LAS ASANAS, SU PRÁCTICA Y BENEFICIOS, por Sri Swami Sivananda

LAS ASANAS, SU PRÁCTICA Y BENEFICIOS, por Sri Swami Sivananda



Si un estudiante no ha alcanzado un dominio sobre los asanas, no puede proseguir con éxito la práctica.

El Asthanga Yoga se divide en ocho angas o pasos: Yama, Niyama, Asana, Pranayama, Pratyahara, Dharana, Dhyana y Samadhi.
Si los cimientos de un edificio no están adecuadamente establecidos, dice Swami Sivananda, la casa se derrumbará al instante, por lo que es imprescindible practicar bien los dos primeros pasos: Yama y Niyama para beneficiarse espiritualmente de los asanas.
Del mismo modo, si un estudiante de yoga no ha alcanzado un dominio sobre los asanas, no puede proseguir con éxito la práctica del yoga. Sólo cuando permanezcas estable en el asana, podrás percibir los beneficios del pranayama, lo que no se contradice con el control de la respiración durante los asanas.

Tipos de Asanas

Los asanas o posturas son tan numerosas como las especies de criaturas vivientes del universo. Hay 840.000 asanas correspondientes a 840.000 cuerpos diferentes. Los asanas se corresponden con los distintos modos de sentarse que presentan las diversas especies de la creación.
De todos los existentes, destacan 84, y 32 son consideradas de gran utilidad para la humanidad.
Los asanas pueden dividirse en dos grandes grupos: las posturas meditativas y las posturas culturales.

Las Posturas Meditativas

De acuerdo con las escrituras de yoga, hay cuatro excelentes posturas para la meditación: Padmasana, Siddhasana, Svastikasana y Sukhasana.
Estas posturas de meditación con las piernas cruzadas son altamente apropiadas para la contemplación.
Distancian la mente de las atenciones y preocupaciones de la vida diaria. Aplacan los nervios, relajan el cuerpo, apaciguan la mente y proporcionan serenidad. Las posturas meditativas incrementan el fuego digestivo y mejoran el apetito, la salud y la felicidad. Eliminan el reumatismo. Purifican y fortalecen los nervios de las piernas.
Sthira sukham asanam: la postura correcta es aquella que resulta firme y cómoda. No debe causar ninguna sensación dolorosa ni malestar. Si no es firme, la mente se perturba rápidamente y no logras la concentración mental.
No debe existir el menor temblor en el cuerpo: debes convertirte en una estatua viviente cuando te sientes para meditar. No tendrás consciencia del cuerpo.
Cuando te sientes en la postura, piensa: “Soy firme como una roca, nada puede moverme”. Sugiéreselo a la mente una docena de veces y la postura se asentará.
Debes ser capaz de sentarte en cualquiera de las cuatro posturas meditativas por un periodo breve, al principio. Añade minutos poco a poco a la práctica: no tengas prisa.
Si puedes permanecer quieto en la postura serás capaz de mantener una mente centrada y sentir así una paz interna infinita. Para lograr el asana jaya, o dominio absoluto sobre el asana, debes permanecer hasta tres horas sin mover el cuerpo.
Si tras algún tiempo apareciese un dolor agudo en las piernas, estíralas y masajéalas durante unos minutos y vuelve a sentarte. Al avanzar, dejarás de experimentar dolor y sentirás una inmensa dicha.
Practica el asana por la mañana y por la noche. Adopta siempre la misma postura. Con la repetición, mantenerla firme y perfecta.

Posturas Culturales

Entre las posturas culturales hay asanas que pueden practicarse de pie: Tadasana (la Montaña) Trikonasana (el Triángulo), Garudasana (el Águila), etc. Otros se practican sentado, como Pashimottanasana (Flexión hacia Delante), Janusirshanana (Cabeza en las Rodillas), Padmasana (el Loto), etc. Las personas delicadas pueden hacer asanas tumbadas. Algunas, como Sirshasana (Apoyo sobre Cabeza), Vrikshasana (el Árbol), Sarvangasana (Apoyo sobre Hombros), se realizan invirtiendo el cuerpo, con la cabeza abajo y las piernas hacia arriba.

Yogasanas y Ejercicios físicos

Los ejercicios físicos ordinarios sólo desarrollan los músculos superficiales del cuerpo. Pero los asanas han sido concebidos para mejorar la calidad y vigorizar nuestros órganos internos: hígado, bazo, páncreas, intestinos, corazón, pulmones, cerebro y las importantes glándulas corporales del sistema endocrino, entre otros.
El ejercicio físico manda el prana hacia fuera, mientras que los asanas lo mantienen en el interior de nuestro cuerpo, donde se distribuye uniformemente en los diferentes sistemas anatómicos.
Los asanas son algo más que ejercicios físicos. Confieren equilibrio mental, ayudan a controlar las emociones, proporcionan beneficios espirituales, despiertan el poder de la Kundalini, que permanece dormido en el Muladhara Chakra.
Este despertar proporciona dicha, poder y samadhi al aspirante paciente.
No necesitas barras, resortes, pesas o barras paralelas para construirte un gimnasio de yogui.
Como mucho necesitarás una simple esterilla.

¿Quién puede practicar Asanas?

Todo el mundo puede practicar asanas para tener una salud y vitalidad maravillosas. En general se puede practicar asanas a partir de la niñez adecuando las posturas a las edades. Su práctica durante uno o dos meses volverá elásticos todos los músculos, tendones y huesos que estaban rígidos. Incluso las personas mayores pueden practicar todas los asanas adaptándolos, igualmente a su condición física.

El valor terapéutico

Los asanas mantienen los músculos flexibles y la columna vertebral elástica, desarrollan la concentración y la fuerza mental, la capacidad pulmonar, fortalecen los órganos internos y proporcionan longevidad. La sangre se recarga con abundante oxígeno facilitándose la expulsión de anhídrido carbónico. El cuerpo se llena de energía. Los centros cerebrales y la médula espinal se fortalecen y renuevan. Aumenta la memoria, se agudiza el intelecto y se desarrolla la intuición.
La práctica de los asanas determina el equilibrio fisiológico corporal, garantiza la estabilidad mental, relaja el cuerpo y disipa la tensión nerviosa.

LOS EFECTOS PSICOTERAPEÚTICOS DE LA ASANA Y EL PRANAYAMA - Swami Paramahansa Satyananda

En la psicoterapia corporal, los gestos, los patrones respiratorios y el lenguaje corporal se observan para determinar el estado emocional y psicológico del paciente.
Una vez se observó que una mujer que se encontraba severamente deprimida, acostumbraba a frotarse la cara con las manos frente a situaciones incómodas, como un sentido habitual de ocultar sus sentimientos. Cuando fue consciente de su hábito y lo exploró de manera consciente, se reconectó con un recuerdo lejano de estar en el funeral de su madre y que su padre le dijera “Borra esa cara” y no llores. Este recuerdo le permitió abandonar su dolor oculto y su enojo que no le fuese permitido hacer el duelo de manera apropiada. Frotarse la cara actuaba como el medio para ocultar sus sentimientos y cuidarse de que fuesen experimentados y expresados.
En otro ejemplo, una mujer tomó conciencia de su patrón respiratorio. Se dio cuenta que sujetaba su abdomen tenso de manera antinatural y que su respiración tenía lugar en la garganta. Descubrió que era una respuesta de no sentirse capaz de relajarse y ser ella misma, y se dio cuenta que la contracción de sus músculos abdominales le permitían reprimir sus sentimientos. Cuando intentó de manera consciente respirar en esa área, experimentó una sensación de alivio, como así también avanzar en conectar con sus problemas.

Represión física y mental.

Hemos oído muchas veces cómo tendemos a mantener reprimidos los sentimientos en nuestro subconsciente y en el inconsciente, pero lo que a menudo no nos damos cuenta, es que no se trata puramente de un ejercicio mental. Nuestro cuerpo cumple un rol tan importante en reprimir, como la mente. Así como tenemos un inconsciente mental, también lo tenemos a nivel físico. Tenemos gestos y posturas de los que no somos totalmente conscientes y que a menudo juegan un rol importante en la restricción de la expresión emocional y manteniendo patrones habituales de condicionamiento que limitan nuestro crecimiento.

Consciencia

Para lograr esta especie de catarsis y alivio, hay una llave que podemos utilizar. Es la de ser conscientes de los hábitos o comportamientos condicionados y luego quitarlos de manera consciente. Es en este ámbito que las asanas y el pranayama pueden ser muy eficaces.
Ser consciente en el sentido yóguico significa la habilidad de sentir, conocer y entender lo que está ocurriendo, no sólo a nuestro alrededor, si no mas bien, en nuestro interior. Consciencia incluye el desarrollo y reconocimiento del testigo interior que es capaz de observar con detalle todos los procesos de pensamientos, acciones y reacciones.
Mientras desarrollamos nuestra habilidad de observación, la profundidad y el espectro de nuestra consciencia se amplían y somos capaces de penetrar ese nivel superficial cotidiano de consciencia. La mente racional y cognitiva es el máximo nivel de nuestra consciencia a través del cual operamos la mayoría, ignorantes de la gran profundidad de los factores mentales subyacentes que están controlando lo que estamos experimentando a nivel superficial. Este es el motivo por el cual a menudo no podemos entender racionalmente algunos de nuestros actos, no podemos controlar nuestro humor o estados de
ánimo. Este nivel superficial no es mas que una expresión de nuestros productos inconscientes.
Nuestro modo habitual de actuar o de expresarnos físicamente son una forma de diálogo de nuestra mente profunda. No se puede aceptar que no necesitamos profundizar en hipnosis y meditación profunda para llegar a este nivel, a cambio solo se necesita conectar mas cerca en las formas de “diálogo” que expresa nuestro cuerpo.

