscuridad, más entonces vernos ca
ra a cara, ahora conozco en parte, más entonces conoceré como
soy conocido. ( 1 Corintios XIII-12).
Y
Verán su cara y su nombre estará en sus frentes
y allí no habrá más noche y no tienen necesidad de lumbre de
antorchas, ni de lumbre de sol, porqué el Señor Dios los
alumbrará y reinarán para siempre jamás.
Y me dijo:
Estas palabras son fieles y verdaderas
Y el Señor Dios de los Santos profetas ha enviado su ángel
para mostrar a sus siervos las cosas que es necesario que sean
hechas presto. (Apocalipsis 22 - 4,5,6 ).
Carolina Vázquez.

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