Los Simbolos y los sueños.

En el post anterior hemos hablado de los mitos como el Sueño colectivo de la humanidad y su relación con el cine, siendo éste la última transformación estructural en donde los mitos continuan reproduciéndose aunque cambiando sus formas. Por otro lado, mencionamos a los contenidos simbólicos de los mitos y sugerimos lo mismo para los Sueños. Ahora bien, ¿cuál es la implicancia de los símbolos en el mundo onírico? ¿Qué es un símbolo? Dependiendo de los autores de las disciplinas del lenguaje, un símbolo es una unidad lingüística en la cuál se condensan significados particularmente por la aplicación de metáforas y analogías principalmente a través de la asociación de ideas. A diferencia de un signo, el símbolo está motivado por la acción humana, es decir, que el cúmulo de significados posibles es el producto de la interacción humana a lo largo de la historia y depende íntegramente del uso. En cambio, el signo lingüístico suele ser arbitrario en su naturaleza, aunque también producto histórico, pero la relación entre la cosa denotada y el concepto que lo representa estaría motivada solamente por el uso de una manera casual. Sin entrar en más detalles sobre la diferencia entre signo y símbolo, nos quedaremos con la aproximación del segundo para llegar a nuestro tema.

Existen dos elementos en la naturaleza que se muestran como símbolos en todas las culturas sobre la Tierra. Aparecen con diferentes nombres atribuidos a potencias divinas así como elementos inertes suspendidos en el vacío sideral. Se trata de el Sol y la Luna. Ambos como par simbólico representan una antinomia que en la cultura occidental puede rastrearse en diferentes niveles. Algunos entenderán el aspecto simbólico solar como el representante del dominio patriarcal y cazador mientras que su contraparte será el matriarcado y los cultos a la Diosa proyectada en la recolección y la agricultura. Asimismo, desde una perspectiva psicológica, el Sol representa a la consciencia mientras que lo lunar denota al subconsciente. También las corrientes más afines a la actividad religiosa entienden al Sol como el arquetipo del Cristo y el corazón divino, mientras que la Luna, femenina en su esencia, a alguna de las Marías de los evangelios. ¿Y que hay de los Sueños? La deducción es muy sencilla y a esta altura ya la habrán captado desde la asociación simbólica: El momento del Sueño por excelencia es la noche, entonces la Luna, además de ser portadora de significado como símbolo de lo anterior descrito, también está relacionada con el Sueño y yendo un poco más lejos, con la Muerte. El brillo de la Luna no es propio sino que proviene del Sol, por lo que su luz no sería una luz original, sino una ilusión. La misma forma parte del paradigma dualista en donde aquello que no provenga del control y el análisis racional, pertenece al campo de lo falso y del ensueño. Sin embargo, la luz lunar es propia, si bien originalmente no proviene de ella, es ésta quién transforma la luz solar y la refleja en su superficie. Este reflejo o inversión la convierte en una fuente luminosa distinta a la solar. Se trata entonces de una luz rodeada de misterio y de intrigas. La Luna llena siempre fue utilizada por la literatura como una entidad portadora de historias crípticas que muestran definitivamente que la Luna es una entidad aparte, y es más que el reflejo del Sol, la vigilia. Sin embargo, ambos se mezclan en una danza de complementariedad y oposición que nos hacen ver nuevamente que al día le precede la noche y ninguno de ambos puede existir sin el otro. Para que haya una consciencia de vigilia, se necesita al mundo onírico con sus misterios y mensajes encriptados que a su vez para ser develados, necesitan de la razón para ser llevados a la luz.

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