Asanas

Ser conscientes empieza con el cuerpo físico. Es el lugar mas fácil y práctico para comenzar, como
también por ser el último nexo con nuestra naturaleza oculta. Caldwell (1996) dijo que “la habilidad
de expresar y sentir nuestra experiencia física es el pilar de la recuperación”. La asana es el medio directo de tomar contacto con nuestras experiencias físicas. A diferencia del ejercicio físico, las asanas combinan consciencia y respiración que nos conducen a una experiencia de nosotros mismos que es mucho más profunda. A medida que practicamos asanas y pranayama, somos mas profundamente capaces de penetrar en esas partes ocultas de nuestra naturaleza.

Liberar tensiones

Gran tensión y stress dan como resultado un sentimiento de ansiedad que produce un bloqueo de energía que necesita liberarse. Cuando estamos extremadamente ansiosos y estresados entendemos que necesitamos relajarnos, pero encontramos que es difícil hacerlo. Las asanas dinámicas que mueven el prana y liberan la tensión muscular y mental, pueden utilizarse como ayuda preliminar para la posterior introducción de asanas estáticas y relajantes. A menudo después de un día de duro trabajo, uno vuelve a casa y se derrumba en una silla o come algo, o vé TV a modo de “descanso”. Pero el cuerpo no está descansando ni tampoco la mente; el cuerpo está flojo y perezoso y la mente está machacando y aún trabajando. Unas vueltas de Surya namaskara (u otra asana dinámica), luego disminuyendo lentamente el ritmo hacia otras posturas estáticas y luego una relajación en shavasana incorpora una manera activa de descanso donde músculos, huesos y nervios se estiran suavemente, y la mente se transfiere de otros puntos de atención, al estrecho campo de la concentración donde se obliga a trabajar. La relajación que sobreviene es mas profunda y uno se siente recargado en lugar de agotado. El stress físico y mental se acumulan de manera natural durante el día y la asana es un medio de liberarse y disminuir reacciones de stress en el futuro.

Expresión y transformación psicológica

Muchas asanas actúan como símbolo en el sentido de que permiten al practicante expresar un determinado estado psicológico o a desarrollar ciertas características. Por ejemplo simhargarjanasana (la postura del león rugiente) simboliza el comportamiento y características de un león. De esta forma, el que practica esta asana despertará aquellas características inherentes de fuerza, coraje y positividad que existen en su interior. Quizá el intento de rugir como un león pueda estimular en algunas personas su sentido de vergüenza o introversión y le ayude a superar estos sentimientos. Simplemente colocando el cuerpo de cierta forma y con plena consciencia produce cambios energéticos y psicológicos.
Una flexión hacia atrás como bhujangasana (la postura de la cobra) incluye una apertura del pecho y la estimulación de niveles de energía del cuerpo. Psicológicamente, algunas personas pueden sentirse vulnerables, atemorizadas, o tal vez reconfortados después de realizar esta postura. La expansión del pecho tiene efecto en anahata chakra y muchos de nosotros tendemos a cerrar esta área. La bio-energía lo llama “armadura”- la respuesta psicológica al dolor emocional. La región del pecho y del corazón está relacionada con las emociones y sentimientos de modo que a menudo tendemos a protegernos a nosotros mismos con la armadura de tensar esa área y cerrarla. Como resultado, el flujo energético del pecho se inhibe y así nos volvemos insensibles y menos conscientes. Abrir el pecho permite a la energía moverse y uno puede experimentar un completo rango de emociones que parecen surgir del momento. Este es un acceso al diálogo del cuerpo.
Nuestras reacciones a las asanas

Tal vez tengamos gustos y disgustos en relación a determinadas asanas. Por qué es así? Una razón habitual es que tendemos a disfrutar con aquellas posturas que podemos hacer fácilmente sobre aquellas
que requieren un gran esfuerzo, pero hay mas que eso. Tomemos por ejemplo, las posturas de equilibrio. Físicamente puedo hacer la mayoría de las posturas de equilibrio como también las concernientes a la flexibilidad, pero mantener la postura por un espacio de tiempo es difícil. Como resultante, puedo coger un enojo increíble y estar irritado.
Puede alterar mi humor por un momento estoy bien y luego terriblemente disgustado. Cuando soy
realmente consciente cojo mi mente siendo crítica “¿por qué no puedes hacerlo, no puedes concentrarte?”; comparando: “Él puede hacerlo bien”; y proyectando: “Me gustaría que dejara de moverse y entonces yo sería capaz de enfocar y equilibrarme correctamente”. Las asanas sacan nuestros patrones habituales de pensamiento hacia adelante. El disgusto hacia una postura puede significar que nos disgusta la reacción que se agita en el interior. Tal vez mi ego se siente maltratado en una postura de equilibrio y reacciona volviéndose irritable y fuera de sí. Pero si profundizo, puedo llegar a encontrarme con sentimientos más profundos de inadaptación o auto-crítica. Después de todo, si no me siento inadecuado en cierto sentido, ¿no reaccionaría mas ligeramente al mero hecho de no ser capaz de mantener el equilibrio?

Defectos posturales y estados mentales asociados.

A través de las asanas quitamos defectos posturales y sus rasgos de personalidad asociados.
Unos hombros hundidos y girados son con frecuencia indicación de una baja autoestima, o de la tendencia a arrojar y mantener los sentimientos dentro. Una espalda sobre arqueada puede indicar arrogancia y orgullo, que son a menudo una reacción a inseguridades inconscientes. Cuando nos volvemos conscientes de hombros tensos, abdomen contraídos, rodillas tensas y cerradas, etc, nos avisan de sus orígenes psicológicos, y conduciéndolos a través de las asanas, logramos el estado para niveles mas profundos para la sanación.

Abandonar la depresión

¿Qué es una persona deprimida? Cuando nos sentimos bajos, nuestra energía está baja y sentimos una gran pérdida de motivación. La mayor parte del tiempo toda nuestra energía estará centrada en torno de la cabeza y de sus pensamientos negativos que nos hará sentir abrumados, confusos y disipados. Si ejecutamos asanas dinámicas, movemos la energía desde la cabeza y la distribuimos alrededor del cuerpo. Las posturas de pie, surya namaskara y cualquier asana que incluya movimiento constante liberará el prana estancado y nos moverá la consciencia de la mente al cuerpo. Las asanas dinámicas ayudan al cuerpo a recargarse y el humor sube inmediatamente. Por supuesto, las asanas no quitarán completamente a una persona de su depresión, pero le ayudarán y le proporcionarán alivio. El conocer que hemos inducido activamente un estado de mejoría en nuestro interior provee las fuerzas y las motivaciones para continuar.

Pranayama

Cuando practicamos pranayama nos volvemos conscientes de nuestros patrones de respiración.
La respiración completa a menudo nos alerta sobre el hecho de que puede ser que inconscientemente
estamos contrayendo ciertas áreas de nuestro cuerpo. Hay mucho que aprender de esto. Tal vez alguien descubra una sensación de tensión alrededor del cuello y la garganta. Las tensiones en esta área a menudo se relacionan con la inhibición de sentimientos o de reprimirse de decir algo. Tal vez podamos encontrar una tendencia hacia inhalaciones o exhalaciones mas largas en nuestro habitual patrón de respiración.
Las exhalaciones prolongadas a menudo se relacionan con la depresión. Cuando estamos deprimidos, soltamos largos suspiros, y el acto de inhalar (inspirar para llenar el cuerpo de vida y energía) está disminuido. Una exhalación más corta a menudo indica una descarga insuficiente de energía, o el no ser capaz de dejarse ir completamente y relajarse.

La respiración espejo del alma

Las técnicas de pranayama pueden cambiar nuestro estado mental. Hay pranayamas activadores, tranquilizantes y equilibrantes, los cuales actúan específicamente con los niveles de energía del cuerpo y también en la mente. Un estado de stress y tensión se refleja normalmente en una respiración jadeante y rápida. Bhramari, con su larga y lenta exhalación, es perfecta para calmar el estado de dispersión energética y mental. A menudo una persona deprimida se queja de una sensación de plenitud que a menudo se experimenta alrededor del abdomen. Bhastrika activa la energía en el abdomen y devuelve la sensación y la actividad al área desensibilizada.
De esta forma, pranayama es una herramienta para manejar activamente el stress o las emociones confusas. La liberación del prana bloqueado o la activación de prana en áreas específicas, devolverá las sensaciones psíquicas juntamente con las experiencias mentales y emocionales que previamente se dejaron atrás.
La mente y el cuerpo fluyen con la respiración y las dos fuerzas se reflejan la una a la otra. Por ejemplo, nos quedamos sin aliento de la sorpresa y nos sofocamos o suspiramos de la tristeza.
También encontramos que es prácticamente imposible mantener la intensidad del enfado si nuestra respiración es lenta, firme y rítmica. Así, a través del pranayama aprendemos primero a controlar la respiración y el prana, y luego a expandirlo y, como la mente y la respiración están intrínsecamente ligadas, aprendemos a controlar los pensamientos y luego a expandir la mente y la consciencia.

Hacia un camino dirigido mas conscientemente en la vida.

Por supuesto, la reacción de cada uno hacia una asana o pranayama es personal y la misma reacción
para cualquier práctica puede ser interpretada de manera diferente según el individuo. Lo mas importante es mantener la idea de estar atento.
Con estas prácticas nos comunicamos con el cuerpo y tratamos de entender qué tiene que decirnos.
Ambos, asanas y pranayama nos conducen al momento presente. En el presente no estamos
distraídos, estamos claramente enfocados en nosotros mismos y en nuestra experiencia inmediata.
La mente no está disipada y está por lo tanto, calma y relajada. Es en este estado que el diálogo mental y corporal será escuchado claramente y podrá ser manejado directamente de una forma productiva. Mientras desarrollamos la habilidad del observador nos volveremos más y más familiarizados con nosotros mismos. Descubriremos cosas interiores que no sabíamos que existían, pero nos proporcionarán grandes interiorizaciones en nuestro maquillaje personal. El incremento del auto conocimiento conduce a un aumento del sentido de propuesta y claridad en todo lo que hagamos, porque sabemos exactamen te por qué estamos haciendo las cosas. A través de las asanas y pranayama nos volvemos más claros en relación acerca de nuestro dharma y podemos hacer, poderosas y personales elecciones tendientes a la promoción de nuestro desarrollo psicológico y espiritual.

MAESTRÍA EN YOGASANA - part I: "Conciencia Corporal"

Creemos que la inteligencia y la percepción sólo tienen lugar en nuestros cerebros, pero el Yoga nos enseña que la percepción consciente y la inteligencia deben permear todo el cuerpo. Todas las partes del cuerpo deben ser "anegadas" por la inteligencia. Debemos crear un matrimonio entre la percepción consciente del cuerpo y la de la mente.

Mucha gente utiliza tan poco su cuerpo que pierde la sensibilidad de la consciencia corporal, sin ninguna consciencia en sus movimientos, sin inteligencia. No hay acción. "LA ACCIÓN ES MOVIMIENTO CON INTELIGENCIA".


El Yoga nos enseña cómo insuflar inteligencia a nuestros movimientos, transformándolos en acción. De hecho, la acción que se introduce en un asana debería animar a la inteligencia, mientras que normalmente la mente queda atrapada y se excita solo con el movimiento. Eso no es yoga. Yoga es cuando uno inicia una acción en asana, y en alguna otra zona del cuerpo, algo se mueve sin permiso. La inteligencia lo investiga y pregunta: "¿Está eso bien o mal? Y si está mal ¿qué puedo hacer para cambiarlo?".
¿Cómo desarrollar esa inteligencia en el cuerpo? ¿Cómo aprender a convertir nuestro movimiento en acción? Asana puede empezar a enseñárnoslo. Desarrollamos una sensibilidad tan intensa que cada poro de la piel actúa como un ojo interior. Nos hacemos sensibles a la interconexión entre piel y carne. De esta manera, nuestra percepción consciente se difunde por toda la periferia de nuestro cuerpo y puede sentir si tenemos el cuerpo alineado en un asana en particular. Con la ayuda de esos ojos puede ajustarse y equilibrarse suavemente el cuerpo desde el interior. Eso es distinto a ver con los ojos normales. En lugar de eso se siente, se siente la posición del cuerpo. Cuando se está en la postura del guerrero, con los brazos extendidos, se pueden ver los dedos de la mano que está delante, pero también pueden sentirse. Pueden sentirse sus posiciones y su extensión hasta la punta de los dedos. también puede sentirse la colocación de la pierna trasera y decir si está recta o no sin tener que mirar hacia atrás o utilizar un espejo. Hay que ajustar y corregir la postura corporal con la ayuda de los trillones de ojos con los que contamos en forma de células. Así es como se empieza a introducir percepción consciente en el cuerpo y a fusionar la inteligencia cerebral con la muscular. Esta inteligencia debe existir en todo el cuerpo a lo largo de too el asana. En el momento en que desaparece la sensación en la piel, el asana se torna torpe, perdiéndose el flujo o corriente de la inteligencia.
La percepción consciente del cuerpo y la inteligencia del cerebro y del corazón deben mantenerse en armonía. El cerebro puede dar instrucciones al cuerpo para adoptar una postura, paro el corazón también debe sentirlo. La cabeza es la sede de la inteligencia; el corazón es la sede de la emoción. Ambos deben trabajar cooperando con el cuerpo.
Se ejercita la voluntad, pero el cerebro debe estar dispuesto a escuchar al cuerpo y comprobar que resulta razonable y prudente dentro de las capacidades del cuerpo. La inteligencia del cuerpo es un hecho. Es real. La inteligencia cerebral solo es imaginación. El cerebro puede soñar que hoy quiere hacer un difícil estiramiento hacia atrás, pero no puede forzar lo imposible ni siquiera a un cuerpo dispuesto a ello. Siempre intentamos progresar, pero para ello resulta esencial la cooperación interior.
Entonces se podrá contar con un verdadero entendimiento entre el cuerpo y la mente, pero para llegar ahí se necesita humildad en el cerebro y también comprensión en el cuerpo. Si el cerebro recibe conocimiento del cuerpo, más tarde podrá, a su vez, aumentar la inteligencia corporal. De este modo, cuerpo y cerebro empiezan a cooperar para dominar el asana.
Éste es el proceso de entrelazado e interpretación, cuando las envolturas o capas del ser operan en armonía entre sí. Todas las hebras y fibras de nuestro ser, a todos los niveles, entran en contacto y comunicación entre sí. Cuerpo y mente aprenden a trabajar juntos. El conocimiento de la percepción externa y la sabiduría interna deben entrar en contacto al realizar las posturas. En ese momento no existe dualidad; se es uno; se es completo. Se existe sin la sensación de existir.

Mientras se practica Yoga es el cuerpo quien debe decirnos que hacer, y no el cerebro. El cerebro debe cooperar con el mensaje que recibe del cuerpo. Su deber es recibir conocimiento de parte del cuerpo y a continuación guiar el cuerpo para refine la acción. Hay que detenerse y reflexionar en cada movimiento. Eso es desarrollar la atención. Luego en la calma puede uno llenarse de percepción consciente. Hacer un alto no significa que no haya que reflexionar durante los movimientos. Debe existir un análisis constante durante la acción, eso proporcionará una comprensión real. El arte del Yoga radica en la agudeza de la observación.
Cuando nos preguntamos a nosotros mismos : "¿Qué estoy haciendo, porqué lo hago?", nuestras mentes se abren. Eso es tomar consciencia de uno mismo pero sin sentirse cohibidos. Cuando se está cohibido se acaba agotado. También se fuerzan los músculos de modo innecesario porque se está pensando en el asana y en cuanto se quiere uno estirar, en lugar de experimentar el asana y estirar atendiendo a las propias capacidades.

Cuando no se puede mantener el cuerpo quieto tampoco se puede mantener quieto el cerebro. Si se desconoce el silencio corporal, no puede comprenderse el silencio mental. Acción y silencio deben ir de la mano. Si hay silencio debe existir acción consciente y no sólo movimiento. Cuando la acción y el silencio se combinan significa que hay inteligencia.
Mientras se realizan las posturas la mente debe hallarse en un estado interior consciente; significa silencio; vacío; espacio que puede llenarse de una aguda percepción consciente de las sensaciones creadas por la postura. Uno se observa a sí mismo desde dentro. En completo silencio. Hay que mantener una actitud desapegada hacia el cuerpo y, al mismo tiempo, no descuidar ninguna de sus partes ni mostrar prisa alguna, sino permanecer alerta mientras se ejecuta el asana.
El estado de reposo atento regenera la mente y purifica el cuerpo.

Al ejecutar un asana hay que recargar constantemente la percepción consciente intelectual; eso significa que la atención fluye sin interrupción. En el momento en que uno se hunde, no se recarga y la atención se dispersa. Entonces la práctica de asana es un hábito y no una práctica creativa y vigorizante. En el momento en se introduce la atención se está creando algo, y la creación implica vida y energía. La percepción consciente en acción devuelve la energía y rejuvenece el cuerpo y la mente.. La percepción consciente aporta vida. La vida es dinámica y por lo tanto las asanas también deben serlo.

Fuente: "Luz sobre la vida" - Yogacharya B.K.S. Iyengar 

MAESTRÍA EN YOGASANA - part II: "Extensión y Expanción"

La meta de toda práctica de asana es llevarla a cabo desde el núcleo del ser y extenderse dinámicamente hasta la periferia del cuerpo. Al iros estirando, la periferia, a su vez, envía mensajes al núcleo. Debéis hallar vuestro centro desde la cabeza a los talones, y a partir de ese centro debéis extenderos y expandiros longitudinal y latitudinalmente. Si la extensión tiene lugar a partir de la inteligencia cerebral, la expansión lo hace desde la inteligencia del corazón. Al realizar asana, tanto la inteligencia intelectual como la emocional deben encontrarse y trabajar juntas. Extensión es atención, y expansión es percepción consciente. Es aportar atención y percepción consciente a los confines del cuerpo y activar la piel.

Mientras se practica asana es muy importante desarrollar la sensibilidad de la piel. Hay que crear espacio entre la piel y el tejido subyacente de modo que no exista fricción entre ellos. Los tejidos contienen los nervios motores, y la piel contiene los nervios sensoriales. En un asana deben funcionar entendiéndose entre sí a fin de que la inteligencia circule libremente sin interrupción por el cuerpo. Extensión y expansión tienen su origen en el núcleo del propio ser. Cuando la gente se estira, simplemente se estiran "hacia" el punto que intentan alcanzar, pero olvidan extenderse y expandirse "desde" el lugar en el que están. Cuando uno se extiende y expande no sólo se está estirando "hacia", sino que también se está estirando "desde".

 El estiramiento debe aportar la sensibilidad y experiencia de estar creando espacio en todas direcciones.

Se estira demasiado cuando se pierde contacto con el propio centro, con el núcleo divino. Cada movimiento debe ser un arte. Es un arte en el que el Sí-mismo es el único espectador.. Mantened la atención interna, no la externa, sin preocuparnos de lo que otros estén viendo, sino de lo que ve el Sí-mismo. No os fijéis en cuanto podéis estirar, sino en realizar correctamente el estiramiento. No os concentréis en hasta dónde queréis llegar sino en llegar en hasta donde sea posible con extensión dinámica.

No hay que estirar más de la cuenta, ni menos. Estirar demasiado y demasiado poco son actitudes erróneas: siempre hay que estirar desde la fuente, el núcleo, la base de cada asana. Ese es el arte de la extensión dinámica.  No es el yoga lo que causa lesiones, sino la manera como se practica. En el momento en que el espacio se estrecha significa que está apareciendo la lesión. En el asana correcta no existe estrechamiento, y aunque el cuerpo esté rígido hay que introducir espacio.



Siempre hay que intentar extender y expandir el cuerpo. La extensión y la expansión aportan espacio, y a su vez el espacio aporta libertad. La libertad es precisión, y la precisión es divina. De la libertad del cuerpo proviene la libertad de la mente y luego la libertad suprema. La libertad suprema hacia la que trabaja el Yoga puede percibirse en nuestros propios cuerpos según los miembros desarrollan independencia, flexibilidad y libertad respecto a los miembros contiguos. Sí, la rigidez y tirantes corporal son como llevar una camina de fuerza o vivir en la cárcel. 


El movimiento de la piel proporciona la comprensión del asana. Es necesario sentir la extensión hasta los límites de la piel. La piel es el cerebro del cuerpo, la que cuenta todo lo que sucede en todas partes. La piel, como un espejo, refleja el estado mental, por ello ha de observarse la calidad de la piel en la práctica.
Cuando uno se extiende hasta la piel, también está extendiendo las terminaciones nerviosas. Al extenderlas, estas se abren y así pueden expulsar las impurezas acumuladas. Los nervios se sueltan y se relajan. Uno se siente como si estuviese extendiendo la piel, los músculos e incluso los huesos. Practicad asanas creando espacio en los músculos y la piel para que el cuerpo encaje en el asana. Para conseguirlo, todo el cuerpo debe implicarse. Para extender la parte es necesario extender el todo.
Si el estiramiento es uniforme, por todo el cuerpo, no existirá ningún tipo de tensión. Esto no significa que no hay esfuerzo. El esfuerzo esta ahí, pero este tipo de esfuerzo es exultante; no está presente el estres o la tensión. Interiormente se experimenta un estado de júbilo. Cuando hay tensión, la práctica yóguica pasa a ser puramente física y provoca desequilibrios y juicios erróneos. Uno se siente cansado y rendido, irritado y alterado. Cuando uno deja de tensarse y el cerebro está pasivo, la práctica se convierte en yoga espiritual. Cuando uno se extiende hasta el extremo vive en esa asana y experimenta la alegría de la libertad en dicha asana. Al estirarte siempre debes crear espacio y extenderte desde el centro. La compresión es esclavitud y la expansión es libertad.

La expansión horizontal y la extensión vertical deben sincronizarse para que uno pueda crear extensión en todas direcciones. La libertad en una postura se manifiesta cuando todas las articulaciones están activas. Seamos íntegros en cualquier postura que realicemos y también en todo aquello que hagamos en nuestras vidas. En las posturas es importante estudiar hasta que punto se extiende nuestra percepción consciente a partir del centro, hasta donde penetra.  Nuestra extensión debe ser una acción única llevada a cabo con atención unívoca. De este modo, la energía de nuestro sistema nervioso fluye como el río. Al crear extensión comprueba si la energía fluye sin interrupción. Allí donde crees extensión estarás dirigiéndote hacia el cosmos. Tu energía se extiende hasta los confines de la piel y mas allá. Extiende la energía del asana a través de tus extremidades. Permite que el río fluya a través de ti.

La extensión es libertad, y la libertad permite la relajación. Cuando en el asana está presente la relajación, entonces no hay fatiga. No obstante, hay que conocer la diferencia entre relajación y laxitud. En la laxitud hay caos, negligencia y descuido, y por lo tanto el fluir de la energía es errático. En la relajación lo que hay es un ajuste cuidadoso, y por ello la energía es rítmica  Mientras se está relajado en el asana, nos movemos hacia fuera y también permanecemos centrados en nuestro núcleo, creando extensión hacia fuera y penetrando interiormente. Eso es lo que quería decir Patañjali cuando dijo en su segundo sutra sobre asana que "se logra la perfección en asana cuando el esfuerzo por realizarla se torna no esfuerzo y se alcanza el ser infinito interior".

Fuente: "Luz sobre la vida" - Yogacharya B.K.S. Iyengar.

MAESTRÍA EN YOGASANA - part III: "El arte de la relajación"

En la postura correcta siempre hay relajación, aunque estés estirado totalmente. En asana hay que equilibrar actividad y pasividad, esfuerzo y relajación. Cuando uno crea extensión y relaja, no hay oscilación mental ni corporal. El equilibrio entre actividad y pasividad transforma el cerebro activo en un testigo. Ello implica mantener pasivo el cerebro y activas las células del cuerpo sin agarrotar los músculos. Cuando sólo hay esfuerzo no hacen más que cargarse los músculos, que se cansan debido al estiramiento excesivo, y aparece la lesión. La mente no está equilibrada cuando la acción es forzada.

Relajación significa soltar la tensión muscular innecesaria que hay en el cuerpo, lo cual permite dar firmeza al cuerpo interior y que la mente se serene. ¿Pero cómo experimentar esta paz cuando uno está luchando con el cuerpo? ¿ Cómo experimentar esta serenidad cuando uno siente dolores y molestias al aprender el asana?. Ofreceremos algunas claves acerca de cómo relajarse en un asana, como aligerar el cuerpo y como evitar la rigidez y la dureza.

Empieza el asana soltando el aire hasta que sientas un sereno estado de silencio en las células y en el sí-mismo. Inspirar es tensión, espirar es libertad. Hay que realizar todos los movimientos con la espiración. La espiración purga el estrés y la tensión del cuerpo.
Tras realizar el asana, y si quieres estirarte más profundamente, espira y estírate de nuevo. Reajustar el asana tras la espiración opera en el cuerpo orgánico interno, mientras que si se hace al inspirar opera en el cuerpo físico externo. Aunque un asana final puede juzgarse de manera objetiva sólo desde exterior, está mantenida desde el interior. Después de lograr la postura final hay que aprender a soltar el esfuerzo y la tensión de los músculos, y trasladar la carga a los ligamentos y articulaciones para que puedan sostener el asana con firmeza sin que la respiración haga vacilar el cuerpo.
Concéntrate en la relajación al mantener el estiramiento, sin apretar nada, sino relajando y abriendo. Así se relaja tanto el cerebro como el cuerpo. También debes relajar el cuello y la cabeza. Si mantienes pasiva la piel posterior del cuello y la lengua blanda es que no hay tensión en el cerebro. Eso es silencio en la acción. En cuanto aprendas a relajar lengua y garganta, sabrás como relajar el cerebro, porque también existe una conexión entre la lengua, la garganta y el cerebro.
Mira al Alma, no al ego. Si tienes la garganta tensa mientras haces asana o pranayama, es que lo estás haciendo con el cerebro egoísta en lugar de con el cuerpo. No aprietes los dientes o estarás "apretándote" el cerebro.

Mientras mantienes el estiramiento fíjate también en los ojos. La tensión ocular afecta también al cerebro. Si los ojos están quietos y silentes, el cerebro está quieto y pasivo. El cerebro solo puede empezar a aprender cuando empieza a relajarse. Cuando el cerebro está tenso y nervioso, aparece el caos y el cerebro no comprende nada. Los ojos están cerca del cerebro y su comportamiento refleja el estado de éste. Comprimir los ojos bloquea el cerebro y aumenta la tensión, si están anchos y abiertos el cerebro está dispuesto y receptivo. Si los ojos están tensos, el cerebro es el que hace el asana, y no el cuerpo. Si miramos con tensión en los ojos significa que nuestros nervios ya están agotados y que nos estamos esforzando de manera innecesaria, lo que hace que perdamos energía. En la práctica de asna tratamos de generar y estabilizar nuestra energía, de mantenerla y no desperdiciarla de modo innecesario.

Mantén los ojos abiertos y relajados y que a el mismo tiempo miren hacia atrás durante la práctica. Ese mirar hacia atrás educa a los ojos a mirar hacia el interior y te permite observar tu cuerpo y tu cerebro. Sentir es mirar, mirar es sentir. Has de sentir con los ojos abiertos. Si los ojos mirara externamente en lugar de internamente, entonces no hay integración.
Cuando dirigimos nuestra vista hacia el frente desde la esquina de la sien en su campo de visión normal, el cerebro frontal está analizando. Pero cuando aplicamos nuestras visión ocular desde la parte de atrás de la sien, cerca de la oreja, se pone a trabajar el cerebro posterior y desarrolla síntesis. El cerebro frontal puede desmantelar a causa de su poder de penetración. El cerebro posterior es holístico y recompone. Si te cuesta imaginarlo no tienes más que pensar en lo que sucede cuando la vista se concentra en lo que tienes delante, pero tu auténtica percepción repasa todo el volumen espacial que te rodea. Ésta es la visión holística meditativa.

A l trabaje en asana, si la acción se "realiza" únicamente a partir del cerebro frontal, bloquea la acción reflexiva del cerebro posterior. La forma de cada asana debe ser reflejada hacia el cuerpo de sabiduría, para su reajuste y realineación, mientras que si se realiza asana de manera mecánica desde el cerebro frontal, la acción solo se siente en el cuerpo periférico y no existe sensación interna., no hay ninguna luz interior resplandeciente. Si el asana se leva a cabo en relación continua con la parte posterior del cerebro, existirá una reacción frente a cada acción y habrá sensibilidad. Entonces la vida no sólo es dinámica, sino que también está electrizada de fuerza vital.

La relajación empieza desde la capa externa del cuerpo y penetra las capas profundas de nuestra existencia. El detalle y la precisión del cuerpo conducen al dominio del arte de la relajación. Quien conoce el arte de la relajación también conoce el de la meditación.


Fuente: "Luz sobre la vida" - Yogacharya B.K.S. Iyengar.

MAESTRÍA EN YOGASANA - part IV: "Ligereza y libertad"

Cuando se realiza correctamente un asana, los movimientos del cuerpo son suaves, y hay ligereza en el cuerpo y libertad en la mente. Cuando un asana se siente pesada, es un error. Debes intentar insuflar una sensación de ligereza en el cuerpo. Eso puede lograrse extendiéndote mentalmente hacia fuera desde el centro del cuerpo. No pienses únicamente en levantar los brazos, sino en extenderlos hacia fuera en sentido físico, y cuando los estés sosteniendo, vuelve a pensar en extender la inteligencia yendo más allá de tu propio cuerpo. No pienses en ti mismo como en una cosa pequeña, comprimida y sufriente. Piensa en ti mismo como grácil y expansivo, por muy improbable que pueda parecer en ese momento.

Cuando perdemos esa ligereza, nuestros cuerpo se encogen. En el momento en que el cuerpo se encoge, el cerebro se torna pesado y torpe, y uno no ve nada. Se cierran las puertas de la percepción. Debes elevar de inmediato la inteligencia del pecho y abrir la mente. Las esquinas del pecho son pilares y por ello deben ser bien firmes. Encogerse tiene el mismo que un narcótico para el cuerpo. Hundir el pecho derrumba al verdadero Sí-mismo. Como la mente se encoge, el alma también se encoge. La tarea de la columna vertebral es mantener la mente alerta.. Para conseguirlo, la columna debe mantener el cerebro en posición. La columna nuca debe estar caída, sino elevarse hacia el Sí-mismo. De otro modo se ensombrece la luz divina en tu interior.

Cuando uno se extiende en un asana debe mantenerse esta ligereza. Por esta razón digo que en todas las asanas hay que ascender para descender y descender para ascender. Por ejemplo si queremos tocarnos los dedos de los pies, primero debemos estirarnos hacia arriba para abrir la bisagra del centro del cuerpo, y así poder descender. De igual modo descendemos para ascender. Intentamos completar un círculo. Hallar un equilibrio de polaridad, no el antagonismo de la dualidad.

Cuando en el cuerpo hay suavidad y en la mente ligereza, el asana es correcta. La pesadez y la dureza y la dureza indican que el asana es errónea. Siempre que exista rigidez es que el cerebro sobreactúa, y quedas atrapado y encerrado ahí y no hay libertad. Pero al ejecutar desde el intelecto del corazón, con ligereza, firmeza, y al mismo tiempo suavidad, significa que se trata de un estiramiento total, de una extensión total y de una expansión total. El asana realizada desde el cerebro nos hace pesados, mientras que la que se hace desde el corazón nos torna ligeros.

¿Cuándo tiene que ser un asana blanda o cuándo tiene que ser rígida?
En movimiento, los músculos deben ser como los pétalos de una flor, abiertos y suaves. Nunca hay que ser rígido en movimiento; la rigidez solo se adopta una vez adquirida la postura. Al igual que un campesino ara un campo y ablanda el terreno, un yogui ara sus nervios para que puedan germinar y mejorar la vida. Esta práctica del Yoga trata de quitar las malas hierbas del cuerpo para que el jardín pueda crecer. Si el terreno está demasiado duro la vida no puede germinar. Si el cuerpo está demasiado tenso y la mente demasiado rígida, la vida no puede proliferar.

A diferencia de la rigidez, la tensión no es buena ni mala. La vida es sopesar y equilibrar la tensión. Es preciso hallar la cantidad adecuada de tensión en el cuerpo. Esa cantidad adecuada mantendrá toda tu energía en el cuerpo. Demasiada tensión es agresión. Las lesiones son producto de la agresión, de realizar movimientos agresivos, no de hacer Yoga. Pero demasiada poca tensión significa debilidad. En el cuerpo debe haber la cantidad de tensión justa. Hay que llevar vida a todas las partes del cuerpo.

Recuerda: nunca este´s rígido mientras estés en movimiento. Extensión es tensión, pero es distinto de rigidez. La rigidez nos convierte en frágiles y quebradizos, y hace que perdamos el equilibrio. Hay que alcanzar el equilibrio a todos los niveles del cuerpo y del ser.

Fuente: "Luz sobre la vida" - Yogacharya B.K.S. Iyengar.

MAESTRÍA EN YOGASANA - Part V: "Equilibrio y armonía"

A través del Yoga puede desarrollarse un equilibrio perfecto entre ambos lados del cuerpo. Todos nosotros empezamos desequilibrios, favoreciendo un lado u otro. Cuando un lado es más activo que el otro, el activo debe convertirse en el guru del inactivo para conseguir que sea igualmente activo.
La precisión en la acción llega cuando el desafío de un lado del cuerpo queda equilibrado por un contradesafío igual del otro lado. Eso enciende la luz del conocimiento. Es necesario mantener el equilibrio utilizando la inteligencia el cuerpo (tanto instinto como sensación y habilidad), pero no por la fuerza. Cuando se mantiene el equilibrio por la fuerza se trata de acción física; cuando se utiliza la inteligencia corporal, se trata de relajación en la acción. La ecuanimidad es armonía, y solo se puede aprender a partir de esa ecuanimidad.

Busca el equilibrio consciente en todas las posturas observando las diferencias entre derecha e izquierda, así como la intensidad del estiramiento plano a plano, miembro a miembro, músculo a músculo, articulación a articulación, y de arriba abajo, de lado a lado y de delante atrás. Crea un estiramiento parejo, una estabilidad pareja, un espaciado parejo, una intensidad de movimiento pareja. Para alinear una parte del cuerpo hay que trabajar con todo el cuerpo. En cada asana o en pranayama hay que saber cual ha de ser la función o el estado en cada parte del cuerpo, si ha de estar activa o pasiva, estable o móvil. Al realizar asanas ninguna parte del cuerpo debe permanecer ociosa, y tampoco hay que descuidar ninguna. Si, por ejemplo, estiras la pierna derecha, no deberás olvidar la izquierda. Por el contrario, debes poner atención en que la pierna izquierda permanezca estable. Esta acción complementaria libera la pierna derecha para que esta puede moverse con facilidad. Extiende allá donde el cuerpo no esté en movimiento. Si transpiras de un lado, deberás transpirar igualmente del otro.

Si el contacto entre el cuerpo y el suelo -la base- es buena en cada asana, esa asna se ejecutará bien. Siempre hay que poner atención a la base: hay que estar atento a la parte que está más cerca del suelo. Primero hay que corregir desde la raíz. Las posturas de pie tienen por objeto empezar a proporcionar esa base para la vida. Refuerzan tobillos y rodillas. Esa posturas enseñan cómo mantenerse derecho, de manera que el cerebro pueda flotar en su posición. Los pies son como la raíz de un árbol. Si uno no puede permanecer de pie de manera adecuada, desarrolla una actitud negativa frente a la vida, y el yoga que practica también se torna inestable. Cuando la estabilidad se convierte en un hábito, enseguida se manifiesta madurez y claridad. La estabilidad requiere equilibrio.

El equilibrio no significa meramente equilibrar el cuerpo. El equilibrio en el cuerpo es la base del equilibrio en la vida. Uno debe encontrar equilibrio en cualquier postura que esté, o en cualquier circunstancia que le presente la vida. El equilibrio es el estado del presente, el aquí y ahora. Si te equilibras en el presente estás viviendo en la eternidad.Cuando el intelecto está, estable no hay pasado ni futuro, sólo presente. No vivas en el futuro; sólo el presente es real. La mente te lleva constantemente al futuro, planeando, preocupándose e interrogándose. La memoria te lleva al pasado, cavila y se lamenta. Sólo el Sí.mismo te lleva al presente, porque lo divino solo puede experimentarse en el ahora. 

Es necesario hallar la línea media en cada asana, de manera que la energía quede distribuida de forma adecuada. Cuando uno vacila, apartándose de la línea media, entonces se dirige hacia el pasado o el futuro. La ascensión vertical es el futuro; el descenso vertical es el pasado. La horizontalidad es el presente. El presente es el asana perfecta. Cuando creas apertura horizontal, el futuro y el pasado se encuentran en el presente. Por eso la extensión y la expansión dinámicas te permiten hallar el equilibrio y vivir de manera más plena en el presente mediante tu cuerpo.En asana hallamos equilibrio e integración en las tres dimensiones del espacio, pero también hallamos equilibrio e integración en la cuarta dimensión, la del tiempo.

Los sabios de antaño dijeron que la clave de la vida era el equilibrio. Equilibrio en todas las capas de nuestro ser. ¿Pero qué se supone que hemos equilibrar? La respuesta radica en las tres cualidades de la naturaleza, llamadas guna. Estas tres cualidades deben hallarse en equilibrio en tu práctica de asana y en tu cuerpo, mente y alma. Podrían traducirse como solidez, dinamismo y luminosidad.
La esencia de la naturaleza son los cambios, una expresión y reexpresión sin fin de ella misma. Es a causa de los gunas, de las tres fuerzas complementarias emergiendo de la raíz de la naturaleza en el momento de la creación. Comprender los gunas, esas tres fuerzas de la naturaleza, es importante para alcanzar el éxito en tu práctica de yogasana y en tu viaje interior hacia el Alma Universal.

Tan pronto como se manifiesta la naturaleza, se mueven las tres fuerzas complementarias. Son "tamas" (masa o inercia), "rajas" (dinamismo o capacidad de vibrar) y sattva (luminosidad o la cualidad de luz).
Pasemos a un ejemplo práctico. En asana, intentamos abordar la masa de nuestro cuerpo basto, romper las moléculas y dividirlas en átomos que permitirán que nuestra visión profundice en el interior. Nuestro cuerpo se resiste. Es terco. No se moverá. ¿Porqué? Porque en el cuerpo predomina tamas. Así debe ser. El cuerpo necesita masa, los huesos necesitan densidad, y los tendones y músculos necesitan solidez y firmeza. Es deseable tener la carne firme, no floja.
La densidad ósea es una virtud,  pero en el cerebro es un vicio. Ya hemos oído decir: "Es un cabeza dura". Porque en el cerebro y en el sistema nervioso debe predominar rajas (dinamismo y capacidad de vibrar), y la densidad es es una desventaja. Mientras que la mente es de naturaleza rápida, mercúrica y escurridiza, el cuerpo tiende a la pesadez, la inercia y la pereza. El exceso es molesto; un cuerpo excesivamente musculoso es como un coche muy grande con un motor pequeño; sólo logrará ser más lento. Y lo que es todavía peor: necesitará más energía para superar la inercia que para cobrar velocidad.

Respecto a la práctica de asana, eso significa que al principio necesitamos esforzarnos más porque la resistencia es mayor. De los aspectos de asana, esfuerzo corporal y penetración mental, ésta última es la más importante. Nuestra meta es la penetración mental. pero al principio, para poner las cosas en marcha, no hay más remedio que sudar. Pero una vez que hay movimiento y luego impulso, empieza la penetración. Cuando el esfuerzo se torna no-esfuerzo, asana alcanza su nivel más elevado. Pero claro está, se trata de un proceso lento, y si interrumpimos nuestra práctica, la inercia vuelve a reafirmarse. En realidad, lo que estamos haciendo es infundir una vibrante energía en la materia densa. Por eso la práctica buena conlleva una sensación de ligereza y vitalidad.

Debemos tener claro que la cuestión principal es el lograr una proporción y un equilibrio adecuados en los gunas.
Tamas proporciona densidad y masa, y cuando esas cualidades exceden nuestras necesidades, lo llamaos torpor e inercia. Una masa inerte no puede energizarse con rajas.
El aspecto negativo de rajas es turbulento, frenético y agitado. Lo que buscamos es una mente rápida, no una mente agitada. También queremos una mente tranquila y clara, que nos lleve a sattva. La verdad es que experimentamos muy poco sattva como para conocerlo bien. La solidez de tamas y el movimiento llamativo de rajas eclipsan nuestra visión. En un mundo de objetos y excitación sensorial, tamas y rajas reinan supremos. Pero si podéis llegar al Yoga con el deseo de aprender cómo relajarse de verdad y no obstante permanecer alerta, en realidad estaréis diciendo que os gustaría que sattva desempeñase un papel más importante en vuestra vida. Para describir sattva utilizamos la palabra luminosidad, que es la cualidad interior y serena de la luz. Esa cualidad es la que intentamos elevar e integrar en nuestro interior. La luminosidad es clara, está atenta y tranquila.

La interrelación de esas tres fuerzas es de importancia capital en tu práctica yóguica. Has de aprender a identificarlas y observarlas a fin de poder ser capaz de ajustar y equilibrar sus proporciones, y al penetrar en el interior, elevar la belleza de sattva a la superficie. Gracias a esa habilidad puede evitar el dolor y curar dolencias que estén en etapas de manifestación mental, emocional o física.

Fuente: "Luz sobre la vida" - B.K.S. Iyengar.

MAESTRÍA EN YOGASANA - part VI: "Cómodo en la incomodidad"

Muchas personas fijan su atención en pasado o en el futuro para evitar experimentar el presente, la mayoría de las veces porque ese presente es doloroso o difícil de soportar. En la clase de Yoga muchos estudiantes creen que sólo tienen que "apretar los dientes y aguantarse" hasta que el profesor les diga que vuelvan del asana. Esto es considerar al Yoga como una pura gimnasia y por ello es una actitud equivocada. El dolor está ahí para enseñarles algo, porque la vida está repleta de dolor. Sólo en la lucha hay conocimiento. Sólo cuando hay dolor verás la luz. El dolor es tu guru. Igual que experimentamos felizmente los placeres, también debemos aprender a no perder nuestra felicidad cuando llega el dolor. De igual manera que vemos el bien en el placer, debemos aprender a ver el bien en el dolor; aprender a estar cómodos incluso en la incomodidad. No debemos salir huyendo del dolor, sino atravesarlo e ir más allá. Eso es cultivar tenacidad y perseverancia, una actitud espiritual respecto al Yoga. Ésa es también la actitud espiritual hacia la vida.

Igual que los códigos éticos del Yoga purifican nuestras acciones en el mundo, asana y pranayama purifican nuestro mundo interior. Utilizamos esas prácticas para aprender a soportar y superar los dolores y aflicciones inevitables de la vida. Las prácticas yóguicas nos enseñan hasta que punto puede nuestro cuerpo soportar el dolor y cuanta aflicción puede tolerar la mente. Como el dolor es inevitable, asana es un laboratorio en el que descubrimos cómo tolerar el dolor inevitable y cómo transformar el dolor que puede ser transformado. Las asanas nos ayudan a desarrollar tolerancia en el cuerpo y la mente para así poder soportar el estrés y la tensión con más facilidad. En otras palabras, el esfuerzo y sus dolores inevitables forman parte esencial de lo que las asanas nos enseñan. Por ejemplo, los estiramientos hacia atrás nos permiten ver el valor y la tenacidad de las personas. Las asanas de equilibrio sobre los brazos enseñan y cultivan la tolerancia. Si puedes adaptarte y equilibrarte en un mundo que está siempre en movimiento y es inestable, sabrás cómo tolerar el cambio y la diferencia permanente.

Se necesita resistencia para permanecer en un asana. Para dominar un asana se necesita paciencia y disciplina. Ya hemos visto que hay que reposar en el posar; hay que crear relajación al igual que la cantidad justa de tensión. Esta relajación puede empezar soltando el estrés acumulado en las sienes y en las células del cerebro. Eso desestresa la carga del cerebro, soltando los ojos y las sienes, lo que a su vez descarga el estrés de los nervios y de las fibras musculares. Así es cómo podéis convertir un dolor insoportable en otro soportable, que os permitirá contar con el tiempo y el espacio en los que finalmente acabaréis dominando el asana y erradicando el dolor.

Para alcanzar la libertad hay soportar el dolor. Esto también vale para la vida. La práctica no trata sólo de sensaciones agradables; trata de percepción consciente, y ésta nos lleva a darnos cuenta y a entender tanto el placer cómo el dolor.

 mulabandhasana

Al principio el dolor puede ser muy intenso porque el cuerpo se nos resiste. Al abandonarnos aél ablandamos el cuerpo, y poco a poco va disminuyendo. Pero si cuando somos ya más diestros resulta que el dolor agudo regresa en un momento en que no debería hacer acto de presencia, lo más prudente es dejar el asana durante un rato y pensar en qué ha ido mal. El dolor sólo aparece cuando el cuerpo no entiende cómo hacer el asana, que es lo que sucede al principio. En cambio, en la postura correcta no hay manifestación dolorosa.

La inteligencia debe tener intimidad con el cuerpo. Debe hallarse en estrecho contacto con él y conocerlo bien. Cuando no existe intimidad entre la mente y el cuerpo aparece la dualidad, hay separación y no integración. Cuando experimentas dolor entras en estrecho contacto con la parte que resulta dolorosa, para así poder ajustarla y disminuir el dolor y sentir ligereza. El otro lado de la ecuación del dolor es comprender que el dolor hace que concentremos nuestra atención en la zona afectada. Si soltamos la tensión del cerebro, la atención muestra el camino para disminuir y luego erradicar la fuente del dolor. De ese modo, el dolor puede ser un gran maestro que nos educa cómo vivir con él finalmente decirle adiós.

No se trata de que el Yoga sea el causante de todo ese dolor; el dolor ya estaba ahí, oculto. Hemos vivido con él o aprendido a no ser conscientes de su existencia. Es como si el cuerpo estuviese en coma. Cuando empiezas con el Yoga, los dolores no reconocidos emergen a la superficie. Cuando somos capaces de utilizar nuestra inteligencia para purificar nuestro cuerpos, entonces los dolores ocultos se dispersan. Mientras exista rigidez corporal y mental, no habrá paz. Los errores internos, como forzar, actuar sin observar, tensar la garganta y bloquear los oídos, crean hábito, y ese hábito da paso a la falta de percepción consciente, a comprensión, pesadez, tirantez, desequilibrio y dolor. Por ejemplo, cuando los músculos atrofiados vuelven a la vida aparecen los dolores del renacimiento.

Cuando hay dolor es que debe existir una razón para ello. El objetivo no es mantener un asana dolorosa a toda costa o tratar de dominarla antes de tiempo. El objetivo es realizar el asana con la mayor intensidad de inteligencia y amor posibles. Para logralo es necesario aprender la diferencia entre dolor "apropiado" y dolor "equivocado".
El dolor apropiado no sólo es constructivo sino también estimulante e implica un reto, mientras que el dolor equivocado es destructivo y provoca un sufrimiento agudísimo. El dolor apropiado es para nuestro crecimiento y nuestra transformación física y espiritual. El dolor adecuado suele notarse como  una sensación de alargamiento y reforzamiento graduales y debe diferenciarse del dolor equivocado, que a menudo es una sensación aleccionadora súbita y aguda mediante la que el cuerpo nos dice que hemos ido más allá de nuestras capacidades presentes.

El desafío del Yoga es ir más allá de nuestros límites, dentro de lo razonable. Aplicamos continuamente el marco mental utilizando el lienzo del cuerpo. Es como si estirásemos un lienzo y creácemos una superficie mayor para pintar. Pero debemos respetar la forma presente de nuestro cuerpo. Si estiramos demasiado o demasiado rápido rasgaremos el lienzo. Si la práctica de hoy perjudica a la de mañana, entonces no es una práctica correcta.

Muchos profesores de Yoga piden que ejecuten las asanas con facilidad, comodidad y sin ningún estrés ni esfuerzo. Eso acaba dejando al practicante viviendo dentro de los límites de su mente, con el inevitable miedo, apego y mezquindad. Sí, es cierto que a veces experimentamos dolor durante nuestra práctica al esforzarnos y ejercitar la voluntad. El Yoga tiene por objeto la purificación del cuerpo y su exploración, así como el refinamiento de la mente. Eso requiere fuerza de voluntad, tanto para observar como para soportar el dolor físico sin agravarlo. Sin cierta cantidad de estrés no puede experimentarse la auténtica asana, y la mente permanecerá encerrada en sus limitaciones, sin traspasar sus propias fronteras.

Fuente: "Luz sobre la vida" - B.K.S. Iyengar

MAESTRÍA EN YOGASANA - part VII: "Alégrate de cada pequeño progreso"

Que la meta a alcanzar sea siempre la perfección, pero alégrate de los más pequeños progresos cotidianos hacia la perfección. El exceso de ambición puede resultar destructivo para un progreso sostenible. En última instancia, la perfección radica solo en Dios. ¿Cuál es, pues, el valor de la perfección si solo puede hallarse en Dios? Somos criaturas que pueden soñar con la perfección, y ese sueño inspira a mejorar. Ese sueño impulsa el esfuerzo necesario para la transformación. La perfección crea interés en el arte y en la vida. El instinto que nos empuja hacia el sueño de perfección es realmente un deseo para alcanzar a Dios.

A veces nuestro cuerpo está dispuesto, pero nuestra mente es débil y dice: "No tengo tiempo", "Olvídalo no vale la pena esforzarse". A veces nuestra mente está dispuesta, pero el cuerpo se muestra débil y dice: "Estoy demasiado cansado para tanta cosa". Un practicante debe fijar su atención entre la mente y el cuerpo, escuchando los consejos de ambos, pero dejando que sean la inteligencia y el alma las que tomen las auténticas decisiones, pués ahí es donde se halla la verdadera fuerza de voluntad y dedicación. Haz hasta donde tu capacidad te permita pero esfuézate siempre por ampliar esa capacidad. Hoy inténtalo diez minutos. Unos días después, doce minutos. Domina hasta ahí y luego vuelve a extender. Es mejor hacer una buena postura al mínimo que una mala postura al máximo.

No digas que te has decepcionado a ti mismo. Busca tiempo cada día para hacer algo a fin de mantener la práctica de asana. A veces tanto el cuerpo como la mente ceden ante la fuerza de voluntad, y en otras ocasiones se rebelan. ¿Padeces un problema que te dificulta la práctica? ¿Una rodilla mal? ¿La espalda rígida? Ese es tu problema-hijo. Aprende a tratar con él y cómo nutrirlo, tal y como harías con un hijo que tuviese problemas y que necesitase amor y atención en grandes dosis. Tampoco han de importarte los fracasos. Los fracasos en la vida le llevan a uno hacia la determinación y a tomársela con filosofía. Permanece desapegado. 

No tengas miedo. No te apegues al cuerpo. Aunque aparezca el miedo, acéptalo y halla el valor para lidiar con él. Cuando experimentes miedo, debes practicar sin apego al cuerpo,pensando en ello de manera objetiva, como en una oportunidad para llevar a cabo un trabajo creativo. Cuando no hay miedo puedes tratar al cuerpo de modo más subjetivo, como una parte de ti mismo que no obstante requiere práctica y cultivo.

La práctica prolongada e ininterrumpida de asana y pranayama, realizada con percepción consciente, crea una sólida base y conduce al éxito. El éxito llega a quién practica. El éxito en el yoga no se obtiene solo leyendo libros sagrados, sin práctica se quedan en mera teoría. El examen de una filosofía radica en si es aplicable, sobre todo a la menera en que vives tu vida. Incluso Patanjali, que nació siendo un genio espiritual, dijo que solo llegan a dominar el yoga quienes tienen una práctica prolongada, persistente e ininterrumpida, con celo y determinación.
Aunque sabemos cuál es la meta, no nos obcecamos en la iluminación. Sabemos que cuando nuestra práctica esté madura sobrevendrá la iluminación. La paciencia, aliada a prácticas disciplinadas, aporta la fuerza de voluntad necesaria. 
La fuerza de voluntad es algo concreto, no etéreo. Cuando haces algo, estás demostrándote a ti mismo tu fuerza de voluntad, y por ello resultará más fácil contar con esa misma fuerza de voluntad en la siguiente ocasión. Cuando ejecutas tu asana estás demostrando fuerza de voluntad físicamente a través de la expresión de los músculos. La fueza de voluntad no está sólo en la mente; también está en el cuerpo. Con determinación, con fuerza de voluntad, puedes alargar los músculos y crear elegancia. Esta fuerza de voluntad nos permite expresar paz, contento y libertad respecto al apego corporal, a la vez que expandimos nuestras mentes. La fuerza de voluntad no es más que disposición a hacer.

Utilizando la inteligencia y la fuerza de voluntad has de preguntarte si puedes hacerlo un poco mejor. La luz le llega a una persona que extiende su percepción consciente un poco más de lo que parece posible. Al conformarnos nos limitamos. Decimos: "Vaya, no quiero ir más allá porque se que aquí estoy bien". Eso no es más que vivir en la mente antigua de uno. Pregúntate si puedes hacer un poco más. Luego, inmediatamente, experimentarás que ese movimiento llega. Si eres aplicado tu consciencia te susurra: "Intenta ir un poco más allá".
Si uno mantiene su aspiración al máximo de intensidad, el conocimiento del Sí-mismo acaba llegando. Lo digo porque tu mente y tu inteligencia profundizan en el cuerpo interior, acercando la mente Sí-mismo, al núcleo del ser. En el momento que vas un poco más allá de lo quiere el cuerpo, te acercas al Sí-mismo. En el momento en que dices: "Estoy satisfecho", palidece la luz de la percepción consciente y la atención.


Un asana no es una postura que pueda asumirse mecánicamente. Incluye al pensamiento y por lo tanto innovación e improvisación, y al final se alcanza un equilibrio entre movimiento y resistencia. No repitas nunca. La repetición embota la mente. Siempre debes animar y crear interés en lo que haces. Intentaré ilustrar esta cuestión: a veces hago un asana de pie delante de la clase y les digo que es un asana perfecta. Nadie puede decirme si hubo algún defecto. Es de apariencia perfecta pero muerta en su interior; mi mente estaba en otra parte. Luego la vuelvo a hacer con la mente completamente presente. Creo unidad en mi interior y les hago observar la atención de las piernas, del torso y de los sentidos de percepción. Son sensiblemente diferentes.

No permitas que las experiencias pasadas queden grabadas en tu mente. Realiza las asanas en cada ocasión con una mente fresca y un enfoque nuevo. Si repites lo que hiciste antes, estás viviendo en la memoria, en el pasado. Eso significa que no estás dispuesto a avanzar más allá de la experiencia del pasado. Pregúntate entonces: "¿Hay algo nuevo respecto a lo que hice ayer?", y habrá progreso.
No tardarás en comprender como crear dinamismo en un asana estática. Por lo general cuando una persona llega a dominar un asana, ésta deja de tener interés. Por eso se ve a tanta gente haciendo lo mismo de forma mecánica una y otra vez, con la mente en otro sitio. Así se van desarrollando punto ciegos y uno no puede saborear un asana. No es el enfoque correcto. La gente piensa que ha llegado al final. ¿Cómo lo sabe? Puede tratarse únicamente de un principio. Hay que comprobar si uno puede cruzar la línea de las experiencias pasadas. Hay que crear dentro de uno la sensación de belleza, de liberación y de infinitud. Todo ello no puede experimentarse sino en el presente.

Al ir consiguiendo destreza en las asanas resulta tentador limitar nuestra práctica a una zona de complacencia satisfactoria. Ya no utilizamos el espejo de la inteligencia reflexiva para descubrir y corregir imperfecciones, sino que lo utilizamos con el propósito de alimentar una vanidad egoísta. El periplo yóguico se ha encalmado y estancado. Si no hay viento en nuestras velas, el único camino que nos queda es remar. Eso significa regresar a una práctica entusiasta, esforzada y sostenida, crear un nuevo reto. ¿Qué es lo que está mal? ¿Dónde y cómo puedo mejorar? Así es como el fuego de la práctica (tapas) prende la lámpara de la inteligencia y asoma el conocimiento del  Sí-mismo (svadhyaya). La palabra Tapas contiene el sentido de fuego intelectual interior que extingue nuestras impurezas. 

Si alguna vez nos descubrimos separándonos de los demás o sintiéndonos superiores, más puros o elevados gracias al yoga, podemos estar seguros de que nos hemos estancado o incluso de que hemos derivado hacia un estado de ignorancia. Por el contrario, la práctica y una vida pura nos sitúa "entre" los demás, no por encima. Del mismo modo que hemos hablado de la integración interior en nuestros cuerpos, también esto conduce a una integración con todo forma de vida. Integridad significa uno. Uno es el número a partir del que podemos llegar al resto de números. El ser totalmente sensible no se convierte en "alguien", sino en el común denominador de la humanidad. Eso sólo sucede cuando la inteligencia de la cabeza es transformada por la humildad y cuando se encienden la sabiduría del corazón y la compasión.

Fuente: "Luz sobre la vida" - Yogacharya B.K.S. Iyengar
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MAESTRÍA EN YOGASANA - part VIII: "Haz el asana con el alma"

En la práctica de asana y pranayama debemos tener la impresión de que trabajamos con lo externo para acercarnos a la realidad interior de nuestra existencia. Así es. Trabajamos desde la periferia hacia el núcleo. El cuerpo material tiene una realidad práctica accesible. Está aquí y ahora, y podemos hacer algo con él. No obstante, no debemos olvidar que la parte más interna de nuestro ser también intenta ayudarnos. Quiere asomar a la superficie y expresarse.

En ejemplo de la postura del triángulo (trikonasana) nos fijamos que, a causa de la postura con nuestra anatomía, todos caemos en las mismas trampas. Nuestro cuerpo parece tratar de caer hacia delante. Nuestro cuerpo no quiere abrirse de la manera que vemos en un asana expresada perfectamente, así que nos aplicamos y aprendemos los ajustes que harán que se abra todo el cuerpo. Extendemos y corregimos el brazo, alargamos el pecho y abrimos la pelvis. Pero también, durante el proceso de aprendizaje aplicado, abrimos nuestra mente y nuestra inteligencia. Una abertura es como un portal, y no existe un portal por el que sólo puedas entrar pero no salir. Sí, intentamos entrar pero ¿qué es lo que intenta salir a nuestro encuentro? Es la luz de la envoltura más íntima de beatitud (ananda), que quiere brillar. Por lo general somos como una lámpara cubierta; nuestra luz interior es invisible. Al crear una abertura se retira la cubierta y la luz de la lámpara puede iluminar el exterior.

También deberíamos considerar hasta qué punto está dispuesto a ayudarnos el corazón de la naturaleza (prakriti). La vital de la naturaleza es un poder iniciático (prerana), una fuerza motriz, una incitación a la creación. Escucha nuestra llamada y la contesta en proporción al valor e intención con la que fue invocada. Responde al empleo de nuestra fuerza de voluntad, de manera que un estudiante entusiasta recibe beneficios más elevados que otro tibio. Hay un dicho: "Dios ayuda a los que se ayudan". También vale para la naturaleza.


Cuando haces un asana correctamente, el Sí-mismo se abre por sí mismo; eso es yoga divino. En ese caso el que realiza el asana es el Sí-mismo, no el cuerpo ni el cerebro. El Sí-mismo incluye a todos y cada uno de los poros de la piel. La disciplina espiritual comienza cuando los ríos de la mente y del cuerpo quedan sumergidos en el mar del núcleo. No existe una disciplina espiritual espacial. Cuando pasividad, ensimismamiento y tranquilidad en el cuerpo y la mente, no hay que quedarse ahí, sino avanzar. Ahí es donde empieza la experiencia espiritual en el yoga. Práctica espiritual en acción. Utilizo el cuerpo para disciplinar la mente y alcanzar el alma. Las asanas, cuando se realizan con intención correcta, ayudan a transformar a un individuo, alejando a la persona de una mera consciencia corporal, hacia la consciencia del alma. En realidad, el cuerpo es el arco, el asana la flecha y el alma la diana.

Un asana debe ser honesta y virtuosa. Con honesta quiero decir que debe ser verdadera. No debes engañar ni fingir  Debes llenar hasta el último centímetro del cuerpo con el asana, desde el pecho y los brazos hasta las piernas y la punta de los dedos de manos y pies, de manera que el asana irradie desde lo más profundo de tu cuerpo y llene todo el diámetro y la circunferencia de tu miembros. Debes sentir tu inteligencia, percepción consciente y tu consciencia en cada centímetro de tu cuerpo.


Con virtuosa quiero decir que debe realizarse con la intención correcta, no por el ego ni para impresionar, sino por el Sí-mismo y para acercarse a Dios. De este modo el asana se convierte en una ofrenda sagrada. Entregamos nuestros egos. Ésta es la suprema devoción por Dios (isvara pranidhana).

El aasna no debe ser realizada sólo por la mente o por el cuerpo. Tu debes estar en ella. Tú debes realizar el asana con tu alma. ¿Cómo ejecutar un asana con el alma? Sólo podemos hacerlo con el órgano del cuerpo más cercano al alma: el corazón. Así que un asana virtuosa se realiza desde el corazón y no desde la cabeza. Así no solo la estás haciendo, sino que estás en ella. Mucha intenta pensar cómo llegar al asana, pero lo que hay que hacer es sentirse en ella con amor y devoción.

De esta manera trabajarás desee tu corazón y no desde tu cerebro, para crear armonía. La serenidad en el cuerpo es la señal de la tranquilidad espiritual. Mientras no sientas serenidad en el cuerpo, en todas y cada una de las articulaciones, no habrá posibilidad de emancipación. Estarás sometido. Así que mientras estés sudando y dolorido, deja que tu corazón está ligero y permítete llenarte el cuerpo de alegría. No sólo estarás haciéndote libre, sino que también estarás siendo libre. ¿Qué te impide sentirte feliz? El dolor es temporal, la libertad, permanente.

Fuente: "Luz sobre la vida" - B.K.S. Iyengar
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